Treinta y seis

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Podría quedarse en aquella casa toda su vida, no era nada parecido a como se sentía cuando seguía en el palacio, aunque era tan grande llegaba un punto donde necesitaba aire fresco, distraerse de alguna forma para dejar de sentirse tan asfixiada

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Podría quedarse en aquella casa toda su vida, no era nada parecido a como se sentía cuando seguía en el palacio, aunque era tan grande llegaba un punto donde necesitaba aire fresco, distraerse de alguna forma para dejar de sentirse tan asfixiada.

No había podido salir, a veces pasaba un par de horas en el pequeño jardín con Lyon, pero nunca podían tardarse mucho en volver a entrar, no porque no quisiese, sino porque se exponía a que algún soldado le viera. Para ese punto, seguramente ya la estaban buscando.

Llevaba el día entero esperando volverlo a ver, no creía que se pudiese extrañar tanto a una persona cuando no se había alejado por mucho tiempo. Leía uno de los libros gastados, tendida sobre la cama tratando de ahorrar tiempo. Había comenzado a angustiarse con la posibilidad de que algo le hubiese ocurrido o que por alguna desafortunada circunstancia no volvería.

La señora Camille la había visitado a la hora del almuerzo, ni siquiera pudo comer un poco, estaba tan llena de angustia que permaneció en silencio.

No quiso salir a ver los árboles o el paisaje, en ese momento no podía pensar en otra cosa que no fuese en Lyon y en donde podía estar.

Deseaba con todas sus fuerzas que no lo hubieran encontrado, durante ese día se había puesto a pensar mucho en el peligro que él corría. Le había dicho su nombre la vez que estuvo en el castillo. Eso era más que suficiente para que pudiese ser hallado.

Su padre podía pedir cualquier cosa, seguramente no se encontraría satisfecho ante su fuga y haría lo imposible para que volviese cuanto antes.

Era de noche

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Era de noche. Era la primera noche que Lyon no llegaba.

Estaba mordiendose las uñas, golpeando con su pie el suelo, emitiendo un sonido constante y alterado, dando vueltas sin ningún rumbo por toda la casa, asomandose de vez en cuando fuera para poder ver si venía.

Ya había explorado todas las opciones, desde haberse perdido en un mercado hasta haber sido encontrado por los guardias y llevado a su padre. O aún peor, al rey.

Vestigios | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora