Capítulo 23: Adicto

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¿Quién no arranca la piel de sus enemigos?

Shang Ren Jie sonrió, las quejas de algunas consortes habían aumentado desde que comenzó a compartir sus noches con Zhao Hua Xiang, por alguna razón la menos preocupada era su supuesta favorita, la Consorte Zhan. Pero sabía bien las razones, solo fingía ecuanimidad, la paz debía reinar en el harem.

Quería ver cuánto tiempo podría mantener esa compostura.

Sonrió para sí, también podría jugar el mismo juego.

Las leyes hablaban de que lo que ocurriera tras los muros del palacio no debía de hablarse fuera de este, pero siempre se filtraba algo y viceversa. Las noticias de afuera siempre eran temas candentes, los movimientos de los cortesanos era siempre de dominio público, por mucho que se escondieran, él siempre lo sabía.

No fue de extrañar que algunos de esos cortesanos mostraran su inconformidad sobre la situación del harem, no podían aceptar que Zhao Hua Xiang albergara más poder del que tenía.

¿Una mujer hablando de política?

Una mujer que tenía los pies sobre la tierra, que prefería decirle las verdades antes de simplemente complacerlo.

Era paradójico lo mucho que le complacía.

Se desvió de su camino.

Iría a visitarla nuevamente esa noche. Sería interesante ver como volverían molestarle con el mismo tema. 





La figura de la esposa se deslizo entre las sedas que colgaban entre las vigas, ocultando su silueta mientras entraba al agua perfumada.

No mucho después el esposo llego en silencio, sin llamar la atención, como un ladrón sin derecho para apreciarla. 

La pálida piel de la mujer era vistosa y deseable, ahí sin ella saber cuánto la veía mientras tomaba un baño, deseo estar nuevamente dentro de ella.

La línea de su espalda y su cabello mojado pegándose en ella, la silueta de su cintura deslizándose dentro de las aguas.

¿Aquello era una obsesión?

¿Algún día dejaría de desearla?

¿Este era algún tipo de nuevo sentimiento despertaba dentro él?

Una habitación llena de vapor, telas cubriendo las ventanas y una piscina desbordante de agua y pétalos de flores frente a él albergaba a su mujer.

Las sirvientas sabían que él estaba ahí, no las dejo informar su llegada.

La observo desde su posición, las sirvientas vertieron el agua por su espalda lentamente mientras otra la ayudaba a lavarse, lentamente.

Apresurado y deseoso hizo señas a una de las sirvientas y esta le ayudo a retirar la pesada túnica. Lentamente las sirvientas se retiraron del baño dejándolos solos, ahí fue cuando extrañada Zhao Hua Xiang se volteó, encontrándose cara a cara con el Emperador, quien en un abrazo la presiono contra su pecho, lentamente con su mano aparto el cabello mojado para aproximar su rostro a él y fundirse en un beso.

- ¿Su Majestad?

- No hables, no es momento de ello.

Fue una tierna sonrisa la que le dedico, picara y juvenil, una que nunca había sido dedicada a ella cuando fueron niños.

- ¿De qué es momento? - Jugueteaba con su cuello y un las manos la recorrían.

Satírico simplemente hundió sus dedos en ella sin molestarse en contestar, las palabras estaban de más.

 El movimiento de su mano era rítmico, moviéndola como una danza solo para ellos dos, incoherencias de sus palabras que pasaron a ser solo monosílabos y gemidos. La piel le quemaba, pedía más, todo era tan poco, golosa, la hacía golosa de sus manos, de su cuerpo de su todo.

¿Podía pedir más?

Quería más.

Cuanto más mejor.

Que aquel instante durara para siempre.

Un suspiro en un arrebato antes de alcanzar el cielo, pero necesitaba más, fue tan poco.

Con ese pensamiento, le tomo en sus brazos para sacarla del agua, ahora allí entre las sedas la hizo suya nuevamente.

Entro en ella finalmente, fue tan feliz, completa, comprendiendo cuan vacía y necesitada estaba. Derritiéndola en un calor que la abrazaba, con un rostro convulsionado la besó arduamente, sin escrúpulos, olvidando las identidades que tanto se jactaban de mantener.

La dejo aferrarse a él, arañar su espalda cuando llego a la cúspide, terminando en ella, exhausto, agotado como nunca aun dentro ella, un tierno rose de los labios concluyo aquella pación que los alerto de que no terminaría aun aquella noche. 

Honorable Consorte ZhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora