Cosas claras o no tan claras.
Eleanor curaba a un inconsiente Maximilien que reposaba en la pequeña cama de la cabaña de ella. George estaba en el porche, pues no había querido marcharse y dejar sola a La Bella con la Bestia. Eleanor no comprendía que la había impulsado a actuar de esa manera, tan protectora con el hombre.
Al mirarlo totalmente relajado, con esas cejas varoniles tan bien formadas, y su nariz aristocrática tan perfectamente cincelada, sus labios tan suaves, que incitaban a Eleanor a besarlos. (¿Que me esta pasando?- Se preguntó Eleanor) y se alejó a pasos furiosos pero a la vez silenciosos a la pequeña cocina separada de la recámara por unas puertas hechas de figuras circulares de hilos que aparentaba ser una cortina, la cual su madre Ruth había tejido.
Le había curado las heridas, pero aún necesitaba descanso y un buen alimento. Caminó hacia el caldero que estaba en la lumbre, nunca había sido buena cocinera, pero al menos nadie había muerto de hambre o enfermado por su comida.
Así que por una vez el conde tenía que probar una horrorosa comida, y no una banquete digno de la realeza como acostumbraba.
Eleanor sonrió.
A ese hombre le faltaba que lo bajasen de la nube donde estaba.
...
Maximilien despertó con un horrible dolor en la cabeza y en otras partes del cuerpo, sediento y hambriento. Quiso moverse pero al intentarlo se dió cuenta que estaba atado a los postes de la pequeña cama, todo él, de manos y pies. Empezó a forcejear para liberarse pero se dió cuenta que quien lo había amarrado lo había hecho bastante bien. Estuvo a punto de gritar de frustración, pero decidió que era mejor que supiera quien le había atado, y continuó haciéndose el dormido.
Eleanor volvía al cuarto con un cuenco de sopa de gallina recién hecha cuando vió que su huesped no estaba en la misma posición que el le dejó, la sábana que lo cubría se le había bajado hasta la cintura dejando ver unos músculos bien formados. Nada en su cuerpo era feo o indeseable. Ella sintió un hormigueo en su cuerpo, tragó saliva y obligó a sus pies a caminar hacia adelante. Le había pedido a George y Andro que desnudaran a su cuñado para revisar la herida del brazo pero en todo ese tiempo ella buscaba vendajes no lo vió, Hasta que estuvo cubierto.
Tocó suavemente la frente del hombre y éste inmediatamente abrió los ojos. Un iracundo mar la miró confuso y airado. Las hojas otoñales le devolvieron la mirada con asombro.
-¿Quien eres tu? -Preguntó con autoridad el conde. ¿Porque me tienes atado? ¿Sigues órdenes muchacho? Yo puedo darte una buena suma si me dejas irme sin decirle a los ladrones.
Eleanor se dió cuenta de que él no sabia que era una ella, no un él. Y decidió no decirle nada que pudiese afectarle. Llevó a la boca de él un pequeño vaso con agua pura, pero a ver la mirada desconfiada que el conde le dirigió sintió la necesidad de decirle:
-Si quisiera mataros ya lo habría hecho mientras estabas inconsciente.
Con estas palabras Maximilien tomó del agua que le daba en la boca el extraño muchacho y sintió que volvía a la vida mientras se hidrataba. El muchacho le pusó una almohada grande de materiales desconocidos en su espalda sin forzar las ataduras de sus brazos, para que Max se sentara, acercó un cuenco de caldo y se lo dió de cucharadas en la boca.
-No cocináis muy bien. (dijo Max picándo al chico, lo que al parecer funcionó porque brevemente vió al muchacho ponerse como un tomate para después poner una cara de enojo en su joven rostro).
-Entonces, debería dejar que mueras de hambre.
-Siendo así, debería retractarme porque aunque no seas un cocinero necesito alimentarme.
Eleanor al descubrir en su rostro que le había dicho eso para picarle, le llevó de nuevo una cucharada repleta a la boca. Cuando éste comió lo suficiente de alejó a la cocina dejándole solo.
No podía ser amable con él. El era alguien totalmente diferente a ella, el tenía todo lo que podría desear, y necesitaba ver la forma de que él no se enterara de dónde estaba. Pensando en esto. Eleanor volvió al cuarto.
No sé había arriesgado a liberar sus manos para que comiera pues el hombre en cuestión era muy fuerte y musculoso, por poco Eleanor creería que era como esos dibujos de hombres desnudos de sus libros de arte.
No sabía que le estaba pasando.
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LA LOBA VINTERI
Ficción históricaEleanor Vinteri a quien algunos apodaban "El lobo" es una guerrera que no ha tenido una vida fácil, se ha convertido en una mercenaria. Busca venganza, para conocer su verdadera identidad, recuperar la herencia de su madre y por el asesinato de su m...