Cuarenta y uno

1.2K 134 35
                                    

Era el día de su partida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era el día de su partida. Mentiría si decía que no estaba nerviosa. Lyon le había comprado una capa para que se cubriera y así no la encontrasen pero aún así tenía demasiada preocupación de que alguien la pudiese ver.

Aún parecía de noche, faltaban un par de horas para que saliera el sol. Se levantó y se vistió con uno de los vestidos que Lyon le había comprado.

Un día antes le regresó todas las prendas que había utilizado a la señora Camille y se despidió de ella. Esperaba poder volver a verla, había sido muy amable con ella desde que la vio por primera vez. Seguramente la extrañaría.

Después de que Lyon se cambió, salió para acomodar todas las cosas en la carreta intentando no hacer ruido. Lo que menos querían era llamar la atención de alguna persona que caminaba por allí o uno de los lejanos vecinos.

En cuanto estuvo lista, salió a alcanzarlo mientras cubría casi por completo su rostro con el gorro. Él le extendió la mano para ayudarla a subir y después de darle una sonrisa, la aceptó.

Lo único que había pensado durante el recorrido era que podían encontrarlos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo único que había pensado durante el recorrido era que podían encontrarlos. Que cualquier persona se daría cuenta de ello y sentía que estaba siendo una completa paranoica. Aunque entendía porqué; estaban en demasiado peligro.

Lo importante era que habían logrado llegar sanos y salvos hasta Berry. Sintió como si le apretaran el pecho cuando no pudo divisar a lo lejos el castillo de Valençay. Ya no se veían las cúpulas de las esquinas ni siquiera la punta de ellas. Era como si nunca hubiese existido alguna construcción en el lugar.

Debía admitir que el trayecto había sido por una parte gracioso; Lyon al parecer no tenía mucha práctica llevando la carreta por lo que a veces tenía que advertirle respecto a atropellar a cualquier ser vivo que pasase o incluso chocar con árboles. Aunque eso no les impidió tener que detenerse un par de veces debido a que caía en algún bache.

Poco tiempo después, reconoció los alrededores del pueblo. Había estado allí unos meses atrás pero sintió como si hubiesen sido décadas, aún podía recordar las primeras veces que Lyon la había visitado y cuando lo había conocido, aunque la manera en la que sucedió no fue muy común.

Vestigios | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora