Capítulo 24: Concubina, no una esposa.

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Nunca nada es simple en el Palacio Imperial, ya de por si todo en la vida tiene un precio, pero incluso allí la muerte también se pagaba.

Mantuvo el trozo de papel apretado en su puño tras leerlo, la ira contenida era mala para la salud, pero nunca demostraría a sus enemigos que se la habían jugado.

Quemo lentamente aquella nota y dejo que se consumiera en el incensario.

Aquellos días fueron complicados de una forma u otra, quizás ocupara su tiempo en entretener a otra persona, pero no olvidaba administrar su tiempo, las noticias seguían llegando y las maquinaciones no descansaban.

El Emperador era un hombre ocupado, ella no monopolizaba, aunque quisiera, una mujer de su posición debía ser sumisa y nunca celosa, aquel era un palacio con innumerables bellezas que luchaban por llamar la atención de ese hombre.

Ellas no le preocupaban.

Había una que quizás podría quitarle el sueño, solo que su orgullo no le permitía hacerlo.

¿Perder el sueño por culpa de esa mujer?

Nunca.

Ella era constante, eterna, orgullosa y vengativa.

Zhao Hua Xiang observó el tablero frente a ella, una sola piedra estaba colocada al centro del tablero, permanecía ahí antes de retirarla y guardarla.

Un poco frustrada dejo a un lado el tablero de weiqi, las noticias de aquella mañana la molestaron, sus planes se estancaron, la repentina desaparición del médico que atendía a Zhan Peng Jie la obligaba a perder a un importante testigo, el actual Jefe de los Médicos de la Corte había sido promocionado por la familia Zhan, una ligera desventaja para ella.

La Consorte Zhan nunca aceptaría ser tratada por uno de sus médicos de confianza.

- Eunuco Guang. – el anciano eunuco se acercó a ella desde su izquierda - ¿Hace cuánto Zhan Peng Jie no atiende a su Majestad?

- Al encontrarse en el primer trimestre y el feto encontrase inestable no a atendido al Emperador por meses.

- ¿Él no fue ni una vez por nostalgia? – el anciano negó.

Una fuerte palmada en la mesa, aquella astuta mujer se la jugó.

De la nada su rostro se ilumino.

- La Princesa de Xi'an, la boda. Convoca al ministro de Ritos. – reflexiono – No, espera. Hablare con la Emperatriz. 






***


- ¿Entrara como concubina?

- Chen Yu, ¿Estás loco? Le confirieron un título para este matrimonio.

- ¿Quieren que tome como primera esposa a una mujer usada?

Ouyang Fei no sabía en que se equivocó en la crianza de ese hijo, lo mimo demasiado.

- Esta intacta, no es una mujer usada.

- Peor, es fea. Todos conocen los apasionados impulsos del Emperador, si fuera hermosa ya...

- Cállate. No dirás una palabra, estoy decepcionada de ti, acaso quieres destruir todo el Clan, mas te vale que ni una sola palabra de esta conversación salga de esta habitación.

Enojada, su madre nunca se había enojado con él, no importaba el comentario grosero o venenoso, ella nunca le reprendía.

- Entraras a palacio, la Emperatriz lo solicito. – una advertencia de la madre enojada – más de vale no colmar la poca paciencia que me queda.

Fue obediente con su madre, en realidad aunque no quisiera tenía que hacerlo, le montaron guardia desde antes de amanecer fuera de su habitación.

No hubo escapatoria.

Tan personal, nada de glamurosa entrada y mucho menos filas de sirvientes para atenderlos, la Emperatriz Chen esperaba sentada bajo un árbol, bebiendo té y escuchando a sus doncellas hablar de banalidades.

Delicada y con sonrisa triste, esa era la única descripción que encontró para la madre de la nación, no pudo componer poemas para congraciarse como otras veces.

Chen Zhi Xin apenas podía ocultar en la actualidad su condición enfermiza, desde lejos pudo ver como el eunuco conducía al pequeño Marques Qiao a su encuentro, dio instrucciones. Accedió al pedido de Hao Yueying, la antigua concubina era la nueva moneda de cambio que el Emperador emplearía, los lujos y las intenciones que nunca recibió en el palacio desde su entrada, las condiciones para que esta transacción funcionara eran que la entrada de Hao Yueying a la mansión del Primer Ministro fueran pacíficas, la familia Hao comenzaba a levantar, un hijo mayor que ganaba influencia, un general en la familia que resguardaba las fronteras, no podían permitir que se aliaran a los enemigos del Emperador.

- Su Alteza este servidor la saluda.

- Levántese. Egoístamente esta Emperatriz solicito que entrara a Palacio. – tan formal – las reglas para su boda deben mantener el protocolo, pero, - suspiro – La Princesa de Xi'an ha vivido recluida todos estos años, es mi deseo traerle un poco de paz. ¿Me entiende?

Le ponían en una posición difícil.

La Emperatriz Chen toda distante, calmada, glamurosa pero demasiado pálida.

- Su Alteza.

Desde un rincón una doncella de palacio se inclinó y saludo, la Emperatriz asintió mientras la joven se acercaba.

- Espero que el Joven Qiao acepte mi solicitud, un retrato. – prosiguió – esta joven tiene un gran talento para la pintura, de sus manos los colores cobran vida.

Qiao Chen Yu levanto la cabeza. Junto a la Emperatriz se posiciono una doncella, no tan joven, así que debía de llevar varios años en el palacio, de mirada sensata, aquellos ojos le recordaron el agua, el agua que fluía por los arroyos, cristalina y pura, tal y como la estudiaba, el comportamiento de la joven era reciproco.

No era una belleza, era bonita, aquella mirada la hacía exótica entre todas las intrigantes mujeres que conocía.

¿Un Retrato?

Para la Princesa de Xi'an, aquella con la que quieran que se casara.

Aquella que serviría como un escalón político más para su padre.

No podía hacer nada más que aceptar, sonrió forzosamente y asintió, sin esperar ordenes aquella doncella ocupo el espacio que le prepararon y comenzó la tarea, con aquellos profundos y agudos ojos que calaron profundamente dentro de Qiao Chen Yu.  

Honorable Consorte ZhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora