ESPECIAL (2)

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Flashback

Estaba sola, aún después del enorme botín que habíamos conseguido ese día, y aunque estaba rodeada de mis compañeros bebiendo, cenando y charlando en la enorme taberna.

El esfuerzo físico que había empleado ese día no me era suficiente para estar tranquila.

Tenía tan solo dieciséis años, y ni un día de esos últimos seis años había estado tranquila.

Miraba a mi alrededor, decenas de personas sonriendo y charlando, las meseras y el tabernero y cocineras trabajando en un entorno tan cotidiano que me pareció estresante.

NorNor! ¿Te encuentras bien? -Me preguntó Andro quien se encontraba al lado de mí.

-No lo sé. -Contesté en voz baja con sinceridad.

-¿Han vuelto verdad? -Me miró a los ojos con preocupación.

Era como mi hermano, nos conocimos desde siempre y no podía mentirle, no a él.

-Sí, desde que dejé el castillo las pesadillas han vuelto, pero anoche, anoche fué la peor de todas. -Susurré.

Desde que mataron a mi madre cuando yo era tan solo una niña, tenía pesadillas que incluso había llegado a despertar a todo el castillo de mi padre, sin embargo se calmaron de un día para otro, hasta ese momento.

-¡Me preocupas, Nor! ¡Debe haber algo que pueda hacerse!

Andro continuó hablando pero dejé de prestarle atención al oír el alboroto que causaba un grupo de soldados del rey, con sus brillantes casacas azules. Las pesadillas seguían incluso cuando estaba despierta.

Pero entonces supe que no era una pesadilla

Era una realidad.

Pude reconocer a un hombre.

A un soldado de la más baja categoría, pero fornido y brabucón. Alto y orgulloso.

Él era uno de ellos.

Uno de esos hombres que me arrebataron a su madre y destruyeron  mi vida.

Tenía la oportunidad para efectuar mi tan preciada venganza.

Me levanté  con decisión ignorando el fuerte  dolor de cabeza, me despedí de mis compañeros alegando que estaba cansada y salí discretamente de la taberna.

Me quedé unos minutos observando a los tipos, venían a lo que muchos, comer, beber y divertirse con mujeres.

Debía hacerlo salir de la taberna de algún modo, pero no tuve que pensar mucho en eso, porque el hombre salió detrás de  una inocente niña mucho menor que yo, pude ver en sus ojos las intenciones que él tenía, y recordé a mi madre, sus ojos asustados y  a la vez con dolorosa resignación.

Me paralicé a la vez que me llenaba de miedo. Me sentí impotente e indefensa.

Pero sabía que debía defender a esa niña, como no había podido defender a mi madre.

Al darse cuenta de que el hombre la seguía, la niña echó a correr hacia mí, cuando ella pasó de largo yo aproveché para golpear con la empuñadura de mi espada la cabeza del sujeto.

-¡Corre! -Le grité a la niña mientras el hombre caía inconsciente a mis pies.

No sabía como haría para trasladar a ese hombre lo suficientemente lejos de la taberna para encargarme de él, así que sabiendo que tenía poco tiempo, corrí hasta mi caballo y busqué una tabla cerca, e hice lo mismo que hice con el cuerpo de mi madre. Lo subí a la tabla, lo até y lo até también a mi caballo.

LA LOBA VINTERIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora