Capítulo 28. Podrías ser mi reina.

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Eleanor se marchó triste, Maximilien la llevó hasta la esquina de la calle de la mansión Vinteri y acordaron ocultar su relación, pero el conde no pudo evitar demostrarle su afecto a la loba y la besó con ahínco, pero en un beso más simbólico que pasional.

Pero alguien los había descubierto, quizá en su oscura ansia de venganza por haberle privado de lo que más deseaba.

Alguien que los odiaba a muerte los estaba espiando.

Alguien que había escapado de prisión.

*****

Eleanor llegó al palacio y fue convocada a la sala del trono, pero su padre, el marqués, no lo fué.

-¡Lamento haberte metido en todo esto!. -Dijo el marqués apesadumbrado acompañándola hasta la puerta.

-¡No te lamentes papá, yo decidí meterme en esto, y no me voy a dejar vencer por ese hombre! ¡Yo soy el lobo! -Dijo Eleanor en voz baja pero con valentía.

-La loba, la loba Vinteri. -Añadió su padre. -Todos estos años que desperdicié, sin tí, fueron los más tristes. Espero algún día puedas perdonarme lo que hice, y quieras aceptar las explicaciones que tengo para darte.

Eleanor no tuvo tiempo para responder pues unos soldados llegaron para custodiarla hasta la sala.

La joven dirigió última mirada hacia su padre y se marchó sin mirar atrás.

Al entrar a la sala, su majestad estaba sentado platicando con sus ancianos consejeros, gente muy importante estaba expectante, pues sabían que Eleanor era la posible nueva conquista del rey.

La miraron con curiosidad e inquina mientras el rey le daba autorización con la mano para que se acercase.

Ella se acercó e hizo una reverencia, aunque por dentro quisiera horcar a ese sujeto llamado rey.

-¡Lady Vinteri! ¡Qué alegría verla! ¿Cómo se encuentra su padre de salud? -preguntó el muy cínico después de que no lo había dejado entrar.

-¡Se encuentra bien su majestad, vino a acompañarme, pero ya se ha regresado a casa!

-¡Muy bien, pasemos a otros asuntos!--Se relajó el rey en el trono y la miró obsesivamente. -¡La noche pasada en la fiesta, mi hija la princesa Melina no pudo asistir, por lo tanto ustedes no se conocen, y hace poco me he dado cuenta que quizá lo que mi hija necesite sea una amiga de su edad. Y considero que tú, como la hija de un marqués, puedes ser su dama de compañía y confidente! ¡Eso me haría muy feliz! ¿Qué me dices?

Esa pregunta era simplemente un requisito, él claramente en la carta había ordenado que Eleanor fuera la dama de su hija.

Eleanor lo miró con toda la dignidad que pudo conseguir e ignoró los susurros que se escuchaban a lo lejos. Siempre había querido asistir a una obra de teatro, pero quizá ahora estaba actuando en una.

-¡Sería un honor para mí, majestad!

******

La princesa Melina era todo lo contrario a su ambicioso padre, ella era como su madre, sufrida y amable. Fué fácil encariñarse con la dulce joven nadamás conocerla.

Era una joven preciosa e inteligente, Eleanor lo supo nadamás verla, y aunque no había vuelto a hablar con Olivia desde aquella vez, Eleanor sabía que la princesa, Olivia, y aún Eleanor misma tenían un carácter similar.

Su hermosa figura, hacía de ella una belleza, pero su triste rostro, le daba un aire melancólico.

Ella estaba prometida a un príncipe de un reino vecino.

LA LOBA VINTERIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora