Capítulo 19: Emperador y Consorte

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La situación se sentía impersonal, tan separados el uno del otro que más bien existía incomodidad y tención, desde el punto de vista de la dama era como una misión a cumplir, un objetivo que debía ser saldado, no un acto afín entre un hombre y una mujer. Allí no se encontraban un hombre y una mujer, eran Emperador y Consorte, una demasiado rígida, permanecía demasiado alejada de este, no había timidez en su mirada, pero si un deje de desconfianza, quizás en ella o quizás en el.

Aquella era una obra de teatro montada para engañar al mundo y a ellos mismos, en los que fingían que las maneras y las formas eran lo que querían, no por el juego de la política que los arrastraba.

Sheng Ren Jie no tenía palabras que decir solo permanecían uno frente al otro mientras la comida era servida, en un momento de ese silencio incomodo antes de que los dejaran completamente solos.

- Su Majestad, - presento para el algunos platos – espero que los alimentos sean de su agrado.

Sirvió nuevamente algunos alimentos personalmente a este para que los comiera.

- Hua Xiang – tan cercano, solo la llamo alguna vez así cuando fueron niños. - ¿Alguna vez deseaste algo más?

- Nunca desee nada - siempre tan distante.

- ¿Nada? ¿Está segura?

- Quizás reflexiono, sus ojos se veían ahora más brillantes. Una ligera y triste sonrisa.

- Una vez desee algo, tanto que me dio las fuerzas para caminar.
Sin siquiera planteárselo instintivamente su mirada callo en sus piernas.

Su corazón se conmovió.

- ¿Que fue?

- Vivir.

- Solo eras una niña.

- Su Majestad, nunca fuimos niños, títeres, objetos, fuimos muchas cosas pero no niños. - una sincera sonrisa, Sheng Ren Jie fue tocado - Me di cuenta que necesitaba buscar un algo que me levantara, que me diera las fuerzas que necesitaba tan desesperadamente.

- ¿Venganza? - asintió tranquilamente, eran almas afines con una única ideología de "ojo por ojo"

- Ahora no es el momento de un hijo imperial.

- Discrepo, es el momento justo. Ninguna concubina ha dado heredero y si sigo bien informado todas ellas fueron alimentadas con abortivos constantemente.

Astuto, así que no era ignorante del todo, también seguía los pasos justos. En los últimos años, para ser justos desde la entrada de la Consorte Zhan al harem todas aquellas que durmieran con el emperador bebían una decocción abortiva o alguna otra sustancia para inducir la infertilidad. Después de aquella noche ella misma debía poner más empeño en su seguridad.

- Estoy al tanto, por ello tengo médicos de confianza que revisan todos mis medicamentos, mis alimentos son arduamente revisados. - se jacto - Siempre he seguido vuestras mismas costumbres.

Sí que podía jactarse, tal y como su persona ella había sido criada en palacio, debía aprender las mismas mañas que cualquier monarca si deseaba vivir entre aquellos sirvientes hipócritas y rodeada de cortesanos traicioneros.

- Hua Xiang - fue serio, tenía esa mirada que inspiraba confianza, aquella mirada sincera que quizás fuese la única vez para que se sincerara con ella - se la madre del heredero.

- ¿Y si solo doy a luz princesas?

- Si eso ocurre buscaremos leyes de dinastías pasadas y buscaremos soluciones, pero solo un hijo de tu seno debe heredar.

- Habla de darle más de un hijo. - le miro a los ojos - para ello deberás repudiar a todo un harem - parecía horrorizada - esta es una jugada peligrosa, sobre todo para mí. Incitara celos y descontrol, incluso se volverán osadas en el futuro.

Aunque había dicho todo aquello, sabía que existían soluciones para todo, el solo debía favorecer también a las concubinas de procedencia dudosa, tal y como había hecho hasta ahora.

- No lo tomes como un deber. – le sirvió vino. – nunca te obligaría a nada.

Ni que le hiciera falta en realidad. Podía jurar que pudo escuchar un deje de humor en aquella frase. Se burlaba de ella mientras le servía vino, maldito seductor, demasiado rodeado de mujeres por tantos años, tenía tantas maneras de notar como se sentía.

Tranquilo, se levantó y extendió la mano para ayudarla a incorporarse, lentamente, los delicados pies caminaron casi como si no se levantaran del suelo, no había rechazo, fue paciente, no la apuro, simplemente continuo sujetándola a la vez que velaba por los pasos que daba, aun lentos, aun dolorosos muchas veces. 

No juzgó, no menciono una palabra. 











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Nota de la Autora:

Disculpen la demora en retomar las publicaciones, como algunos sabrán trabajo y estudio, hay momentos en que todo se me acumula y por desgracia la escritura debe pasar a segundo plano.

Aun no estoy libre del todo, pero por lo menos estoy un poco menos estresada y cargada.

Saludos para todos!!!!

Honorable Consorte ZhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora