Capítulo 35

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Rigel

—Bien, jefe. ¿Y cómo pretendes llevar a esta aspirante al trono dentro del kupai azul? Te recuerdo que hay un destacamento permanente que se encarga de que nadie pueda atravesar las puertas del templo. —Kendal ya estaba metido en el asunto.

Miré a Protea, ella era una azul, conocía mejor que nadie lo que había allí. Y si alguien se pregunta cómo me arriesgaba a meter a un azul en este asunto, solo tenía que conocer su pasado. Ella era una Bionte, un cerebro viejo injertado en un cuerpo creado expresamente para ella, la única manera para conseguir una alternativa a la larga vida que las semillas pueden ofrecer. Si Esus no mantuviese cerrado el acceso al templo al pueblo llano del que ella procedía, no habría tenido que sacrificarlo todo por conseguir esa nueva vida. Podía odiar a los nobles azules, pero el que estaba en la cima de esa lista era Esus Olisse. Si había alguna posibilidad de echarle a patadas del trono, ella sería la primera en apuntarse.

—El destacamento de Avidos custodia solamente la muralla exterior. Si conseguimos atravesar la barrera sin que nos detecten, solo hay que llegar a la puerta del templo y entrar. —Estaba claro que Protea había estudiado como hacerlo, el por qué no lo intentó podía imaginármelo. No era lo mismo cargar con tu propia sentencia de muerte, que arrastrar a otros contigo. Y es lo que ocurría cuando uníamos prohibición y Essus Olisse.

—Entonces, quieres trazar un plan en menos de 4 días para entrar en el kupai y bendecir a nuestra postulante. —Kendal había olvidado una cosa, pero no fui yo quién se la recordó. Silas estaba muy atento a todo el proceso que debía desarrollarse en ese tiempo.

—Además de regresar a Naroba y presentarla en la Cámara de Representantes. —Kendal alzó las manos en señal de "no puedo más" ante las palabras de Silas.

—Genial. —Miré hacia Protea, porque ella iba a ser la que marcara nuestros pasos en la primera parte del plan.

—No es la primera vez que vamos contra reloj o que tenemos que improvisar, Kabel. —Le recordó Rise mientras se recostaba contra la pared. Seguro que él ya había pensado en lo mismo que yo, en que Protea era nuestra pieza maestra en la primera parte del plan.

—Puede hacerse. —Protea se quitó el brazalete y lo colocó sobre una de las camas, para que una enorme imagen holográfica flotase ante nosotros. Rise estuvo rápido bajando la intensidad de la luz para que la imagen tridimensional fuese más nítida. — Si nos libramos de los dos guardias de la muralla de la zona este—movió sus dedos sobre la imagen para que esta girase a su antojo y pudiese explicar mejor—,tenemos una parte de muralla por la que podremos escalar. Una vez al otro lado, la vegetación nos protegerá mientras damos la vuelta a la colina y nos acercamos al pasillo de acceso—giró y agrandó la imagen para que el pequeño pasillo de columnas, cubierto por la primitiva cubierta de tejas cocidas, apareciese ante nosotros. Al final, la enorme puerta de madera esperaba cerrada a que nos acercásemos a ella.

—Parece una cerradura antigua. Espero que la nueva reina azul nos perdone por usar una carga de ácido que desmenuce esa reliquia. —Niell miró a Nydia con una sonrisa. La idea era la misma que todos teníamos en la cabeza, pero eso ni hizo que me sintiera mejor con él. Le estaba sonriendo a mi chica... Mi chica. Tenía que hacer algo con eso o me volvería loco.

—Sin problema. —respondió Nydia.

—Una vez dentro, solo hay que atravesar la gran sala del santuario, acceder a la cripta del kupai, hacerse la herida ceremonial, tumbarse en el suelo, y esperar a que una semilla llegue flotando para anidar en ella. —Ese era el plan de Protea, conseguir de forma furtiva lo que Essus había prohibido a todos los habitantes de su reino, la bendición de su árbol sagrado. Pero ahora tenía un cuerpo creado artificialmente, el árbol no la reconocería como recipiente viable que inseminar. Solo los hombres podían ser bendecidos, ningún otro ser vivo del planeta contaba con ese privilegio.

