Todo estaba cambiando. Francia planeaba su Revolución. Una noble, un chico del tercer estado y los vestigios de un antiguo régimen que se estaba transformando.
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Cuando Lyon se alejó lentamente de ella, comienzó a añorarle. Deseaba que hubiera durado para siempre, sabía que sería el único por un largo tiempo y le asustaba alejarse de él, jamás volver a sentirse como se sentía a su lado.
Los brillantes ojos verdes le volvieron a mirar, las palabras se atoraron en su garganta antes de que pudiera emitir algún sonido, deseaba que lo volviera a hacer. No entendía porque y tampoco quería saberlo.
-Tus padres quieren conocerlo.
La voz dura cayo como un balde de agua fría sobre su cabeza, Clarisse se sobresaltó desviando su mirada lo máximo posible, sentía su rostro hervir y odiaba esa sensación. Sabía que Julien estaba molesto, siempre que Lyon estaba cerca parecía más grosero y descortés de lo que normalmente era. Pero ahora su mente no podia pensar en otra cosa que no fuera lo que había acontecido con Lyon. Le había besado.
-Sus padres quieren conocerte- se giró a él dándole una mirada seca.
Sin darle respuesta alguna, hizo un gesto con la cabeza forzado. Se sorprendió de que su expresión cambió tan rápido, hace unos minutos no tenia esos ojos fríos que ahora poseía, que le dieron una mirada a Julien antes de abrir la puerta que daba con el salón. Sin mirar al pelirrojo, le siguió, le ofreció pasar primero a lo que ella aceptó y jugó con sus dedos nerviosamente.
Lyon conocería a sus padres, no solo a sus padres sino a los duques, amigos de Luis XVI siendo un chico del tercer estado, a ella no le angustiaba eso, sino el peligro que corría si fuera descubierto. Sus padres se encontraban en la esquina del salón esperandoles, Clarisse no era buena mintiendo y mientras llegaba hasta ellos esperaba no arruinarlo todo con una palabra, tal vez por esta ocasión debía permanecer en silencio.
-Julien nos habló de ti, no te había visto en todo el festejo. Llamame Alexandre- el padre de la joven habló con firmeza- ¿Tu nombre?
-Lyon. Un gusto.
Su pulso se aceleró al escuchar esas palabras salir de su garganta, le estaba diciendo su verdadero nombre, temía que ese pequeño detalle pudiera perjudicarle si todo salía mal.
-Un nombre muy francés, me gusta. ¿Hijo de un marqués?
-No, de un conde.
-Oh, ya veo- asintió convencido- ¿Lancashire no?- Lyon asintió nuevamente- Julien me hablo un poco de ti. Me alegra que hayas venido, no solemos tener mucho contacto con Inglaterra últimamente.
Esbozó una sonrisa.
Lyon estaba tenso, Clarisse pensaba entender porque, sus manos se encontraban ocultas sobre sus bolsillos apretadas en puños, no lograba mantenerse ni un poco tranquilo, una mezcla de emociones amenazaban con estallar.
-Ojalá te quedes aquí más tiempo, así podríamos charlar, me dijo que eras amigo de Clarisse. Puedes hospedarte en el castillo. Además no creo que sea prudente salir con la insolencia que se presenta en las calles.
