Capítulo 35. Una mujer llamada Narda.

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La mujer la miró con preocupación y cautela, y fácilmente descubrió que esa mujer vestida de hombre no era de esos rumbos.

Eleanor caminó unos pasos con mucha dificultad, tratando de enfocar bien el camino con su mirada borrosa.

-Yo... soy -Intentó decir ella pero fue interrumpida por la otra mujer.

-Está bien. -Dijo ella. -Usted necesita mucha ayuda. Las preguntas vendrán después.

Se acercó a ella y la tomó de su brazo sano para ayudarla a caminar hasta entrar a su pequeña cabaña. Luego de sentarla en un silla salió y ató al caballo a un árbol.

-Me dijeron... que usted... podría ayudarme. -Dijo Eleanor con esfuerzo.

-Sí, no se preocupe. -Respondió la señora. -Déjeme curar su herida. -Añadió mientras la ayudaba a quitarse la camisa, y miró su espalda con preocupación.

-Puedo preguntar... ¿Quién le hizo esto?

-La cobra. -Respondió Eleanor ahogando un gemido al sentir la camisa pegada a su brazo ser desprendida.

-Ese hombre es cruel y peligroso. -Le confirmó ella. -Es un milagro que la haya dejado con vida.

-Yo logré escapar. -Alegó la loba.

-¡Me alegro mucho por usted! -Dijo Narda mientras cortaba la camisa de Eleanor con unas grandes tijeras para poder sacarla sin dañar las heridas.

Al mirar su brazo, la mujer hizo un mueca y soltó un suspiro preocupado.

-Es muy raro que no tenga fiebre. Es un corte limpio y afortunadamente puede curarse. -Señaló. -Pero la fiebre o alguna infección pueden ser muy peligrosas. ¡Esto dolerá un poco! -Le dijo mientras añadía un alcohol en su herida.

Narda curó su hombro y su espalda colocando vendas en ambos lugares, con mucha precisión y inteligencia.

-¿Puedo saber como te capturaron, de dónde eres y qué haces en estos rumbos? -Le preguntó Narda al fin tuteándola al terminar y ofrecerle comida.

-Soy de Valengo. -Dijo ella. -Viajaba hacia Vunima cuando dos hombres me encontraron y me hirieron, me secuestraron en una cabaña y al día siguiente La Cobra me azotó y intentó abusar de mí. -Soltó Eleanor.

-¡Oh, pero que cosa espantosa! -Dijo Narda conmovida. -¿Y quién te dijo que vinieras a mí? -Le preguntó después de pensar unos segundos.

-Uno de los hombres que me secuestró. Se mostró arrepentido aunque dudo de sus intenciones... Creo que se llama Rot. -Respondió la loba con sinceridad ante la mujer que la había ayudado.

La cabaña carecía de lujos. Era rústica y práctica, hecha para soportar duros inviernos. Lo único que sobresalía en el lugar, eran los numerosos cuencos con hierbas molidas y mezcladas, que se encontraban en una pequeña mesa.

-Rot es un buen hombre. Sólo que anda en por camino errado, y ahora se alió con La Cobra para ganar más dinero. Pero él no es malvado. -Lo defendió la mujer mostrando cierto cariño hacia el hombre. -Me alegro que haya escapado usted de el hombre que le hizo daño. -Dijo sinceramente.

-Y yo me alegro que ese hombre no vaya a tocar a una mujer nunca más. -Dijo la loba levantándose, pero un mareo la hizo sentarse de nuevo.

-Es mejor que no te levantes. -Le aconsejó Narda. -También es mejor que permanezcas aquí unos días antes de continuar tu viaje. -Eleanor la miró con irritación. -Sé que desconfías de mí, pero no tienes nada que temer.

-Te imaginaba...

-¿Más vieja? -Preguntó Narda con una carcajada.

-Ehh, ciertamente así tan joven, no. -Completó Eleanor azorada.

LA LOBA VINTERIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora