Todo comenzó demasiado bien.
Zhang Pen Jie con su magnífico buen humor tras recibir algunos regalos del Emperador comenzó a angustiarse nuevamente, la incertidumbre la mataba.
Se tocó su falsa barriga, ya comenzaba a ser un estorbo, si pronto no le daban noticias del falso bebe que traería a palacio tendría que recurrir a un supuesto aborto.
La Consorte Zhan era una mujer hermosa, nació hermosa. Lo sabía bien, siempre mimada y admirada mientras fue creciendo. El magnífico orgullo de su familia, criada para siempre ganar, un padre temerario y ambicioso la coloco en el palacio para ganar el favor del emperador y lo logro.
Estaba muy orgulloso de ello, pero para él y sobre todo ella esa posición no era suficiente.
Pero ese Shang Ren Jie era astuto, no se cegaba por la necesidad de un heredero la hacía beber cada día hierbas abortivas para garantizar que ella no gestara un heredero.
Ahora era ella quien tenía la última palabra.
Un truco, luego otro, que más daba que no fuera la madre real del niño, solo le interesaba el estatus que podría darle. Un embarazo falso, movimientos impredecibles y bien planificados hasta que lo logro.
Zhan Peng Jie escucho los informes de su espía en el Pabellón Tian, donde esa mujer se creía intocable. La emperatriz nunca le intereso, esa insípida mujer era seca, los médicos lo diagnosticaron hace tantos años, nunca daría descendencia real, así que solo le quedaba adoptar si llegaba el momento de nombrar un heredero aparente.
Porque no un hijo de ella.
Una vez que un hijo suyo fuese coronado no importaba si en el pasado fue una consorte, los puestos de Emperatriz Viuda eran aún más importantes que los de la propia Emperatriz.
Ahí seria su momento de brillar.
- Mi Señora, ella está reunida con un hombre y no es la primera vez.
¿Como? ¿La siempre impecable Zhao Hua Xiang cometía el pecado del adulterio?
- ¿Un hombre? – la chica asintió, su información esta vez sí era valiosa.
- Nos sacó a todos de sus aposentos, solo sus confidentes más inmediatos, pude escuchar la voz de un hombre.
- Um, esto es realmente interesante. Ordeno una ejecución por adulterio y ella misma comete el mismo delito. Delicioso.
Se giró a su propia gente a la vez que despedía a la insignificante doncella.
- Mi Señora no se precipité, no debe actuar solo por estas pequeñas migajas. – le advirtió el eunuco tras ella.
Sabía bien lo que tenía que hacer, pero la tentación de utilizar esta información era un más grande que la lógica.
- No es necesario que nos quememos en este fuego, que lo haga alguien más. No es necesario que la información salga de mi boca, puede ser contado y repetido, aquí y allá. Los rumores son y pueden ser un arma bien empleada, si se manipulan bien, el principal instigador puede ser después de todo solo un tercero.
Rumores.
Simples rumores que llegarían al oído del siempre cauteloso Shang Ren Jie.
***
No se sabían espiados.
Ninguno de los presentes en la habitación contigua podría imaginar que eran escuchados.
No dejan ni una sola palabra fuera de lugar y no trasgredían las leyes del decoro. Eran una familia discutiendo los problemas de la generación menor.
Solo que la voz femenina desprendía una emoción que el propio Emperador nunca escuchó que le dedicaran a él.
Celos, si, los sintió, pero la emoción era dedicada a su determinación de proteger a las niñas de su familia.
Irrazonable, sentimental.
Esa no era la esposa que conocía, la mujer que escuchaba no era su siempre ecuánime y astuta consorte. La imagino siendo madre, sería como una tigresa protegiendo a sus cachorros, la vislumbró así en sus pensamientos.
Y le gusto.
Tan humana, tan diferente a la mujer que conocía.
- Su Majestad ese es el joven Capitán de la Guardia. – respondió el eunuco antes de que preguntara, antes de que existieran malentendidos – Usted no lo sabe pero, en realidad es el primo menor de la Honorable Consorte.
- ¿Su primo menor?
Asintió.
El emperador recordó.
El joven fue el erudito número uno cuando se presentó al examen imperial, se negó a tomar puestos en cualquiera de los ministerios, solo siendo colocado como jefe de personal en la guarnición de la capital, en tan pocos años escalo posiciones.
- Después del accidente de la Consorte y poco antes de la boda se hizo cargo de su crianza fuera de palacio. Solo regreso poco antes de los exámenes imperiales, cuando el joven alcanzo mayoría de edad.
- ¿Se hizo cargo de su familia paterna?
- Los sobrevivientes eran todos niños y varios ancianos. Cada uno de los niños vivió con ella en el monasterio durante todos esos años.
¿Era tan incompetente que sus propios sirvientes no le contaban nada?
¿Era un Emperador solo de nombre?
- ¿Cuánta gente sabe de esto?
- Solo unos pocos sirvientes y la Emperatriz Viuda.
Así que era esto lo que la ataba a la Emperatriz Viuda eran todos esos niños, fue su madre siendo también una niña. Aquellas niñas que vivían bajo su cuidado fuera del palacio eran el secreto con el que la emperatriz viuda hacía de Zhao Hua Xiang el perfecto aliado para estabilizarse en un poder que ella ya no podía albergar.
- ¿Qué sirvientes?
- Solo los del fallecido Príncipe Heredero y aparte de este humilde siervo nadie más.
- ¿Dónde están?
- La Emperatriz Viuda trato de hacerse con ellos, pero la Honorable Consorte los llevo a su palacio o resguardan la tumba imperial.
Estaba conforme, por lo menos por el momento, tan poca información le molestaba.
- Su Majestad, algo más. También se hizo cargo del bebe póstumo del difunto príncipe heredero.
¿Póstumo?
¿Existía un hijo póstumo?
Volvió a mirar la puerta frente a él.
¿Cuántos más secretos tenia Zhao Hua Xiang?
¿Cuánto más sacrifico durante todos estos años?
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Honorable Consorte Zhao
RomanceTras 15 años como Emperador, Shang Ren Jie descubre que en el harem no es la emperatriz quien lleva el poder, la mayor influencia en su harem lo lleva su primera esposa, la consorte Zhao, a la que no ve desde su boda cuando ambos eran unos niños. ...