Clarisse estaba despierta, tenía un vestido fino de color verde, el corsé le apretaba más de lo normal y tenía más tela el vestido que la que usualmente acostumbraba a usar. Una de las mucamas la peinaba con un pequeño sombrero a juego con su vestido y un largo liston. En poco tiempo, ya estaba lista.Hoy irían al castillo de Ainay-le-Vieil, iría el conde de Languedoc y los duques de toda la provincia, al igual que algunos marqueses.
-Joven, es momento de que baje.
-Ahora bajo- Clarisse se apresuró a tomar el ajedrez que guardaba bajo su cama, tal vez encontrará a alguien con quien jugar. O jugaría sola.
Bajó al jardin donde se encontraba su padre con un traje azul elegante y a su madre con un vestido púrpura, su madre derrochaba elegancia, cosa que Clarisse pensaba que carecía.
-Tu vestido es muy lindo- Tabatha, su madre, le sonrió cerradamente- Luces muy apropiada.
-Muchas gracias- le contestó mirandose de pies a cabeza sin ver lo que su madre veía.
Su padre se limitó a asentir dandole a su madre la razón, no solía hablar cuando estaba presionado o se sentía ansioso y ella sabía darle su espacio.
En cuanto subió y comenzaron a avanzar, logró identificar el lugar donde había encontrado una semana atrás a Lyon, el cual no había visto desde que le ofreció la bolsa de libras, ella no lograba entender como no veía aunque sea un poco el trasfondo de todo el pueblo, siempre le había parecido que no había nada en especial pero ahora todo en su perspectiva había cambiado.
Mientras avanzaban, capturaban la atención de la mayoría de pueblerinos, pero el que le llamó más la atención fue el chico semirizado caminando tranquilamente y Clarisse lo identifico enseguida.
Lyon.
Sus padres estaban al lado suyo, no podía gritar su nombre aunque se moría por hacerlo, mordió su lengua para mantenerse callada. Aunque no fue necesario porque él la logró ver (como cualquier otro que caminaba por allí), Clarisse sonrió lo más discreto que pudo, aunque tal vez fue fallido ya que él lo noto. Lyon le preguntaba a donde iba con la mirada, claro que no lo entendió de esa forma. Desvió la mirada perdiendolo de vista.
Clarisse guardaba cada detalle del recorrido aunque no le agradara hacerlo, como el mal olor de algunas calles e incluso a un caballo muerto a mitad del camino. En la puerta del castillo había varios escuadrones de guardias lo que capto su atención al instante.
Dentro del castillo había largos pasillos y colores suaves y plata que le daban un toque elegante y hasta el fondo en un salón grande se encontraban hombres con trajes finos y sus familias.
Después de saludos y presentaciones, decidieron pasar al salón dejando a varios chicos y chicas en completo silencio. Clarisse no tenía amigos, nunca se había tomado el tiempo de conocer a alguna hija o hijo de un noble y hablarle por un simple hecho: no era lo suficientemente sociable para hacerlo.
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Vestigios | Timothée Chalamet
RomanceTodo estaba cambiando. Francia planeaba su Revolución. Una noble, un chico del tercer estado y los vestigios de un antiguo régimen que se estaba transformando.