-¿Volver a Berry?-Sí, con esto de la inconformidad y las revueltas, Versalles es el punto central. Y estoy seguro que si nos vamos allá, no te encontrarán- dijo, pero algo le dijo que por dentro estaba tan dudoso como ella.
Guardó silencio un minuto, pensando y divagando para ver todas las posibles consecuencias de aquella decisión. Berry no quedaba cerca, pero era la única opción que tenían, era eso o esperar a que los hallaran.
-¿Dejarías a tu padre aquí? ¿Luchando solo?
Era su padre, podía odiar a Clarisse y quererla alejar de Lyon, pero seguía siendo su familia. Le importaba su hijo, no por nada le pidió que no se pusiera en peligro ayudándo a una noble. Además, ella entendía y apoyaba que luchasen en contra del rey, si ella tuviera el valor suficiente, lo haría también. Y más conociendo la vida que llevaba la clase alta mientras la demás gente sufría para conseguir las cosas más básicas.
-Por ahora sí.
Clarisse se sentó justo al lado suyo y tomó su mano como había querido hacerlo desde que lo vio pensativo durante la visita de Jean. La acarició intentando reconfortarle. No debía porque abandonar algo que era tan importante para él como su padre por ella. No quería que lo hiciese.
-¿De verdad? No tienes porque hacerlo.
-Quiero hacerlo, además podemos volver luego, por ahora es más importante que no te encuentren.
Asintió sin más, eso no quitaba que muy en el fondo, la culpa la estuviera matando. Sin importar nada más, le sonrió.
-¿Y cómo lo haremos? No creo que podamos ir a pie.
Había una considerable distancia entre los dos lugares, tendrían que hacer muchas paradas en el trayecto, no tenían la forma en la cual pudiesen llevar todas sus cosas y era peligroso salir y caminar entre los pueblos sin ninguna clase de protección para que no los encontrasen.
-Debemos conseguir una carreta y un par de caballos, supongo- se detuvo a pensarlo mejor. Todas las opciones le parecían de lo más imposibles, pero no podía simplemente rendirse.
-Me imagino que son costosos- afirmó.
Si algo había entendido era lo complicado ganar el dinero suficiente si se trataba de un trabajador común. Seguía sin comprender como había logrado comprarle sus pinturas, debió de haberle costado una fortuna.
-Podemos vender mi vestido- sugirió- Mi madre se encargó de que estuviese lleno de piedras preciosas, estoy segura de que si se las quitamos, nos darán lo suficiente.
Lyon guardó silencio, sabía que a él no le había parecido del todo su idea.
-A mi no me importa el vestido- dijo como si le acabase de leer la mente- Ahora que lo veo, me parece muy extravagante para mi gusto.
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Vestigios | Timothée Chalamet
RomanceTodo estaba cambiando. Francia planeaba su Revolución. Una noble, un chico del tercer estado y los vestigios de un antiguo régimen que se estaba transformando.