Capitulo 2. El juramento del conde.

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Su esposa había muerto, a manos de un asesino a sueldo y se juró a si mismo encontrarlos a los dos y cobrarse la venganza, y más que nada saber quién había mandado matar a su mujer. Lo había visto saliendo del castillo mientras él llegaba el y otro jinete a quien no le pudo ver el rostro, pero él era uno de los asesinos, iba tapado con un pañuelo de la nariz hacia abajo, pero si le vio los ojos, deseosos de venganza, recordaba su color, a pesar de la noche, eran marrones, la noche los oscurecía. Era un hombre joven sin duda, más bien delgado y traía una cicatriz en el lado izquierdo de su cuello, era pequeña pero la luz de la noche la reflejó y él pudo verla cuando el viento levanto una parte del pañuelo con el que ocultaba su cara. Maximilien estaba escondido entre las sombras muy atento.
Perdido en sus pensamientos Maximilien estaba sentado frente al cuerpo ya sin vida de su esposa. Sus grandes manos sujetaban firmemente un puñal, similar al que había sido usado para dar muerte a su esposa.

Mientras miraba el rostro pálido y frió de Anne se sintió turbado, ella siempre existiría en su memoria. Había llegado minutos después que ella muriese. Cuando la conoció estaba radiante, bella y muy joven; La había elegido por conveniencia, no por amor. Nunca le permitió llegar a su corazón. Ella había sido una buena esposa, nunca hablaba más de lo debido, siempre le obedecía y acudía a él, por las noches no ponía reparos en que el buscara la compañía de otras mujeres; pues había sido criada para mirar a otro lado cuando el marido satisficiera sus deseos lejos de su cama, como toda dama de la nobleza. Desafortunadamente no le había proporcionado el heredero que el tanto había deseado. Y ahora yacía muerta en la cama. Había pedido que le dejasen solo con ella un momento. Dentro del fondo de su alma sabía que ella nunca lo amó, a pesar de eso había sido una esposa apacible y reservada durante dos años.

Para él era poco tiempo, pues constantemente salía meses de su hogar por viajes de negocios y trabajo. Salió de la habitación y fue a la biblioteca por una botella de licor.

...

Eleanor se revolvió inquieta en la pequeña cama, en las últimas horas su vida había cambiado y ahora tenía una promesa que cumplir a su hermana muerta, lo haría... pero a su manera –Revolvió inquietamente los documentos y las cartas que le había dado Anne, la mayoría eran de su abuela a su madre biológica y los documentos originales del matrimonio de sus padres biológicos, y otros más, así como una carta de Anne hacia Eleanor que nunca fue enviada. Ya había tenido demasiadas revelaciones por un dia, y decidió guardar la carta. Sabía que debía esconderlas en un lugar seguro, y ya sabía muy bien dónde. Necesitaba respuestas, pero debía ser paciente, muy, muy paciente.

-Bella. ¿Qué trabajo es el que sigue? –Pregunto George a Eleanor a la mañana siguiente al ir a su cabaña para saber su próximo atraco.

-He oído de fuentes confiables, que en el camino que va directo a Halecinfsh al norte pasan carruajes con nobles ociosos y adinerados. Van a la cuidad a gastar su mucho dinero en juego, bebida y mujeres, lo de siempre. Allí será donde iremos, prepara a los hombres. –Respondió Eleanor pensativa y ojerosa. La noche anterior, no había podido pegar ojo después de hablar por última vez con su hermana. –Pero para mañana George, hoy tengo que ir a un velorio.

-¿Quién se murió? –Preguntó George santiguándose.

-Mi media hermana. Murió anoche, pero no sé si sea bienvenida a su entierro. De todos modos iré. Se lo debo.

-Mi más sentido pésame Bella, en verdad. No te preocupes, yo hablo con los muchachos. Mañana venimos a la misma hora. –George tomo su sombrero y se dispuso a marcharse.

-Muchas gracias George. Hasta mañana. –Respondió Eleanor, haciendo un intento de sonrisa.

LA LOBA VINTERIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora