Un día puede cambiar tu vida en un instante, una sola cosa puede poner tu mundo de cabeza. Eso le paso Hinata Shoyo, un día cambio su vida completamente, dejándolo destrozado por dentro.
El equipo del Karasuno se da cuenta de que hay algo diferente...
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Hinata estaba tan desconcertado que no se dio cuanta en que momento dejo de escuchar lo que le decían.
— Hinata — Parpadeó un par de veces y miro a la maestra, recuperando la noción de donde estaba nuevamente.
— Discúlpeme, me distraje — Se recompuso y enderezó la espalda en su silla.
Esa noche tuvo de nuevo una de sus pesadillas, por lo que se paso gran parte de la madrugada sentado en el sofá tomando café y sobre pensando contarle a Natsuki que las pesadillas habían vuelto.
— ¿Te encuentras bien? te ves pálido.
La maestra hizo el amague de poner su mano en su frente, pero él rápidamente se hizo para atrás evitando que lo llegara a tocar.
— Si — Murmuro incómodo — Solo no tuve tiempo de ir a casa todavía, ¿podría repetirme lo que me estaba diciendo, por favor?
— Si, claro — La docente pareció darse cuenta de que no estaba habla hablando con uno de sus alumnos por la forma en la que se puso sería nuevamente — Natsu es una niña muy inteligente, pocas veces nos causa problemas como alumna a pesar de que en las últimas semanas a estado un poco distante en clase, tiene buenas notas y no tiene problemas en entender las cosas por su cuenta.
— Entiendo — Volvió a recordar la conversación que había tenido con Natsuki antes de seguir hablando — ¿Y como se lleva con los demás?
No le pareció una buena señal la forma en la que ese tema parecía poner incomoda a la mujer frente a él.
— Bueno, su relación con sus compañeros es... turbulenta.
— ¿Puede por favor no hablar en código? soy su tutor técnicamente hablando, no necesita suavizar sus palabras — Se cruzo de brazos intentando no temblar.
La maestra lo miro con duda unos segundos y luego asintió, como aceptando el hecho de que no estaba hablando con un niño frente a ella, si no con un tutor.
— Hay compañeros que se agarrar de su situación para molestarla, varias veces tuvimos que intervenir para que no se sobrepasarán, pero no podemos culpar a los niños, ellos no se dan cuanta de lo que dicen, son pequeños todavía para entender la situación.
Hinata sintió que la furia se extendía por su cuerpo. Su hermana también era pequeña, por ella debería preocuparse, no por los idiotas que la molestaban y que seguramente no eran cosas bonitas las que le decían, no por la forma avergonzada con la que le hablaba la mujer.
— ¿Qué es lo que le dicen? — Pregunto, intentando aguantar las ganas de preguntar los nombres de los niños.
— Normalmente se callan cuando estamos las maestras o algún tutor, pero sabemos que debe tener que ver con la ausencia de sus padres.
