Day Hundred-Ten

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"Las etapas del duelo: 5°  Aceptación - Parte 4"

Una de las cosas buenas que le había logrado encontrar a tener depresión era que le daba la escusa perfecta para faltar al colegio cuando no se sentía del todo bien

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Una de las cosas buenas que le había logrado encontrar a tener depresión era que le daba la escusa perfecta para faltar al colegio cuando no se sentía del todo bien.

Como ese día.

No había pasado nada especialmente depresivo o necesariamente dramático, solo había abierto los ojos y lo supo, ese no seria un buen día. 

Así que no se la hizo muy difícil, consulto la hora y cuando corroboro que aun faltaba media hora para que su hermana se tuviera que despertar atraso su propia alarma hasta ese horario, cuando sonó se levantó y fue a hacer lo mismo con ella. Mientras Natsu se lavaba los dientes él se tomaba su antidepresivo.

Otra cosa, si se puede considerar positiva, era que al ser ahora el mayor o más bien el adulto de la casa, ya no debía pedir permiso a su madre para faltar al colegio solo lo hacía y punto.

Llámenlo vago o irresponsable pero luego de dejar a su hermana en la puerta de su colegio no lo pensó dos veces antes de volver directo a casa. No le importo mucho que fuera el ultimo día antes de que oficialmente comenzaran las vacaciones de invierno, solo volvió a casa y se sentó en la puerta que daba al patio trasero, cubierto con su manta café y con un té en las manos.

Se dedico a pensar, como Natsuki le había recomendado, medio en broma medio en serio, que usara un poco más la cabeza para otra cosa que no fuera deprimirse. Dejo que su mente volara y se alejara lentamente de su cuerpo para poder pensar en cualquier cosa con libertad.

Y así es como termino mirando fijamente a la nada, con su teléfono reproduciendo música tranquila mientras sus ojos se enfocaban en las leves gotas de lluvia de la llovizna que había comenzado hace apenas unos minutos. Sorprendentemente termino pensando en su hogar.

Su casa estaba prácticamente en medio de la nada, sus vecinos se habían ido hace años a vivir más cerca de la cuidad, pero ellos no, y talvez uno o dos ancianos que habían crecido allí y eran demasiado tercos como para avanzar.

Su madre solía decir que era como su pequeño paraíso silencioso. Uno donde te sentabas en la tardes en el patio rodeado de plantas y enredaderas, talvez en el columpio de madera en una esquina o simplemente en una manta en el suelo, con una taza de café y un libro nuevo, el sonido de los pájaros y el arrollo no muy lejos de su casa. 

Para los tres siempre fue su pequeño lugar alejado del resto del mundo. Y eso era, al igual que a su madre, lo que le fascinaba del lugar.

Una pequeña sonrisa ilumino el día como si el sol hubiera decidido dejar de esconderse entre las nubes al ver los lirios rosas su madre había plantado hace unos años.

Se acerco un poco a ellos y los toco con sumo cuidado, como si con la caricia más leve estos fueran a marchitarse.

Una alarma lo arranco de su paraíso silencioso y lo obligo a volver a poner los pies en la tierra.

One Day In September // ✨KageHina✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora