Capítulo 21

1.7K 417 46
                                    

Rigel

La puerta de la escotilla se abrió después de la despresurización. Era momento de avanzar, y como no podía ser de otra forma en una plataforma tan antigua, teníamos que entrar de uno en uno para pasar por el proceso de higienización. Lo que menos necesitaba una plataforma médica eran microorganismos potencialmente peligrosos. Tenía que explicarle a Nydia cómo era el proceso porque eso evitaría que se pusiera nerviosa. No acababa de gustarle el que la encerraran en habitáculos pequeños, y yo tenía la culpa de eso.

—Primero pasaré yo por el higienizador. La puerta se abrirá para ti después.

—¿Puedo respirar cuando esté allí dentro? ¿o tengo que aguantar sin hacerlo? —Era una chica lista.

—Mejor no respires, aunque no es necesario que cierres los ojos. ¿Estás lista?

—Sí. —Ella asintió toda firme.

Pasé al habitáculo fuertemente iluminado, y dejé que los chorros de neutralización me envolvieran completamente. No pude evitar el seguir mirando hacia atrás, para poder ver a Nydia durante todo el proceso. Gracias a las ventanillas podía seguir controlando dónde se encontraba. Supongo que es un defecto de mi trabajo, no puedo apartar la mirada de aquello que debo custodiar, y ella era la pieza más importante que había tenido nunca en mis manos.

Por encima de su hombro vi el rostro de Silas, no era más alto que ella, apenas un dedo* (*medida egipcia que es aproximadamente de 1.86 cm). Nos dimos un mutuo asentimiento.

El zumbido sobre mi cabeza me avisó de que el proceso de esterilización había terminado. La puerta de acceso a la estación se abrió dándome paso al interior. Una cosa es que eliminaran de los visitantes todo lo que traían consigo, incluido su olor corporal o cualquier otro adherido a su ropa, pero una vez dentro, la gente seguía sudando y dejando su olor en el ambiente. Los filtros no es que fueran demasiado buenos, o más bien allí hacía demasiado calor para poder filtrar todos los aromas que desprenden los cuerpos allí encerrados. El olor de Nomi lo impregnaba todo, pero no estaba sola, había alguien más, y no me refiero a los dos robots asistentes que la ayudaban con las tareas médicas, sino... Conocía ese olor... Inhalé profundamente para llenar mis aun levemente embotados receptores olfativos con él. Era un viejo macho tigre, o no tan viejo: Shkar.

La puerta a mis espaldas se abrió, trayéndome el aroma de Nydia. Apenas era perceptible, pero pronto su piel volvería a lanzar al aire ese olor demoledor. No podía arriesgarme a que ese macho la percibiera, así que me giré hacia ella y procedí a cubrir su cabeza con aquel chal que Nüd le había prestado. Quizás lo que quedaba de Nüd podría enmascarar el olor de su pelo, y la tela podría limitar la expansión de su esencia por toda la plataforma. Pero no sería suficiente, no para un gato adulto completamente desarrollado, uno que podría oler a una hembra en edad reproductiva.

—Todo va a ir bien. —Esas palabras fueron más para mí que para ella. Pero fueron la excusa perfecta para que la envolviera en mis brazos. Dejé que mi nariz oliese su pelo cubierto, maldiciéndome porque no iba a servir de mucho. Solo había una manera de vitar que otro macho se acercara, y era cubriéndola con mi propio olor, intentar aparentar que ella ya estaba siendo cortejada por otro macho. El "yo llegué primero" seguía siendo la mejor forma de decirles al resto "esta hembra no está libre".

—Me estás asustando. —¡Vaya!, esto se me estaba escapando de las manos.

—Es culpa mía, no me gusta mucho ir al médico. —La sonreí para tratar de calmar el ambiente.

—Espero que no haya agujas, porque a mí tampoco me gustan. —¿Agujas? No creo que Nomi quisiera meterla una legión de nano bots a una futura bendecida, sería un desperdicio de recursos.

—No creo que sea necesario. —Silas respondió a la pregunta detrás de nosotros.

Al mirar hacia atrás, pude ver el rostro preocupado de Rise al otro extremo del pasillo, justo en la compuerta que comunicaba con nuestra nave. Sabía lo que había en su cabeza, porque era lo mismo que sentía yo. Nos preocupaba Nydia, su olor nos había vuelto seres completamente esclavizados a ella, a sus necesidades, su seguridad. Ella era mía, me pertenecía, o más bien, ella era mi dueña. ¿Se habría dado cuenta Silas lo que me estaba ocurriendo? ¿A los dos, a mi hermano y a mí?

