Capítulo 50

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Rigel

—¿Qué teoría? —Fue Nomi la que hizo la pregunta, pero todos la teníamos en la cabeza. Silas parecía no estar demasiado seguro de exponer su idea, seguramente porque las cifras no la apoyarían. Datos, los amarillos solo estaban seguros si los datos respaldaban sus palabras.

—En los estudios antropológicos realizados sobre la biología de los kupai, hay uno que hace mención a que si el gran kupai es el padre de todos los demás kupai, en teoría cualquiera de sus descendientes sería aceptado por él. —Cuando estos amarillos se ponían en modo científico no había manera de seguirles el ritmo. Ellos dominaban en profundidad varias disciplinas, era parte de su naturaleza ávida de conocimientos. El resto con contentábamos con ser buenos en solo una de ellas, tal vez tener conocimientos de alguna más. El resultado, es que dudo mucho que ninguno de nosotros supiera de qué demonios estaba hablando.

—¿Quieres decir...? —Salvo otra amarilla, claro.

—En teoría, sí. —Silas dudaba, y eso no era bueno. Aunque ya llegados a este punto, cualquier sugerencia podía ser tomada en cuenta, aunque primero tendríamos que saber de qué hablaban.

–¿Os importaría explicárnoslo a los demás? —A ver si así averiguábamos que estaban sopesando. Silas asintió hacia Nomi, para que ella tomase la palabra.

—El árbol blanco está vivo y tiene semillas. No se ha intentado que una de ellas inseminara a un humano, más que nada porque se ha constatado que al menos una parte de él ha de tener parte de la genética de dicho árbol para que lo reconozca. Por eso un rojo no puede recibir una semilla de un árbol amarillo, o un verde...—Kendal la interrumpió.

—Vale, vale, eso lo tenemos claro.

—Pero hay casos en que un rojo de Bores ha sido bendecido en Bolmir, y viceversa. —Yo podía haberme acogido a esa opción, pero decidí ser bendecido en mi planeta origen para unir más mi lazo existencial a la mujer que me dio la vida.

—Eso es porque ambos árboles comparten la misma genética, como si fueran hermanos idénticos. —Aclaró Nomi. —Lo que dice el estudio al que hace referencia Silas, dice que un hijo del árbol principal puede ser bendecido por este.

—En otras palabras, que Nydia podría ser bendecida por una semilla del árbol blanco, y como su morfología genética contiene trazas de la genética azul... —Eso quería decir...

—Que la semilla que arraigue en ella tomaría el color azul. —Terminó de explicar Nomi.

—¿Eso puede hacerse? —Preguntó Niell.

—En teoría. —Silas no conseguía mantener la vista cuando lo decía, y eso me ponía nervioso con respecto a esa idea.

—Pero no sabemos si es cierto, si la semilla del árbol blanco reconocerá la genética de Nydia, si arraigará en ella, si encontrará otro ADN predominante... son demasiadas incógnitas a las que no tenemos respuesta. Ni siquiera estoy segura de si su genética será compatible con el árbol blanco, no sé si... —Ella no se atrevió a decirlo, pero todos lo entendimos. Nydia no pertenecía a nuestro compendio de planetas, estaba fuera de nuestro amplio sistema solar binario. ¿Y si pertenecía a otra cepa diferente? ¿Y si su genética no era compatible, la semilla la mataría? Demasiados riesgos que yo no estaba dispuesto a asumir, no podía perderla, no podía...

—Así que esa semilla podría bendecirme, presentarme a tiempo a la reunión de la Cámara de Representantes y postularme como heredera al trono azul. —Nydia había estado escuchando con más atención de lo que parecía.

—En teoría. —Volvió a repetir Silas.

—Entonces creo que hay poco más que decir. —Ella empezó a ponerse en pie con dificultad, pero enseguida estuve allí para ayudarla. —Tenemos un nuevo plan.

—Pero todavía estás convaleciente y puede... —Interrumpió Nomi preocupada por su paciente. Y yo estaba totalmente de acuerdo con ella, Nydia todavía estaba recuperándose de una lesión muy grave, no podía someterse a una inseminación en esas condiciones. ¿Y si no sobrevivía? Si la herida era demasiado grave, si el anfitrión estaba demasiado débil, el proceso podía matarle. No podría soportar eso, no podía arriesgar tanto, no podía...

