Un día puede cambiar tu vida en un instante, una sola cosa puede poner tu mundo de cabeza. Eso le paso Hinata Shoyo, un día cambio su vida completamente, dejándolo destrozado por dentro.
El equipo del Karasuno se da cuenta de que hay algo diferente...
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Ya era el tercer día que no iba a entrenar.
En mis manos tenía una taza de café para ahuyentar el sueño, algo que era difícil ya que no había dormido nada en toda la noche.
Natsu estaba en la escuela ¿pero y Hinata?
Él estaba perdido, cuando termino el funeral un vacío inmenso se sintió en todo su cuerpo, algo que no le gusto para nada. La casa se sentía vacía, triste.
Al día siguiente después de un rato de dar vueltas por la casa decidió ir a hablar con sus profesores y ellos le habían dado la opción de estudiar en casa unos días mientras se recuperaba, con la condición de que mandara sus tareas, algo que él acepto. Nunca fue muy fanático de la escuela y sus notas eran pésimas pero ahora no tenía otra opción que ponerse las pilas y estudiar porque ahora su hermana dependía de que él saliera adelante, ya no tenían a nadie, su abuelo como había dicho les mandaba lo justo y necesario pero eso era todo y él no esperaba que eso cambiara, todos sus familiares estaban lejos y hace años habían perdido contacto.
— ¡Mierda! — Exclamo Hinata al ver caer su taza de café encima de las tareas que eran lo mismo a una tortura para él, pero por lo menos lo mantenían ocupado.
Gran parte del café callo en su mano que estaba vendada, que ahora al parecer además de estar lesionada ahora tenía una gran quemadura.
Corrió hasta el baño y se saco las vendas que tenía en su mano para rápidamente ponerla debajo del agua fría que poco a poco calmo el fuerte ardor.
— ¡Lo que me faltaba!
Con su mano izquierda tomo delicadamente la derecha para así inspeccionar su estado, su muñeca tenia un enorme moretón de un fuerte color morado y en los bordes se podía distinguir un leve color amarillo señal de que ya estaba sanando, también estaba levemente inflamada, mas arriba se podía ver el fuerte color rojo que iba desde su palma hasta la muñeca.
Maldijo en su interior.
<<Esto es malo>>
Intentó ponerse las vendas de nuevo pero el dolor por el moretón y las quemaduras se lo impidieron.
Con una mueca de dolor miro el reloj de su mano izquierda, faltaba al menos una hora para que tuviera que ir por su hermana a la escuela.
Salió del baño y se dirigió a la salida, se puso los zapatos y salió de su casa. No podía usar la bicicleta porque su mano se lo impedía así que tuvo que caminar, caminar un largo rato.
Suspiro — Tranquilo Shoyo, es solo un hospital — Se dijo a si mismo mirando aquel lugar con miedo, a la vez que varios recuerdos que hubiera preferido encerrar en lo más profundo de su mente regresaban para proyectarse en su cabeza como si de una película se tratara.