¡Señor del bosque! Ojalá esto no empeorase, ojalá Nomi consiguiera neutralizar este hechizo oloroso que nuestra pequeña monita estaba lanzando sobre mí, sobre nosotros, porque no solo estábamos él y yo. Silas la había escogido, él había sido el primero. Y luego estaba Du Cort, él ya la había reclamado. Un erudito amarillo, un noble violeta.... Un lobo y un gato malditos no tendríamos ninguna oportunidad.

Necesitaba a Nomi y su ciencia, necesitaba que nos liberara de esta atracción, necesitábamos recuperar nuestra libertad. Ya había pasado por la esclavitud, no volvería a caer con una artimaña tan simple. ¡Espera!, ¿no sería esta otra treta del monje? ¿Y si la había alterado su olor para causar este efecto sobre mí, sobre nosotros? De la misma manera que tomó muestras para asegurarse de que ella era portadora del gen Isse, pudo inocularle algo que alterase sus hormonas. Por eso él le aseguró nada más conocernos que tanto él como yo siempre la protegeríamos. Estaba demasiado seguro de eso. Muy astuto Silas, así no solo conseguirías un soldado fiel a su causa, sino que conseguirías todo un ejército.

—Hace mucho que no venía, capitán Wick, su revisión caducó hace 2 meses. —Lo que faltaba, que un robot asistente me recordara que era un irresponsable delante de mi cliente.

—Lo sé, pero ya estoy aquí. ¿Nomi está libre?, me gustaría pedirle un extra y traigo un regalo que le gustará. —Esa era su manera de trabajar, no pedía nada, pero para aquellos que podían conseguir suministros o cualquier otra cosa que ayudara a su centro médico o a sus pacientes, sentía una gran predilección, ya me entienden. No solo se podía vivir de las donaciones, y nosotros no teníamos gran cosa con las que pagar por su trabajo. Cualquier aportación era valiosa.

—Yo me encargo del regalo, Wick. —Aquella voz puso mis nervios alerta.

—Hola, Shkar. Es un contenedor que tengo en la bodega del Fénix; algunas baterías auxiliares, algo de material médico, ese tipo de cosas. —No aparté en ningún momento la mirada de él. Aquella manera de merodear a mi alrededor no me gustaba, porque sabía que estaba demasiado interesado en la persona que estaba a mi lado, y no era Silas.

—Tu chica huele muy bien, Wick. —Apreté los dientes intentando contener las ganas de gruñirle para que se alejara de ella, pero no lo hice, porque soy un ser civilizado que está por encima de sus instintos primarios. Aunque tampoco alejaría mi vista de él, tenía que controlarlo. Ahora bien, no estaba del todo en su contra, porque el idiota había reconocido mi olor sobre la chica. Mientras fuese así, él sabría que no debía sobrepasar esa línea. Se ve, pero no se toca.

—Lo sé. —Creo que se dio por vencido con ese asunto, porque pasó a mi lado sin apartar la vista de mí, tampoco es que yo le dejara tener una visión directa de Nydia.

—Iré a por ese contenedor. —Asentí hacia él conforme.

—Mi hermano te lo dará. —No necesitaba mirar hacia la compuerta de comunicación con nuestra nave, para saber que él seguía allí, vigilando. Si Rise no estuviera allí, no dejaría que nadie se paseara libremente por ni nave si no había alguien vigilándole. Salvo Rise, nadie tenía ese privilegio. Primera ley de un mercenario "No confíes en nadie".

—¡Vaya Wick!, ¿qué tenemos aquí? —Había estado tan concentrado en Shkar, que no había notado que Nomi se había acercado a nosotros. Mentalmente me recriminé por ello, no tenía que volver a ocurrir. Al girarme hacia ella advertí que sus ojos estaban puestos sobre Nydia. Nomi era médico, conocía perfectamente la anatomía y morfología de todos los hijos de la luz registrados, y aunque Nydia perteneciese a un planeta monitorizado por los guardianes, y estos tuviesen registro de su especie, eso no quería decir que el resto de personas supieran de su existencia. Mantenerlos en secreto se había convertido en la mejor forma de protegerlos. Se habían cometido tantas estupideces en el pasado... Por eso se instauraron los tratados de derechos civiles para los pueblos salvajes. Nada de contacto con ellos que pudiese alterar su historia, sus creencias... En fin, por lo que sabía, ya había sido suficiente con las intrusiones del pasado.

Para Nomi, Nydia era algo nuevo, algo que cualquier médico curioso tendría ganas de tener en sus manos. Pero ya era demasiado tarde para pensar si traerla hasta aquí había sido buena idea.

Rigel - Estrella Errante 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora