Cuarenta y dos

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Estaba mirándose al espejo

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Estaba mirándose al espejo. Lyon estaba fuera del cuarto esperando a que estuviese lista para ir a donde Aimeé les había dicho.

Había escogido el vestido rosado con blanco y encaje, era su favorito. Estaba demasiado nerviosa en cuanto a que debía usar. Cuando finalmente se decidió, peinó su cabello hasta que quedó sin ningún nudo y tomó un poco de la fresa que había molido para enrojecer sus labios.

Salió con timidez, percibiendo la mirada de Lyon sobre ella. No pudo evitar notar que se veía muy bien, siempre se veía muy bien. Le gustaban sus ojos y su cabello que siempre estaba despeinado, sus facciones marcadas y su mandíbula. Y no pudo evitar pasar su dedo por aquellas partes cuando estuvo frente a él.

-Vamos- dijo Clarisse tomando su mano.

La fiesta no estaba muy lejos, iba a ser en casa de Aimeé por lo que pudieron ir caminando. Se preguntó cómo reaccionaría por su presencia allí, tal vez no la quería, tal vez esperaba que Lyon fuera solo. Tenía muchas dudas.

Tardaron un par de minutos y estaban frente a la casa que parecía poco más grande que la de Lyon. Le sonrió aunque estaba muriéndose de los nervios.

La dejó pasar primero y no tardó en emocionarse. La última vez que había estado en una fiesta como aquella había sido hace mucho tiempo, o al menos así lo sentía.

Entrelazó su mano con la de ella para que así no la pudiese perder de vista como la última vez.

-Hola, me alegra que hayan venido- Aimeé apareció frente a ambos.

-Hola.

Clarisse no supo que contestarle, nunca había sido muy social (ni aún cuando estaba en el palacio de Versalles).

-¿Y tu padre?- preguntó Lyon con una sonrisa amable.

-Esta arriba, no quiso quedarse abajo ni aunque es su festejo- respondió Aimeé riéndose.

Así que el festejo era por su padre, ¿no debían traerle algún regalo? Siempre cuando era el cumpleaños de alguien en el castillo, se acostumbraba que todos dieran obsequios.

-Puedo llevarte con él, si quieres.

Clarisse apretó los labios discretamente. "Llevarte", no "llevarlos". Tal vez solo se había equivocado, aunque realmente ella sabía que no había sido así. Lo que en realidad no sabía era por qué lo había dicho. Tal vez solo era porque no conocía a su padre y no tendría sentido que una desconocida lo felicitara, aunque eso sería simple educación ¿no? Si la invitaron, lo menos que podía hacer era eso.

-Si, quisiera ver como esta.

Cuando iba a avanzar, Clarisse se quedó anclada a su sitio. Cuando Lyon se volteó a verla con las cejas discretamente fruncidas, sonrió apenada.

-Ve, aquí te espero.

-¿Sucede algo?

Negó, estaba mintiendo. Pero no sabía que hacer o como actuar.

Vestigios | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora