Un día puede cambiar tu vida en un instante, una sola cosa puede poner tu mundo de cabeza. Eso le paso Hinata Shoyo, un día cambio su vida completamente, dejándolo destrozado por dentro.
El equipo del Karasuno se da cuenta de que hay algo diferente...
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<<Los los niños pueden llegar a ser muy crueles >> Es lo que le dijo su madre un día.
Nunca entendió bien a qué se refería aquel día.
<<Cuando algo te hace daño aléjate de eso lo más rápido que puedas y pide ayuda ¿entendido?>> le aconsejo hace no mucho tiempo.
Ella solía decirle qué era lo más importante en su vida junto a Shoyo.
Solía seguir mucho a su madre, la admiraba, era un persona muy fuerte que siempre mostraba una sonrisa sin importar cuan mal pudiera estar.
Era un jueves y su hermano la había pasado a buscar como todos los días desde que ella ya no estaba.
— ¿Cómo te fue hoy? — Escucho su hermano preguntar.
<<¿Por qué siempre te viene a buscar tu hermano? Es raro>> Recordó que aquellas palabras que le había dicho un niño de la escuela.
— Bien Nii-san — Respondió alegre, si algo no quería era ser otra razón para que su hermano se tuviera que preocupar.
Hoy en la mañana se había recuperado del todo y tuvo que volver a la escuela. Por fin había podido conocer a uno de sus amigos, un tal Kageyama, él había ido estos dos días que estuvo enferma y la había acompañado al igual que a su hermano, le caía bien. Cuando él se había ido el primer día de que apareció en la casa, Hinata le explicó que no le había dicho a nadie sobre lo que había pasado y que quería que se mantuviera así, ella pensó que era la mejor decisión no seguir preguntando el porqué.
Volvieron a caminar en silencio hasta que por fin llegaron a casa donde su hermano fue directamente a la cocina y ella subía por las escaleras a cambiarse la ropa.
Pasó por el pasillo donde habían cuatro puertas, el baño, la habitación de su hermano, la suya y la habitación de su madre. Había una pequeña mesa al lado de las escaleras donde solían guardar cosas o poner adornos, ahí habían dejado una foto de ella, no recordaba ese viaje pero su hermano sí se lo había contado, la miró por unos segundos y vio que estaba un poco desacomodada la agarró y la acomodo bien, cómo se había hecho costumbre saco de su mochila una pequeña flor, no era la gran cosa, era una que había encontrado de camino a la casa pero siempre intentaba dejar algo al lado de aquella foto.
Luego de eso por fin llegó a su habitación donde se tiró a la cama y miró el techo como si fuera la cosa más interesante de este mundo, no pasó mucho tiempo para que se aburriera de estar así y se cambiara de ropa para bajar nuevamente a la sala.
Luego de un rato ya habían comido, ella se esforzaba por intentar descifrar que estaba pasando por la cabeza de su hermano algo que no era tan difícil, su cara lo decía todo.
