Un día puede cambiar tu vida en un instante, una sola cosa puede poner tu mundo de cabeza. Eso le paso Hinata Shoyo, un día cambio su vida completamente, dejándolo destrozado por dentro.
El equipo del Karasuno se da cuenta de que hay algo diferente...
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— ¿Me pasas el azúcar? — Pidió Hinata.
Natsu se estiró un poco en la mesa para así alcanzar aquel objeto para luego pasárselo a su hermano.
— Gracias.
Volvieron al silencio.
— oi, Sho — Lo llamo mirando su taza de te.
Hinata no contesto, pero la miro dándole a entender que la estaba escuchando.
— ¿Qué paso en el campamento con Kageyama? — Él se atraganto un poco con el té al escuchar la pregunta.
— ¿A- a qué te refieres Natsu? no paso nada — Mintió.
Ella lo miro con los ojos entre cerrados.
— ¿Qué paso con el "hermanos no se mienten"?
— Natsu yo...
— Me lo prometiste — Le dijo antes de que le diera una excusa.
Se miraron fijamente a los ojos por unos segundos que parecieron eternos hasta que Shoyo desvío la mirada y soltó un suspiro.
— Es complicado.
— No importa, dime y talvez entienda.
Hinata la miro un momento, ella podía ser prácticamente una copia de él pero en su forma de actuar y de ser estaba clara la marca Aiko Hinata en ella, a veces sentía que una pequeña parte de su madre vivía en ella, y eso le asustaba algunas veces.
— Él... me ¿beso? pe-pero luego me fui y lo eh estado evitando desde entonces y no hablamos sobre eso desde que paso ... ¡ash! — Hablo super rápido — Te lo dije es complicado.