—Normalmente habría que esperar a que el bendecido se recupere del trance de la inseminación para sacarlo de la cripta del kupai, pero eso puede llevar horas, y supongo que no tengamos ese tiempo. —Nomi sabía de lo que hablaba. Un puro podía pasar por ese proceso en cuestión de minutos, como me ocurrió a mí, pero un mestizo era diferente. La semilla tardaba más en identificar su parte predominante y por lo tanto en asentarse en él. Algunas veces, incluso la inseminación no era viable y la semilla moría. Pero eso no iba a ocurrir, no podía hacerlo.

—Tendremos que sacar a Nydia en cuanto la semilla haga contacto. ¿Tienes un protector para que no se desprenda de camino de regreso a la nave de transporte? —Ese pequeño aparato hacía todo lo posible por mantener la semilla viva y en su lugar. Fue un invento para tratar de salvar la inseminación cuando esta parecía directa al fracaso. Si se la llevaba a una cápsula de tratamiento médico, podía estabilizarse y evitar el rechazo. El 85% de los que llegaban hasta allí conseguían salvarse. Luego se programaban los parámetros de la semilla para conseguir el máximo rendimiento, la mejor simbiosis humano semilla que técnicamente podía lograrse.

—Tengo todo lo necesario para que la inseminación sea viable. —Con eso tenía que ser suficiente.

Silas había escogido a la postulante, su mezcla tenía que ser lo suficientemente fuerte, nosotros la llevaríamos al árbol, y Nomi se aseguraría de que su luz brillase. Tenía que salir bien, el pueblo rojo lo necesitaba, y por lo que ahora sabía, muchos de los azules también querrían que las cosas cambiasen en su planeta. Derrocar a un rey tirano para colocar en su lugar a una desconocida era un riesgo, pero si Protea con su escepticismo era capaz de ver las ventajas de ello, me aseguraba que no nos ganaríamos un nuevo enemigo. Los azules no tenían un gran ejército, pero sí que tenían mucho dinero. Y con dinero todo se consigue. Los rojos no eran los únicos mercenarios de la galaxia.

—Entonces creo que el plan está casi terminado. —aventuré.

—Ellos no podrán trepar por la muralla. —Rise y yo sabíamos que teníamos ese contratiempo, pero yo ya contaba con que Silas y Nomi esperasen en las naves. Nada como tener a alguien listo para el rescate si fuese necesario, así podría usar a todos los operativos para la intrusión.

Pero no solo eran los dos amarillos los que no podrían ir con nosotros. Sé que a Nomi no le haría mucha gracia dejar que otra persona colocase el dispositivo de protección sobre Nydia, pero no la veía yo a ella trepando como un gato o un lobo por aquel muro. El problema que tenía que salvar era cómo haríamos para cargar con Nydia, porque a ella no podíamos dejarla fuera. Ella era la pieza que teníamos que colocar allí dentro. El indicado para trepar ese muro con ella a sus espaldas era Rise, salvo que había entre nosotros alguien que podía llevarla al otro lado de la muralla con más facilidad, de forma más rápida y sin retrasarnos al resto.

—Yo llevaré a la postulante. —Por primera vez en toda la reunión, Arcángel intervino. Él había comprendido cual era su parte en esta misión.

—Tendrás que volar entre los cañones para evitar los detectores, esperar en una cima hasta que oscurezca, y después descender hasta la entrada del templo. —Una incursión nocturna en toda regla. ¿Qué por qué no nos lanzábamos nosotros en paracaídas hacia el objetivo? Pues porque cualquier vehículo aéreo sería detectado y pondría a los vigías sobre aviso. No, esta misión requería de las antiguas artimañas, algo en lo que éramos expertos, lo nuestro era el sigilo.

—Y adaptar un arnés de transporte. —En su boca eso quería decir que ya había previsto todo. La ruta de vuelo, los tiempos, y la manera de sujetar a su pasajera. Demasiado arriesgado el buscar un arnés para transportar personas, eso llevaría tiempo y pondría algunas miradas sobre nosotros. Así que él ya había pensado en como solucionar el problema de forma rápida, y más le valía que fuese segura, porque no podíamos perder a nuestra postulante. Yo no podía.

Rigel - Estrella Errante 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora