Capítulo 13. Se aproxima una batalla

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MARATÓN 

En la imagen está Richard Gusduf de quien ha sido la carta del capítulo anterior.
Perdón por la demora pero ya regreso.

....

Eleanor nunca se jactaba de su autoridad sólo cuando era necesario y Andro era un leal amigo pero ella sabía que el grupo siempre debía estar antes de la amistad. Andro era su más grande amigo y ambos se respetaban y se apreciaban que incluso creían que eran dos enamorados pero para Eleanor él era su hermano.

Al día siguiente llegó Richard con su pequeño ejército a la pequeña cabaña de la joven. Llegaron setenta en el primer viaje, llegaron el lunes en la noche pues si la carta hubiese sido descubierta tendrían dos días de ventaja y Eleanor no se asombró del apresuramiento pues las noticias que él le traía no eran en absoluto buenas.

Mursfhite sabía que había un ejército en campaña para quitarlo del poder, un espía había abierto la boca. Tobías. El traidor. Ahora por su culpa tenían que adelantar la primera batalla entes que masacraran a los pocos rebeldes que luchaban en contra del rey. Eleanor sabía que una guerra podría tardar años y mucha gente moriría y sufriría, pero si no se hacía nada de todas formas más gente sería la que moriría con la tiranía del rey.

Hacía unos dos años Andro, George y la misma Eleanor habían cavado en su cabaña. En toda la parte del cuarto de Eleanor un sótano enorme que les llevó meses cavar. El sótano medía ochos metros de largo y dos y medio de ancho que llegaba hasta el porche de la cabaña, al lado de él había una puerta de madera de quebracho que el grupo había robado a un mercader. Detrás de la puerta en otro espacio estaba el tesoro de Eleanor cubierto por ropas muy viejas y heno, el cual era aseado una vez al mes por Eleanor misma. La puerta misma estaba cubierta por pieles de oso juntó con otras partes ubicadas en la pared para que simulara una espartana decoración.

El sótano había sido cavado con la intención de esconder rebeldes. El grupo de mercenarios sabía que tarde o temprano la guerra estallaría y debían tener un lugar seguro para esconderse.

El respiradero del sótano era un piso de madera de un metro en el cuarto con los espacios suficientes para que el aire se filtrara hacia abajo, cuando alguien llegaba, una alfombra de piel de oso estaba cubriendo el piso simulado ser una alfombra, ahora el sótano íba a ser ocupado por Richard y sus hombres.

El grupo estaba reunido con Eleanor cuando llegó Richard y ellos mismos acomodaron al grupo quedando sólo cinco hombres para cazar. Nadie conocía la existencia de esa cabaña salvo Andro y su madre, y quizás el marqués Vinteri, su padre.

Y Max.

....

A la mañana siguiente el numeroso grupo se reunió con otros cien hombres en la montaña escabrosa de Vunima quedando ella sólo con Richard. Planeando en una piel de conejo su primer movimiento.

Contar cómo había conocido a Richard era algo extraño, pues si bien era cierto que era uno de sus amigos más preciados junto con Andro y el capitán Alexandre, Richard era más animado y extrovertidos que los otros dos. Su carisma aún mayor que el encanto irlandés de Grusbell era aún más llamativo, pues él era todo lo que Eleanor no era. Richard era un hombre muy rico comerciante segundo hijo de un barón de una familia intachable de Selifh y siempre había sido querido y amado por sus dos padres, a diferencia de ella y de Grusbell y Andro que sólo tuvo a su madre pues su padre murió antes de que él naciera.

Cuando se conocieron Eleanor intentaba robar a Richard, pero él se había dado cuenta y le había dejado hacer hasta que ella cayó en la trampa. Y lo cierto es que él había visto en Eleanor una fiera decisión de conseguir lo que deseaba y ella se convirtió en el candidato perfecto para la rebelión en la capital de la ciudad más importante del país que era Vunima. Al final se entendieron y ella accedió después de probar si era cierto lo que él le decía y ahora daría su vida por la causa por la que peleaba.

Richard había encontrado en Eleanor una joven única y había intentado hacerla su amante en varias ocasiones sin saber que ella era hija de un marqués aunque Eleanor no se molestó en decírselo pues al final de cuentas ella misma pensaba que era una bastarda, pero no había caído en la seducción de Richard. Eleanor pensaba que si mezclaba las relaciones, él podría creerse su dueño y empezar a manipularla a su antojo después que se enamorase de él.

Aunque se habría creído un tiempo enamorada de él y de su forma tan grave de llamarla Eleanore o a veces Eleanour para hacerla reír o enojar, pero no era demasiado fuerte, ni demasiado intenso como lo que sintió por Maximilien cuando lo conoció y más aún cuando la besó. Ahora Eleanor conocía que era desear a alguien más con todas tus fuerzas y no poder tenerlo. Dudaba de volver a ver al conde y eso la irritaba y la entristecía.

Eleanor quedó con Richard de reunir a todos los rebeldes en la colina al sur de Vunima el viernes y allí pelear con los soldados del rey. Bien cierto era que los soldados estaban mejor entrenados, pero la fuerza de voluntad y valentía de los suyos los superaba en gran manera y ella misma se había encargado de proveer armas a los rebeldes de Vunima.

-¿Vendrás conmigo Eleanore? –Preguntó Richard mientras estaban reunidos en lo que Eleanor llamaba su comedor, que era una pequeña mesa con tres sillas.

- No, no puedo irme aún, me reuniré con el grupo mañana jueves al anochecer para llevar más armamento y provisiones allí.

- ¿No irías ahora siquiera para acompañarme a mí, querida? – Preguntó él con tono risueño de un niño que quiere una golosina.

- Lo siento querido pero no puedo. –Respondió ella risueña pero decidida. Aún debía leer las cartas de su madre y seguir intentando resolver el asunto del armamento.

Al final Richard siguió en sus inútiles esfuerzos de seducirla pero ella le dejó en claro que sólo en sus sueños sucedería algo entre los dos pues ella sabía que a quien su corazón y cuerpo deseaban era a Maximilien

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Al final Richard siguió en sus inútiles esfuerzos de seducirla pero ella le dejó en claro que sólo en sus sueños sucedería algo entre los dos pues ella sabía que a quien su corazón y cuerpo deseaban era a Maximilien. 





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