Treinta y cuatro

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La casa era más bella de lo que había pensado, era pequeña y estaba rodeada de árboles frondosos, apartada del centro de Versalles y todo el tumulto de la gente que allí vivía

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La casa era más bella de lo que había pensado, era pequeña y estaba rodeada de árboles frondosos, apartada del centro de Versalles y todo el tumulto de la gente que allí vivía. Se tomó unos segundos para admirar todo, desde la adorable puerta de madera maciza con ornamentos desgastados hasta el cielo que contrastaba en azules coloridos y blancos.

Y finalmente su vista se dirigió a Lyon, parecía algo nervioso, claramente no era nada parecido a ningún lugar donde ella hubiera estado, era probable que ella decidiera regresar después de haberla visto y no la juzgaría, si esa fuera su decision y ella así lo quisiese, la hubiera entendido perfectamente.

-Me gusta- dijo al fin con una sonrisa, como si necesitaba que ella lo dijera en voz alta para sentirse más tranquilo.

Pudo ver como mordió su labio ligeramente evitando volver a toparse con sus ojos, estaba pensando en alguna forma en la cual le pudiese parecer más agradable, tal vez debía cambiarle el color a las paredes o ampliarla un poco más de los costados.

-Lyon- lo llamó una y otra vez, esperando que no se sientiese mal por eso- Me gusta.

-¿Completamente segura?- inquirió.

-Mucho.

Esbozó una apenas visible sonrisa ya más relajado. Si era honesto no era mucho, prácticamente nada para alguien que lo solía tener todo.

-¡Ya volviste al fin!- exclamó una voz femenina llegando junto a ellos.

Era una señora ya mayor, que sin importar eso parecía demasiado fuerte, tenía el cabello con destellos blancos de canas y completamente peinado, pocas arrugas en el rostro y un vestido impecable.

-Y veo que llegaste con una hermosa dama- dijo sonriendole con amabilidad.

-Es la señora Bonnet, mi vecina. Señora, ella es Clarisse, mi-

Se giró a verla, le estaba preguntando con la mirada pero ella realmente tampoco sabía que eran, si bien hace un par de horas le había confirmado lo mismo: también la amaba lo suficiente como para aceptar pasar una vida al lado suyo, tampoco iba a decir eso, no cuando aún no había sucedido.

-Me alegra conocerte al fin, Lyon me ha hablado de ti y por lo visto si eres tan encantadora como te describió- la abrazó de inmediato sin esperar ni un segundo más, le respondió de la misma forma tan entusiasta y amable, quería ocultar sus mejillas rosadas ante las palabras que le había dicho.

-Me alegra conocerla también.

Cuando el abrazo finalmente había concluido su atención se dirigió a lo que estaba usando, frunció el ceño examinando cada parte y mancha que había sobre este.

-¿Qué le sucedió a tu vestido?

-Me fui corriendo, señora, y se manchó en el camino, creo que ya no se puede arreglar- dijo completamente apenada.

-Oh, por supuesto que si, yo me aseguraré de ello. Quitatelo, te traeré otro y lo lavaré.

-No hace falta, muchas gracias.

No lograba comprender como sentía tanta confianza con una persona que acababa de conocer, seguramente era la forma en la que le decía las cosas, con tanta sencillez y seguridad que hacía que se sintiera como si la hubiese conocido desde hace muchos años.

-Insisto, tu quitatelo, yo iré por el de inmediato.

Sin darle ni un segundo para rechistar, se dio la vuelta con tanta prisa como si alguien la estuviera persiguiendo.

Lyon estaba dándole una pequeña y cálida sonrisa a lo que ella solamente pudo corresponderla.

-Creo que le agradaste mucho- dijo dando pequeños pasos hacía ella.

-A mi también me agradó, aunque no esperaba que me ofreciera un vestido- dijo soltando una pequeña risa y llegando finalmente frente a él.

-¿Te parece si te muestro adentro para que te cambies?- sus ojos viajaron por todo su rostro con tanta lentitud que era tranquilizante. Quería decirle que sí pero simplemente las palabras se atoraban antes de que pudiese siquiera formularlas, asintió levemente con un amago de sonrisa- Por Dios, me parece tan irreal que estés aquí. Que estemos aquí.

-A mi también- alzó sus dedos hasta que acarició su mandíbula. Como si necesitara aquel contacto humano para terminar de convencerse.

Antes de que pudiese suceder algo más, la mujer había vuelto a salir apresurada, con una tela azul con blanco sobre sus manos que no tardó nada en darse la junto con un par de zapatos.

-Puedes entrar a cambiarte, si necesitas mi ayuda dile a Lyon que toque mi puerta y vendré enseguida.

-Muchas gracias.

-Nos vemos luego.

Agachó su cabeza y les dio la espalda, le pareció alguien muy agradable, no parecía que su presencia la hubiese molestado, incluso parecía contenta con que estuviera allí.

Lyon se había adelantado a abrir la puerta y le permitió el paso después, había una pequeña cocina en una esquina con una mesa y varias sillas, al otro lado había lo que era parecido a una pequeña biblioteca y cruzando un par de puertas finalmente estaba el cuarto. Tenía una cama más chica, varios muebles con velas encima y finalmente un espejo anclado a la pared.

-Bueno, te dejaré para cambiarte- dejó un fugaz beso sobre su frente para dirigirse hacia la puerta- Estaré afuera por lo que sea que necesites.

-Gracias.

La puerta se cerró ligeramente y se hizo un silencio. No pudo evitar darle un vistazo a todo más de cerca, allí era donde vivía, era cálido, no parecía como las áreas extravagantes y decoradas con muebles costosos que nadie usaba en el palacio.

Sin distraerse más, se quitó todo lo que poseía con total confianza, ya no había ninguna mucama que pudiese entrar o su madre. Cuando logró deshacerse del vestido fue como si se sintiese más ligera, acomodó sus medias para después ponerse aquella prenda que le habían dado. Era tan liviana que por unos segundos pensó que no llevaba nada puesto, pero cuando se miró al espejo pudo divisar hermosos tonos, tan simples pero lindos que le encantó. Se deshizo de aquel peinado para quitarse por completo del recuerdo que acababa de suceder, alborotando su cabello para que se viese más simple.

Cuando estuvo lista decidió mirar un poco más, le parecía tan interesante finalmente ver dónde vivía Lyon después de tantas preguntas que se hacía respecto a eso. Y ahora ella también viviría allí. Por lo menos por ese momento.

Cuando salió Lyon tuvo que contener la respiración (como cada vez que salía a verlo). Le pareció lo más bonito que había visto en su vida. No era el bonito vestido, ni el sencillo y adorable peinado, simplemente era ella. Podría usar la cosa más horrible y estar peinada de la peor forma y aún así le seguiría pareciendo preciosa. Aún así sería preciosa.

Y la besó. Porque en ese momento, tenían todo el tiempo del mundo.

~·~

¡¡Espero que les haya gustadooo!!

Pensé en actualizar después pero subí un capitulo para agradecerles las 10k de leídas, de verdad no tengo palabras para agradecerles el apoyo que le han dado a esta historia, muchisimas graciaaas. Al principio pensé que nadie la leería jajs

Que tengan un bonito díaaaa 💗

Vestigios | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora