Capítulo 22. La espía.

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Eleanor se dirigía con su doncella Fiona hacia una tienda de antigüedades, cuando de pronto escuchó a un hombre vendedor de periódicos gritando -"El rey ha decretado muerte a los traidores".

Eleanor inmediatamente pero con todo disimuló se apresuró seguida por Fiona hacia el vendedor y compró un ejemplar y se apresuró a leerlo

"Su majestad, el gran rey Mursfhite II ha decretado muerte a los traidores. Sin derecho alguno a defenderse, todos los traidores ya sea que estén unidos a los rebeldes o que no respeten a su rey, serán colgados en las plazas públicas para que sirva de escarmiento a la nación Valengina. Respetad a Vuestro Rey".

Eleanor no pudo evitar llevar su mano para tapar su boca que se abrió por la sorpresa. Así que olvidándose de ir a la tienda de antigüedades se apresuró a llamar a uno de los del grupo que se había camuflado entre los soldados y le dió el periódico con la intención de llevarlo a Richard con el mensaje de "que hacer". El periódico acababa de ser publicado y tardaría una semana en llegar a Richard por los medios. No sabía que hacer. Había retrasado un día la presentación con el rey pero no podía seguir postergandolo.

Ese mismo día sería presentada ante el rey.

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Eleanor se vistió con un hermoso vestido dorado. Jamás había usado algo tan fino.

Se maquilló pues era bien sabido que en las grandes fiestas de palacio todas las mujeres llevaban un absurdo maquillaje blanco que ocultase un poco sus defectos faciales

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Se maquilló pues era bien sabido que en las grandes fiestas de palacio todas las mujeres llevaban un absurdo maquillaje blanco que ocultase un poco sus defectos faciales.

No usaba ninguna joya.

Cada día de esas últimas dos semanas que había pasado en esa sociedad, convencían a Eleanor  de la enorme brecha que había entre Maximilien y ella.

Él era un conde y un coronel. De los mayores en el reino por su rango del ejército. Era respetado por los otros nobles y más de una madre disimulaba muy mal su espera de que el conde acabará el luto para intentar desposarlo con su hija casadera.

Era un hombre digno de admirar y respetar.

Además era muy muy hermoso.

Deseado por muchas mujeres que no dudaban en ofrecerle discretamente sus encantos.

Solteras, casadas y viudas, todas por igual caían ante la belleza de ese hombre y Eleanor las entendía muy bien.

Ese hombre era el más guapo de todo Valengo.

El sueño de cualquier mujer.

El sueño de cualquier mujer

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