—Por probar no perdemos nada. Siempre nos queda el plan B. Esperamos y probamos más a delante a entrar en el kupai azul. —Ella tenía razón, la alternativa del gran kupai era la mejor opción que teníamos ahora. Y si conseguía ser bendecida, estaría más protegida ante posibles daños como el que sufrió en la cámara del kupai azul.

—Me gusta esta chica. —Kendal se había puesto en pie igual que Nydia, con el pecho hinchado y enarbolando una sonrisa mellada que decía que ya se había apuntado al plan. Él era así, si le convencías, ya tenías un soldado en tus filas.

—Está bien. Si él va yo también tendré que apuntarme, no puedo dejar solo al descerebrado de mi hermano. —Kabel se puso en pie al lado de su gemelo. Como si los demás nos fuésemos a creer que esa era la razón.

—Yo no voy a salir corriendo precisamente ahora. —Se apuntó Neill.

—Sí, tenemos una reputación que mantener. —Añadió Arastu mientras se alzaba igual que el resto.

—También estoy dentro. —Arcángel asintió hacia mí, y yo le correspondí.

—Yo paso de ponerme en pie, pero sabes que también voy a ir. —Bromeó Rise. Sonreí, sabiendo que era demasiado tarde para decir que no estaba de acuerdo con todo ello. Pero iba a ir, porque nada ni nadie me apartaría de su lado, porque la protegería con mi vida, ahora y siempre.

—De acuerdo. Si la doctora nos da su permiso, recogemos y nos largamos. Tenemos poco tiempo para llegar a esa fiesta y ponernos guapos. —Los chicos empezaron a recoger el escaso equipo que había fuera de la nave. Sentí como alguien tiraba de mi ropa hacia abajo. Sabía que era Nydia antes de regalarla una sonrisa.

—Tu ya estás guapo. —Antes de que me diese cuenta, sus labios se habían posado sobre los míos unos breves segundos. No me importó que el resto estuviese mirando, me daba igual que pensaran que eso era raro, asqueroso o repugnante. Ellos no tenían ni idea de lo que eso significaba para mí, para nosotros. Estaba por tomar otro de ese preciado contacto, cuando Nomi se metió en medio de mis intenciones.

—Vamos a ver si estás en condiciones de soportar una salida rápida del planeta. No quiero que ese parche que te he puesto se haga pedazos en la primera sacudida. —Estaba por decirle que iba a ser yo personalmente el que pilotase la nave y no el suicida de mi hermano, cuando la silueta de Silas pasó demasiado cerca de mí. Lo aferré por el brazo y le susurré bajito para que solo él me oyese.

—Si no estás al 100% seguro de que va a funcionar, ¿por qué has sugerido la idea? – Sus ojos intentaron huir de mí, pero finalmente se rindieron.

—No hay datos, voy a ciegas con todo esto. —Pero sabía que había algo más.

—¿Y...? —Esperé a que me diera una respuesta.

—El oráculo dijo que no tuviese miedo, que no iba a equivocarme. Y creo que se refería a esto. —Asentí para él. Un amarillo no se dejaba arrastrar por las supersticiones o por las predicciones de un chamán de pacotilla. Si él confiaba en las palabras de un oráculo, es que algo había visto en él.

—Si a ti te vale, a mi también. —Le solté de mi agarre y dejé que se preparara para lo que teníamos por delante.

—Se acerca el cenit. Si lanzas una red de camuflaje sobre el fuselaje, y te desplazas despacio y muy pegado a la superficie, pasarás desapercibido hasta alcanzar las colinas. Asciende por el río y alcanza las nubes. Pisa el acelerador y desaparece. Nos veremos en la órbita de Naroba dentro de 18 horas. —Asentí conforme con sus instrucciones. Nada como fiarse de un nativo que conocía el terreno mejor que yo.

—No os saltéis ningún control. Necesitamos una llave para salir si la cosa se pone fea. —En otras palabras, nosotros íbamos a entrar por la puerta de atrás, justo la que nos llevaría directos a la puerta del gran kupai. Esta aventura sería digna de contar a nuestros nietos. 

Rigel - Estrella Errante 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora