Capítulo 13: Una aliada que es como una enemiga.

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Lo que nunca imagino fue la llegada a su palacio de la mismísima Gran Princesa Consorte de DongPing, Shang Shu Xin. No la vía desde que esta se marchó del palacio para casarse, ahora viuda con dos hijos había regresado a la capital para establecerse. La influencia de esta mujer nunca había sido mitigada, aun y con su retiro de la corte la sola mención de su nombre y podían mover montañas por su sola orden.
Frente a ella una mujer de cerca de cuarenta años vestida de azul y dorado, con tocado de perlas y jade la estudiaba como si ella depredador fuera, tenía los mismos ojos que su hermano menor, el Rey, aquellos ojos astutos como felino y brillantes mientras fingían esa astuta sonrisa. 

Respetaba a la Gran Princesa Consorte de DongPing, la conocía desde siempre, pero también muy dentro de ella había un deje de culpa, sabía que el hecho de que ella sobreviviera y Shang Ren Yun no era un motivo de tortura entre ambas.

- No te levantes, continua en reposo- había ordenado, un tazón de medicamento fue entregado a Zhao Hua Xiang – Esto te hará bien, entregue la receta a medico imperial, los medicamentos son raros y eficientes, te ayudara a fortalecer tu cuerpo.

- ¿La Gran Princesa no se ofende si desconfió? – la mujer sonrió y personalmente entrego una aguja de plata – Usted misma me dijo que debo desconfiar incluso de la mano que me da de comer.

Bebió obedientemente el tónico y rechazo cualquier dulce para aliviar el mal sabor. Aquel liquido tibio tenía un sabor metálico en el, molesto y asqueroso, pero su orgullo era más fuerte, prefería soportar el mal sabor que tener que parecer débil y sumisa ante Shang Shu Xin. 

- ¿La Reina Viuda continúa recluida en el templo? – Hua Xiang asintió – sus partidarios deben estar que arañan las paredes, su poder se debilita y tú, después de tanto esmero en educarte no pudiste llegar a ser Reina.

- Recuerdo que fue la Princesa Consorte quien aconsejo sobre ese tema, una Reina no debe ser una mujer enferma y coja.

- Aun recuerdas, - la sonrisa continuaba dibujada en su rostro – No podía permitir una nueva Reina del mismo clan. – suspiro – No hablemos más del pasado.

Con una seña uno de los eunucos se acercó con un cofre que fue abierto frente a la Consorte Honorable. Al abrirlo el contenido no era el esperado por cualquiera, allí solo se encontraban rollos de viejos papeles, cartas y algunos objetos que se movieron en el fondo cuando depositaron la caja frente a ella.

- Estas son viejas posesiones de mi esposo. Las descubrí tras su fallecimiento, cartas y mapas, las leí todas, hablan de malversaciones de dinero destinado al alivio de desastres y hay dos mapas que muestran rutas marítimas que sirven para el contrabando.

El antiguo Príncipe de DongPing había sido un hombre culto, pero con predilección por las armas, su reputación de artista marcial era alabada y cuentan que en su juventud muchas mujeres habían soñado con ser su Princesa Consorte, Hua Xiang nunca le conoció pues cuando Shang Shu Xin se casó ella era solo una niña.
Así que la sola mención de una participación del Príncipe de DongPing en ese tipo de acciones podía llegar a despertar las dudas en ella.

- ¿El Príncipe? - Zhao Hua Xiang no podía creerlo, saco una cara al azar y comenzó a leerlo – Esto ocurrió durante el reinado anterior, esto tiene que ver con la muerte de Ren Yun. Esto era traición, era el dinero para el alivio de desastres, estos nombres, - sorprendida aparto el papel de su mano – muchos de ellos son funcionarios respetados en la corte de Rey, yo… - cerro bruscamente la caja.

- Si. – la risa había desaparecido de su rostro – eres una mujer inteligente sabes de lo que hablo, solo te entrego esto ahora porque tu suerte ha comenzado a cambiar, si sabes mover bien tus fichas podrás obtener las respuestas que deseas.

Las dos mujeres permanecieron en silencio mientras meditaban, el té fue servido. Zhao Hua Xiang despidió a todos los sirvientes del Salon Tian con un movimiento de su mano, se alejaron más y les dejaron espacio para que hablaran sin ser escuchadas.

- ¿Por qué vino a mi ahora? Precisamente ahora después de tantos años. Prefirieron no entregarme la corona del Fenix para retirar la influencia en la corte de la Reina Viuda, lo sé, lo acepte, pero después de todos estos años me entregas lo que tanto había buscado.

- Sabía que comprenderías. Te entrego esto, pero debes prometerme algo – la miro expectante – debes solidificar aún más tu posición en el harem, eres la segunda mujer más poderosa aquí, pero en realidad mientras no tengas un hijo eres igual a cualquier otra, en un harem imperial solo dar a luz un hijo puede dar la estabilidad necesaria.

- ¿Sabes lo que me pides? Es peligroso jugar con el poder o tratar de manipular al Rey, puedo ser un poco manipuladora, pero nunca interfiero en los asuntos de Su Majestad.

Shang Shu Xin mantenía aquel rostro neutro, algunas canas comenzaban a asomarse en aquel oscuro cabello y las arrugas eran pequeñas, pero adornan suavemente el contorno de sus ojos. Hua Xiang veía con otros ojos a la imponente mujer, había envejecido, lentamente, pero lo había hecho, el tiempo la había tratado bien, pero le había quitado muchas cosas, ahora era una viuda que vivía del nombre de un marido que ya no estaba a su lado.

- Beberás cada día el tónico. Te ayudara a concebir.

- El Rey no duerme con esta humilde concubina.

- Eres astuta, has que lo haga, si no lo logras no te preocupes, esta hermana mayor lo arrastrara a tu cama si es preciso hacerlo.

Honorable Consorte ZhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora