Capítulo 36

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Nydia

Y así, señoras y señores, es como unos mercenarios preparan una misión de ¿ataque sería la palabra? Porque realmente no íbamos a atacar nada, solo nos colaríamos en un lugar en el que no deberíamos entrar, y nos llevaríamos una semilla que no deberíamos tocar. ¿Lo he expresado bien? Solo esperaba que cuando Protea dijo eso de "librarnos" de los vigilantes, no significaría matarlos. Acabar con la vida de las personas a las que iba a gobernar no me parecía una buena manera de presentar mi candidatura a reina.

—Ya conocéis el punto de encuentro y la fecha. Colgad una baliza de confirmación cuando estéis en posición. Y sobre todo, discreción y no os dejéis atrapar. —Rigel dijo muy serio esa última palabra, como si la seguridad de todos ellos le preocupase. Aunque también pudiese ser que si uno fallaba, la misión no podría llevarse a cabo.

Revisaron cada detalle como cinco o seis veces, no lo sé, yo me quedé dormida la tercera vez que lo hicieron, y creo que desperté cuando terminaban de repasarla por última vez. ¿Cuántas horas estaría esta gente despierta normalmente? No tenía ni idea de sus usos horarios, ni sus pautas de descanso. Lo único que tenía claro es que el jet lag también existe en el espacio.

—Será mejor que durmamos un poco. —Rigel se volvió hacia los que quedábamos en la habitación cuando aseguró la puerta.

—11 horas. —informó Silas mientras me señalaba con la mirada, sí, podía ver eso, esa cifra la dijo por mí. No iba a protestar, yo necesitaba mis 9 horitas si quería ser persona. Aunque no estaba segura de que "sus2 horas duraran el mismo tiempo que "mis" horas. Rigel frunció el ceño, por lo que supuse que no era el plan que él tenía en mente.

—Solo tenemos 6 horas, lo justo para no llamar la atención. —decretó Rigel. No sé si los mercenarios tendrían un modo normal y otro diferente cuando entraban tenían una misión por delante, pero definitivamente su actitud había cambiado, estaba más mandón.

—Nydia necesita descansar. Nunca ha salido del planeta, no está a costumbrada a la vida en el espacio. —Casi que podía notar la súplica en la mirada de Silas. Él se preocupaba por mí, así que me uní a su muda súplica, pero no sirvió de nada.

—Dormirá en el viaje. Si nos quedarnos demasiado tiempo parados no llegaremos a tiempo a la convocatoria de la Cámara. —Silas asintió vencido.

—De acuerdo.

—Le daré algo para que aproveche ese sueño. —se ofreció Nomi.

—Yo me encargo de eso. —Rigel manipuló un control para que la pared que dividía originalmente ambas habitaciones regresara a su lugar. —Dentro de 6 horas y media nos vemos en el muelle de atraque. —Y bum, nos quedamos solos. Instintivamente mis ojos se dirigieron hacia las dos camas que estaban a mi izquierda.

—Bueno ¿cuál quieres? —Cuando volví la vista hacia Rigel me encontré con su pecho desnudo. Su camisa, o jersey, o lo que fuera estaba siendo sacado por su cabeza con la ayuda de sus brazos

Decir que me quedé atrapada por lo que estaba viendo era quedarme corta. Los dibujos de aquellos tatuajes sobre su piel eran hipnóticos. Eran como un escuálido rosal sin flores, todo ramas negras con sus espinas. Bueno, ramas, solo habría tres o cuatro, y eran pequeñas. Pero aún así, me pareció magnético, sobre todo cuando los músculos bajo su piel parecían darle vida mientras se movía.

—La que está más cerca de la puerta. —Se sentó en una esquina de la misma para empezar a quitarse las sujeciones de sus botas. —Será mejor que vayas al baño a hacer lo que suelas hacer antes de ir a dormir. —Asentí de norma mecánica mientras mis pies me dirigían lentamente hacia el baño.

Mis ojos no podían apartarse de su espalda perfectamente definida, con aquellos músculos ondulando bajo su piel, y aquella rama de espinas descendiendo por su columna vertebral desde su nuca hasta más allá de sus pantalones. Era un arbusto diferente, nada que ver con el que nacía de sus piedras negras. ¿Tendría algún significado? ¿Sería una forma de expresar el sufrimiento que le causaba la muerte de su semilla? Sacudí mi cabeza y aparté esa pecaminosa tentación de mi mente. ¿Todos los hombres felinos serían así de sexis?

