Nueve

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Clarisse había despertado tan pronto como el alba llegó, Ese día era el festejo navideño y se encontraba pensando en una forma en la cual pudiera ir con Lyon sin que sus padres se enteraran que como ella habia sospechado, ni siquiera le permitiero...

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Clarisse había despertado tan pronto como el alba llegó, Ese día era el festejo navideño y se encontraba pensando en una forma en la cual pudiera ir con Lyon sin que sus padres se enteraran que como ella habia sospechado, ni siquiera le permitieron terminar la pregunta de permitirle salir al pueblo. En cuanto encendió las luces, las mucamas entraron con las prendas que utilizaría ese día el cuál era el vestido que había ido a probarse aquel día con Lyon.

La joven optó por un peinado más tranquilo con el accesorio que Liah le había elaborado, con tales accesorios, un peinado extravagante se vería algo pasado de moda e inusual. Ella tenía los nervios de punta al pensar en lo que iba a hacer, por primera vez en su vida iba a desobedecer a sus padres en una orden especifica que le habían dado y solo pedia a Dios que entendiese la buena voluntad que tenía.

Primeramente irían a la Catedral de Bourges, donde se haría la ceremonia para posteriormente volver al castillo a la celebración. Los nobles comenzarían a llegar y para ese entonces, Clarisse y sus padres tendrían que encontrarse listos. Por esa razón, después de un rápido desayuno, tomaron un carruaje en dirección a la Catedral.

Normalmente, ella vería todo a su alrededor, esta vez sentía que debía calmarse, haciendo respiraciones constantes, además que el corsé le apretaba causandole un poco de dolor.

Los soldados cuidaban todo alrededor, lo que a la gente no le asombro, la mayoría de veces que salía la familia completa se encontraba de la misma forma.

-Hoy estará en la celebración Julien- le habla su madre.

-¿Julien?

-Sí, deberías hablar más con él. Es un buen joven. Además tiene muchos talentos.

"Claro, muchos" pensó.

-¿Por qué tendría que hablar más con él?

-Tienes dieciocho, Clarisse- insinuó- Puede que se vuelvan buenos amigos.

Se esforzaba por comprender el punto al que su madre quería llegar, tal vez le insinuaba porqué no se relacionaba con ningún otro noble si ya era más adulta.

-Los nobles me han exigido que te comprometa con el conde de Provence- inmediatamente Clarisse entró en pánico- No lo haremos, pero queria comentartelo.

Clarisse estaba a punto de llorar al terminar de escuchar a su madre, sus ojos le picaban; el conde de Provence era un hombre de cuarenta y seis años, viudo dos veces y era un hombre corpulento el cual no había concebido hijo aún, contaba con cinco hijas pero aún faltaba un heredero. No podía ser su esposa, la idea misma le hacia querer huir, el miedo se infiltraba con el simple hecho de pensar en que no podria escapar de él, que compartirían la misma cama y consolidarian el matrimonio. Lo que le causo ansiedad.

El camino se basó en aterrarse respecto al matrimonio arreglado que le podrían hacer, prefería ser una mujer de cuarenta años que no haya tenido hombre a compartir su vida al lado de una pesadilla. Ella podía ser lo suficientemente fuerte como para gobernar sin un hombre a su lado.

Vestigios | Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora