Un día puede cambiar tu vida en un instante, una sola cosa puede poner tu mundo de cabeza. Eso le paso Hinata Shoyo, un día cambio su vida completamente, dejándolo destrozado por dentro.
El equipo del Karasuno se da cuenta de que hay algo diferente...
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El lugar era extraño.
Se sentía ajeno a todo lo que pasaba fuera.
Las paredes blancas, los cuadros y fotografías con diferentes paisajes, los cuales parecían estar ahí como recordatorio de que existía un mundo fuera de esas paredes. El clásico y característico olor a hospital el cual no era muy agradable. Los pasillos eran largos y llenos de puertas que desconocía donde llevaban. Todo era tan pulcro y silencioso que le llegaba a inquietar.
¿Aunque que esperaba encontrar al llegar?
Si la mera palabra "centro psiquiátrico" ya decía que no se estaba yendo de vacaciones al Caribe.
Al entrar le habían confiscado varias cosas.
Sus zapatos los habían cambiado por otros sin agujetas, a su buzo le habían sacado el cordón de su cuello, su cinturón, cualquier cosa mínimamente pulsante se la habían sacado.
Los diez minutos que estuvo en la recepción se sintió completamente expuesto.
Luego de eso lo habían llevado al segundo piso, claro que antes se despidió de su hermana con un abrazo y de Kageyama con un mísero saludo, se sentía cúlpale por lo ultimo.
Llegaron a una habitación que era bastante sencilla, una cama, una mesita de noche y una pequeña televisión en una de las paredes.
Lo habían dejado acomodarse y le dijeron que tenía permitido salir completamente.
También le avisaron que pasarían en un rato para mostrarle el lugar, aunque eso no llamaba mucho su atención, solo quería que lo arreglaran y la mandaran de nuevo a su casa.
Pero muy en el fondo sabía que no sería tan sencillo como lo planteaba en su subconsciente.
Porque se había dicho a si mismo que vendría aquí, tendría una charla sentimental con un desconocido donde le diría que le pasaba y este le daría una solución mágica a todos sus problemas, como si simplemente se tratara de arreglar tornillo en su cabeza que se había zafado volviéndolo loco y luego se iría a casa como nuevo, volvería reparado.
Aunque rápidamente se dio cuenta de que no serian solo unos días los que pasaría en aquel lugar.
Bastaría con que cualquier psicólogo viera su expediente para que lo mandara del centro psiquiátrico directamente a el manicomio de por vida.
Se sentó en el suelo abrazando sus rodillas.
Una parte de el se arrepentía por haber aceptado venir a este lugar.
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