Como dijo Rigel, hice lo que tenía que hacer. Que mal suena. Me estaba lavando las manos cuando la puerta del baño se abrió, dejando paso a un Rigel sin nada encima. No tenía que haber mirado, pero mis ojos fueron directos allí, a esa parte de su anatomía que mi femenina curiosidad necesitaba revisar. Mmmm, pues sí, en eso parecíamos iguales. Aunque el aparato de Rigel estaba menos escondido que el de mi ex. Quiero decir, que o estaba algo emocionado o todos los felinos tenían una buena herramienta para la reproducción.

Cuando le vi dirigirse directamente hacia la sandía de la evacuación, ya saben, donde se hacen esas cosas en estos mundos, supe que él también necesitaba vaciar su depósito.

—Enseguida termino. —No quería entrar en eso del espacio personal e intimidad, porque al ser una cultura diferente, esas cosas puede que no se tuvieran en cuenta. Me apresuré para usar el secador de manos, de la misma manera que Nomi me había explicado, pero estaba claro que necesitaba practicar más para hacerlo rápido. ¿Dónde demonios estaba el sensor o el botón este? Lo sabrías si no trataras de mirarle el trasero a Rigel en el espejo. Es que está tan redondito y duro...

—Deja que te ayude. —Su cuerpo se pegó a mí por la espalda para activar el aire caliente.

—Gracias. —Después se dispuso a lavarse las manos. Al menos eso no era diferente, los gatos eran limpios.

Regresé tan rápido como pude a la habitación, pero cuando llegué junto a la cama me detuve en seco. ¿Tenía que desnudarme yo también para meterme en la cama? En El Fénix simplemente me había recostado en la camilla esa y había cerrado los ojos, ni siquiera me había quitado los zapatos. Como dijo Rigel, hay que estar preparado para salir corriendo en cualquier momento. Pero aquí... Bueno, empecé por lo primero, mis propias botas, así que me senté y empecé a buscar los cordones o lo que fuera.

—Deja que lo haga. —Rigel clavó una rodilla en el suelo frente a mí, mientras sus manos ocupaban el sitio de las mías.

Debería haber prestado atención a cómo lo hacía, más que nada para poder atármelas de nuevo cuando nos fuésemos, y a poder quitármelas sin ayuda la próxima vez. Pero sencillamente no pude, porque cada vez que inclinaba la cabeza, la mirada se me escapaba hacia sus marcados abdominales y sobre todo un poquito más abajo, hacia su ingle. Y no, puede que él no sintiera pudor o reparo en mostrarme su cuerpo, pero otra cosa es que yo no me sintiera incómoda, o más bien... sofocada, si, esa era la palabra. ¡Madre mía!, pero qué bien hecho estaba este gato, mucho más que... que... ¿cómo se llamaba mi ex? ¡va!, ¿qué importa eso ahora.

Cuando sentí que mis pies ya estaban liberados, me atreví a mirarle. Su cabeza se alzó en ese momento, haciendo que esos ojos dorados parecieran dos pequeños anillos frente a mí. Si había pensado que sus tatuajes eran atrayentes, sus ojos, a esta distancia, eran un imán del que era imposible escapar.

—Te ayudaré también con esto. —Sus ojos se apartaron para seguir el camino de sus manos. Sentí como manipulaban algo cerca de mi cuello. Instintivamente levanté la barbilla para facilitarle la tarea, y ya de paso evitar mirar hacia abajo.

Sí que estaba amarillento el techo de esta habitación, ¿Cuánto tiempo hacía que no lo limpiaban?

—Hueles tan bien. —Sentí su calor muy cerca, y por el rabillo del ojo distinguí su cabeza casi metida en el hueco de mi cuello, igual a como hizo aquel niño la vez anterior. Podía sentir la punta de su nariz rozando mi piel.

¡Mierda!, mi corazón se puso a latir como un loco, pero esta vez no porque me sintiera incómoda, si no porque era la situación más caliente que podría haber imaginado. Dios que estás... en los cielos ya no sirve ¿en un árbol? ¡Lo que sea! Querido Dios, haz que este gato me ronronee.

Rigel - Estrella Errante 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora