Cincuenta y dos

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Todo seguía allí

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Todo seguía allí. El lugar donde había presenciado su primer ataque. Desde la distancia podía ver el piso dónde había estado jugado ajedrez. Le había parecido que había pasado ya una eternidad de aquel momento. Todo le pareció tan diferente desde que conoció a Lyon. Incluso le ayudó a darse cuenta de las cosas que estaban mal en Francia y aunque no pudo hacer nada respecto a ello, logró notar que había muchas cosas por cambiar.

Habían tenido suerte también. Gracias a Eugene habían podido verse varias veces sin necesidad de que ella saliese del castillo. También tenían la ventaja de que ella era una noble, los guardias no podían decir absolutamente nada ni cuestionar sus órdenes en su castillo. En Versalles las cosas eran más distintas, no tenía palabra alguna a diferencia del rey.

Eugene al parecer tenía familia, o eso era lo que ella suponía pues no era tan joven. ¿Qué habrá sido de ellos? Tal vez estaban pasando por alguna situación difícil. Cualquiera que perdiese a alguien cercano estaría pasando por eso. Aún ella, cuando no era de su misma sangre, le extrañaba. La había acompañado toda su vida.

También extrañaba a sus padres aún cuando sabía todo lo que estaban haciendo. Extrañaba que a la hora de la comida podía tener pequeñas charlas con ellos. Pero si se hubiese quedado en el castillo, tampoco hubiera durado mucho; Julien de inmediato, la hubiera llevado a su castillo.

-Dejaré la carroza aquí- avisó Jean.

Jean se había ofrecido a ir también, en cuanto se enteró, no permitió que lo hicieran solos. Clarisse se sentía profundamente agradecida, saber que iba allí le daba cierta tranquilidad.

La dejó detrás de varios árboles para evitar que alguien la viese, aunque todo alrededor se veía algo desértico. Pensó que habría muchas personas pero no era así, no sabía si eso era algo bueno o malo.

Lyon bajó primero, no le costó mucho y luego se volteó a verla. Clarisse no era alta, por lo que le parecía un poco difícil saltar como Lyon lo hacía. Además, temía caerse y hacer el ridículo. La rodeó con sus brazos para que en pocos segundos, estuviese finalmente en el suelo.

-Gracias- musitó, sentía un poco de vergüenza que él tuviera que ayudarle. Había visto que Aimeé no necesitó la ayuda de nadie la vez que fue con ellos.

-No es nada- respondió dando un amago de sonrisa.

Lyon se veía bastante tenso e intranquilo, pudo notarlo desde que iban en la carroza porque permanecía en silencio.

Jean había traído algo para anclar la carroza y que nadie quisiese robarla. Al aparecer era una cuerda o algo como eso, Lyon se separó un poco de Clarisse para ayudarle.

Mientras hicieron eso, ella se acercó a la entrada del castillo. Habían varios guardias cubriendo alrededor. No tantos como en Versalles (lo cuál era algo obvio) pero aún así llevaban armas.

Vestigios | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora