Capítulo 29: Tonto y adorable

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Para Zhao Hua Xiang la niñez termino muy pronto, el día que su infantil mano tomo la aún más infantil manita de Sei Chen, pequeño y sin entender que no podría volver más a casa.

Siempre recordaría al difunto príncipe heredero con cariño, fue el único adulto a su alrededor en el que pudo confiar, le sacó de aquella casa envuelta en su capa y coloco a Sei Chen en su regazo, Shang Ren Yun era también tan joven, pero era más adulto que todos aquellos que los juzgaron.

Convertirse en la marioneta de la Emperatriz viuda solo fue el precio que pago para sobrevivir. Que importaba el parentesco, cuando ostentas el poder y caes luchas para no perderlo. Recordó una vez que alguien le menciono que "ni el tigre se come sus propios cachorros"

¿Quién fue el tonto que dijo eso?

De esa mujer ella podría esperar eso o más. 

- No juegues conmigo jovencita, se bien lo que hiciste, arrinconando a esta anciana.

- La Emperatriz Viuda solo hizo lo que quería hacer, no tiene nada que ver con lo que esta Consorte dijera o insinuara.

¿Cuántas miradas?

Vertió el té y luego prosiguió a beberlo, la viuda la estudiaba, la observaba con tanto detenimiento, la crio, ella era una extensión de su propio cuerpo, de sus propios deseos, de los anhelos, cada uno de ellos desperdiciados por la inconformidad de ese Emperador en solo darle la contraria.

¿Y que si no le dio a luz? Legalmente era su madre. Debería ser más educado.

Expectante, Zhao Hua Xiang siguió ahí en el mismo lugar mientras la viuda arrugaba sus labios, tal y como hacia cuando quería quejarse del Emperador, pero no dijo nada, fue reflexiva y lo dejo pasar.

- ¿Cuál fue el acuerdo al que llegaron?

- ¿Por qué piensa que estoy confabulada con el Emperador?

- ¿No es así? ¿De propia gana dejo a un lado su orgullo?

¿Cómo le diría la verdad?

Ni ella misma podría entender por qué cedió ante las intenciones del Emperador y mucho menos como se dejó convencer por la Gran Princesa, si, quería la información, pero su orgullo siempre fue más fuerte. La astuta mujer fue utilizada por otros, pero desde su perspectiva todos ganaban algo.

- Aunque parezca mentira esa es la razón. Más bien me convencieron a mí.

Eso sí era nuevo.

"No hay orgullo si la mujer es hermosa" murmuro la viuda sin que su protegida escuchara.

Movimientos en la sala exterior saco a la viuda de sus pensamientos, no fue hasta que el fuerte grito del eunuco presento a quien la visitaba.

- Su Majestad entra en la sala. 



***



El leve aroma del perfume le agrado, descubrió que en las últimas noches logro dormir bien gracias a ese perfume, el olor provenía de una bolsita bordada bajo su almohada, al parecer la colocaron ahí para que el mismo no lograra encontrarla.

La bolsita bordada era simple, nada de hilos de oro y mucho menos excesivos adornos floridos, la suave tela azul delicada al tacto desprendía un suave aroma, refrescante, a una esquina del pliegue interior un delicado carácter bordado, un Hao oculto como para pasar desapercibido. La bandeja fue colocada frente a él pero hasta este momento nunca reparo en la diferencia de las prendas que comenzó a utilizar.

Volvió a repasar la costura, encontró similitudes con las piezas de ropa que recientemente adquirió, esas que tanto le habían gustado y en las últimas semanas comento que eran de su agrado. Simples, cómodas, de su agrado, el siempre tan inconformista, selectivo para todo y alguien más logro encontrar para su persona como si de un libro abierto se tratara.

- Joven Maestro, ¿usted?

- ¿La ropa? – señalo sus prendas. - ¿Tenemos un nuevo proveedor?

- La Señora, las incorporo en su guardarropa, dado que a usted le gusto trajo algunas más, la bolsita la coloco ella entre sus cosas.

No necesitaba divagar mucho para adivinar quién era el artista tras aquellos delicados bordados, la fama de la que se vanagloriaron sus amigos para referirse a ella ya comenzaba a molestarle. Sobre todo porque incluso extraños alguna vez escucharon hablar de ella pero simplemente él no.

Hao Yueying, viurtuosa, erudita entre las mujeres, de buenas maneras y hábiles encantos.

Conjeturo nuevamente la trampa en la que su madre lo coloco, Hao Yueying era una mujer inteligente y que trataba de complacer, este debía ser idea de su madre.

Disgustado tomo las prendas dobladas en su arcón y se disponía a salir.

Sus sirvientes lo mirando, expectantes por las acciones que realizaría.

¿Ofendería a la Señora?

Algunos ya temían por la futura Señora, su Joven Maestro había cambiado mucho desde que el decreto fue presentado.

- ¿Joven Maestro?

Toco nuevamente las piezas de ropa, repaso las costuras como la primera vez, lentamente se sentó en el suelo tranquilamente, mirando y estudiando lo que tenía en la mano. Los hilos fueron bordados en pequeños puntos, tanta labor debió cansar las manos de su prometida, varios estilos y formas le daban al hijo vida. Era como una pintura en la tela, pinturas de pájaros y flores, orquídeas, iris, principalmente estas ropas fueron bordadas para un erudito.

- Es como una pintura de Xu Xi.

El sirviente quedo ahí, mirando a su joven maestro extasiado comprendiendo la verdadera maravilla que tenía en las manos.

Suspiro aliviada al verlo desplegar la ropa para apreciar libremente las formas del bordado, no se atrevía a tocar la tela. Imagino cuanto trabajo debió tener la princesa para realizar personalmente las piezas de ropa de su futuro esposo, recordó las palabras de la Señora Ouyang.

"Desde este momento todas las piezas de ropa de Chen Yu serán realizadas por la Princesa"

En aquel momento no entendía, pensó que cuando el Joven Maestro lo supiera se negaría rotundamente, pero mirándolo ahora aplaudió lo inteligente de su Señora, conocía demasiado bien a ese hijo suyo.

La pequeña criada sonrió, jurándose a si misma que aun y cuando fuera castigada en el futuro tendría que contarle todo lo acontecido a la Señora, estaría feliz de escuchar cuanto aprecio el joven maestro las ropas.

- Trae papel y tinta.

Tonto y adorable, por primera vez en su vida podría decir estos apelativos para describir a su Joven Maestro. 

Honorable Consorte ZhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora