Capítulo 32: Las niñas

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¡Las niñas de Zhao! Así las llamaba los sirvientes que las vieron crecer.

Eran hermosas, inocentes y nobles, alejadas de todo lo malo del mundo, bajo las supervisiones de una hermana dura y un hermano sobreprotector, alentadas a aprender las enseñanzas y el arte de la guerra como si de hijos se tratara y no de futuras esposas.

Así de libres eran las niñas de Zhao.

Pocos sabían quién vivía en la antigua Mansión de los Zhao, los sirvientes eran demasiado reservados y ni una palabra se escapaba de sus bocas.

Así han vivido por años y ya la novedad ha pasado, los nobles están adaptados a no saber.

Acostumbrados a ser ignorados.

La plebe también interesada, hablo, no se quedaba atrás, frases como "valioso como las hijas de los Zhao" se volvieron una fuente de comparación en el día a día.

Esas cuatro niñas Zhao fueron criadas por una niñera, la antigua dama de la corte no salía ni se relacionaba con nadie, solo escribía a dos personas, esas dos personas eran quienes velaban más allá de los muros de la mansión por ese juvenil clan.

Los demás miembros eran demasiado ancianos y por su seguridad vivían fuera de la capital, con solo Zhao Sei Chen como hijo varón para levantar el clan. Pero el joven Guardia adoraba a sus hermanas menores y aunque tenía edad para casarse aún no tenía ni una prometida.

Las gemelas se negaban a casarse y si lo hacían ellas traerían los esposos a su hogar, si Sei Chen no se ocupaba del Clan ellas lo harían.

Pero si preguntaban quién era la más amada de las niñas Zhao todas dirían que Zhen Qi, pero también sabían porque era diferente, mientras las demás tenían una hermana mayor solo Zhen Qi podía llamarla madre. Mientras se criaron en el monasterio pudo existir celos por la diferencia en la relación, pero nada más, todas querían tener a sus madres con ellas, pero solo Zhen Qi tenía una.

Al crecer y salir del monasterio las otras comprendieron por qué debían proteger a la menor, al ser criadas en la ignorancia de una niñez despreocupada la realidad fue tan extraña y difícil de asimilar.

En los últimos días Sei Chen entraba y salía de su palacio con más frecuencia de lo habitual, la situación lo ameritaba, no solo el caso de envenenamiento ahora venía al caso.

No era simplemente una visita de cortesía, si fuera el caso no molestaría tanto al guardia imperial, el problema es que esta hermana mayor suya no perdía la oportunidad de alimentarlo con dulces como si fuera un niño.

Sí que era el niño de sus ojos, nada podía ser serio cuando la Consorte Zhao hacia oídos sordos de las protestas del joven continuo en lo suyo, mirando ahora a Sei Chen mientras comía podía recordar el rostro de las niñas abrazándola cuando debía regresar a palacio tras una larga recuperación. Por la cabeza de Sei Chen solo pasaban protestas como "espero que tenga un hijo pronto" a ver si dejaba de tratarlo como un niño alguna vez.

- Tan guapo, nuestros antepasados estarían tan orgullosos – sonrió - ¿Zhen Qi está bien en estos días?

Bien, gracias a dios ya podían cambiar el tema.

- Estate tranquila, no te miente en sus cartas, ni minimiza nada, la niñera solo sabe alabarla por su inteligencia, si fuera hombre estaríamos criando a un general.

- Me preocupa que en el futuro pueda casarse alguna vez.

Con solo la idea del matrimonio Zhao Sei Chen quería llorar.

- Por ese aspecto mejor preocúpate por las cuatro. – suspiro – Hermana mayor, que a ninguna le preocupa el matrimonio, las gemelas solo esperan a poner las manos en su propia dote para abrir un negocio.

¿Quizás si era demasiado flexible con ellas?

Aunque Zhao Sei Chen quería seguir hablando de solo cosas mundanas aun le preocupaban asuntos más urgentes y esa era la Princesa Viuda de DongPing.

- Hermana Mayor, volvió a llegar invitaciones a la Mansión y la niñera ya no sabe cómo rechazarlas.

Esa mujer era dura, no le basta el trato anterior con ella y ahora quería a su pequeña, al parecer descubrió el paradero de Zhen Qi y no se detenía de maquinar.

No quería, pero debía tomar medidas.

- Hablare con Su Majestad, traeré a las niñas a palacio por un tiempo, se acerca el matrimonio de la Princesa Xi'an, es una buena justificación para que se queden en palacio un tiempo.

Traerlas a Palacio solo era una medida temporal, había escondido a Zhen Qi por muchos años, no solo ella, muchos la ayudaron para que fuera posible. Ahora debía contarle a Su Majestad, mostrarle su pequeño secreto. 





***

Por supuesto que Shang Ren Jie esperaba, lo hacía pacientemente, aguardaba a que ella confiara en él mientras los rumores sobre un hombre en el Palacio Interior "Tian" aún se extendía, tanto que está mañana había recibido un monumento, uno maliciosamente colocado.

Debía controlar mejor a la gente a su lado, al parecer eran fáciles de manipular por las mujeres de su harem.

Luego al mismo tiempo tenía que ver la disgustada cara del Primer Ministro Qiao tratando de interceder por su Consorte sin ser tan evidente.

Si no supiera la verdad ahora mismo estaría volando todo por los aires y mandando a condenar a inocentes.

- Su Majestad, este es un asunto del Harem la corte no debe intervenir.

EL Primer Ministro tenía toda la razón, hablo perfectamente por él, le ahorraba tiempo y saliva.

- No me interesa intervenir, son murmuraciones mal intencionadas.

Un complacido Qiao Yan Gui hincho su pecho, satisfecho por las palabras del Emperador, como era de esperar de un gobernante digno.

- Me informaron que su hijo también entro a la Palacio. – casualmente sus palabras se deslizaron.

- Si Su Majestad, fue convocado por la Emperatriz.

¿La Emperatriz? Más bien Zhao Hua Xiang complaciendo a la Princesa de Xi'an, la propia princesa le conto sobre las cartas que había recibido de su prometido, la muchacha parecía feliz de su inminente matrimonio.

La alianza con los Qiao era algo bueno, le debía una vida a Qiao Yan Gui y de esta forma le podía pagar el favor a su tío materno.

- ¿Sabe porque le pedí este encuentro?

- Le pido a Su Majestad que me ilumine.

- Recientemente descubrí algunos secretos de mi consorte, secretos que no me molestan aparte del hecho de que me mantenían a un lado.

- ¿Su alteza desea conferir títulos?

Negó tal hecho.

- Un cabeza de familia sin logros militares y solo una posición intermedia en la guardia de palacio, incitaría a protestas de mis cortesanos. Tampoco puedo enviarle a la guerra, mi Consorte protestara ya que es deber filiar del joven el dejar descendencia.

- ¿Su Majestad desea que le ayude a buscar una solución?

Efectivamente, eso era lo que deseaba.

Ayudarle a levantar el Clan de Generales que alguna vez fue el más leal y fiero entre los súbditos de sus predecesores, un Clan con el que no contaba. 

Honorable Consorte ZhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora