Un día puede cambiar tu vida en un instante, una sola cosa puede poner tu mundo de cabeza. Eso le paso Hinata Shoyo, un día cambio su vida completamente, dejándolo destrozado por dentro.
El equipo del Karasuno se da cuenta de que hay algo diferente...
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Era sábado a la madrugada, Natsu se encontraba dormida en un pequeño sillón en la habitación de su madre donde se encontraba con apoyo vital, Hinata la miraba sentado en una silla al lado de su cama, agarrando una de sus manos con fuerza mientras que en la otra sujetaba varios papeles que tenia que decidir si firmar o no, eran para desconectar a su madre. Estaba en silencio pensando en que hacer o a quien llamar, de vez en cuando dirigía su mirada a su hermana para asegurarse de que este dormida o que estuviera bien tapada. Las enfermeras y doctores habían sido muy amables con ellos, les habían dado comida y los dejaron quedarse con su madre toda la noche, tampoco habían llamado a servicios sociales, todo con el fin de darles un poco de privacidad.
Shoyo odiaba ver a su madre así, le dolía porque sabía que nunca iba a despertar y que si decidía firmar esos papeles iba a acabar con la vida de su propia madre. También sabía que en cuanto llamaran a servicios sociales era probable que le quitaran a Natsu por no ser mayor de edad, pero no iba a dejar que eso pasara, no iban a alejarla de él, era lo último que le quedaba.
— ¿No vas a dormir? — Le pregunto una doctora mientras entraba a la habitación para revisar el estado de la paciente.
— No puedo dormir — Respondió sin ganas.
La enfermera miro las manos del chico, una entrelazada con la mano de su madre y la otra sosteniendo unos papeles que ella conocía muy bien.
— ¿Están solos? ¿Y tu padre? — Pregunto preocupada, sin saber que ese tema era como un campo minado para Hinata, que sintió como algo dentro de él reaccionaba a aquella última palabra que tanto odiaba.
— No esta, se fue — Dijo con la voz baja — ¿Cómo se supone que firme esto? literalmente estoy acabando con la vida de mi madre.
La mujer sintió como se le aguaron los ojos al ver aquella escena.
— Ella ya no esta, no acabas con su vida, tu madre ya se fue — Intento explicarle — No hay nada puedas hacer.
— Me dijeron los policías que la otra persona que estuvo en el accidente salió ilesa — Su voz se iba apagando en cada sílaba.
— No pienses en eso — Dijo saliendo de la habitación para minutos después volver con una taza de chocolate caliente para él — Intenta dormir te hará bien, mañana será un nuevo día, no hay necesidad que tomes una decisión ahora — Agarro los papeles y los dejo en una mesa para volver a su lado y mirar atentamente su mano derecha que estaba sobre la cama.
— ¿Qué le paso a tu mano? — Exclamo preocupada por el color morado que tenía en la parte de la muñeca.
Hinata volteó a verla y se alarmo al darse cuenta de su estado, en todo este tiempo había estado tan ido que no se había percató de ello.
