Cuarenta y nueve

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La tarde anterior Lyon le había contado todo lo que había vivido con su padre a Clarisse quien lo oyó atentamente

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La tarde anterior Lyon le había contado todo lo que había vivido con su padre a Clarisse quien lo oyó atentamente. Habían vivido muchas cosas juntos, le había enseñado todo respecto a la tierra (como trabajarla y cosechar), también junto con su tío a como defenderse y a leer. Su tío era un soldado del castillo que ya no existía. Ella deseó poder haberlo conocido, seguramente era alguien tan maravilloso como él.

Le contó las cosas que sucedieron antes de que él naciese y su madre muriera. Se habían conocido en la calle, sus padres eran amigos y ellos lo fueron por consiguiente, un día le propuso matrimonio y vivieron juntos poco después. Clarisse pensó en lo afortunados que habían sido de poder estar juntos sin complicaciones como las que ellos tenían.

No le fue fácil hablar de todo aquello. Ella se sintió sumamente orgullosa cuando pudo sacarle un par de risas. Le fue más que suficiente.

Aunque aún le dolía, se estaba esforzando por actuar de lo más normal. Trataba de no recordarlo, como si nunca se lo hubiesen dicho.

-Buenos días.

-Buenos días- respondió Lyon adormilado después de tallarse los ojos.

Clarisse pensó en lo tierno que se veía de ese modo; su cabello estaba despeinado y sus ojos, entrecerrados. Se detuvo de pintar para verlo levantarse. Inhaló profundamente y estiró sus brazos, en cuanto la vio observándolo, esbozó una sonrisa.

-¿Qué estas pintando?

Clarisse no sabía si decirle o no. Quería que estuviese terminada primero. Aunque era posible que nunca se la mostrase, temía que no le quedara como había pensado.

Estaba pintando a su padre. Lo había visto muy poco y sólo molesto, por lo que se le complicaba al tener que pintarlo de una forma seria. Pensó que le gustaría tener algo que se lo recordara siempre pero no en un mal modo, sino por todo lo bueno que habían vivido.

Cuando alzó la vista para contestarle, sus mejillas se pusieron coloradas.

Lyon estaba quitándose la camisa para ponerse otra. Normalmente, él se despertaba primero y cuando ella lo hacía, él ya estaba listo y la dejaba cambiarse sola. No supo cómo reaccionar ante lo que estaba viendo.

Nunca había visto a ningún hombre así y tampoco se había imaginado en una situación como esa. Era delgado y blanco, lo que hacía que resaltase sus marcas parecidas a moretones ya viejos y algunos no tanto, seguramente eran los de Julien, cosa que le dolió ver. Pero aún así no dejaba de parecerle tan... ¿Atractivo?

No sabía que era con exactitud, casi nunca sabía lo que en realidad estaba sintiendo cuando se trataba de Lyon.

Se obligó a concentrarse en lo que le había preguntado. Estaba nerviosa por cómo podía reaccionar pero al mismo tiempo quería saber su opinión porque él lo había conocido mejor que nadie.

Vestigios | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora