Capítulo 6. Atado a la cama.

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Ya se había alimentado, hidratado. Ahora otra parte de su cuerpo necesitaba alivio. Su vejiga imploraba por aliviarse, tanto que Maximilien tuvo que cerrar los puños para soportar así amarrado a la cama,  como el bribonzuelo lo tenía.

El bribón venía de nuevo y Maximilien daría hasta su castillo con tal de orinar. Así que se dispuso a negociar con el joven.

-¿Como se siente? -Preguntó Eleanor fingiendo una voz de muchacho.

-Mal. Necesito hacer mis necesidades fisiológicas, pero estas cuerdas (dijo moviendo sus manos amarradas) me lo impiden. ¿Serías tú tan amable de soltarme?

-¿Cómo se yo que usted me dice la verdad y no va  a escaparse? - Preguntó Eleanor

-Te doy mi palabra de noble.

-Su palabra de noble no vale nada para mí.

-Entonces te lo prometo como hombre. De hombre a hombre.

Eleanor se lo pensó un momento antes de responder

-Mejor usted me va a prometer que no dirá nada sobre lo que vió en la posada y que va a volver voluntariamente para que yo lo vuelva atar. -Dijo la joven.

-Eres un muchacho inteligente, te han entrenado bien, pero sabes que puedo darte una buena recompensa si me dejas irme. (El mozo ignoró por completo la oferta de Maximilien, como si esta lo aburriera.

-Que dice milord. ¿Acepta o no mi trato?

Dado que Maximilien no tenía otra opción, y su vejiga no cooperaba, no pudo hacer otra cosa que aceptar la oferta del muchacho. Y ahora se encontraba desistiendo de lo que había averiguado por días.

Despúes de aliviar su veijiga, Maximilien dócilmente de sentó de nuevo en la cama y esperó que el bribonzuelo lo volviera a atar.

Pero cuando el se inclinaba para atar sus manos. Maximilien sintió un escalofrío de placer cuando el cuerpo del chico rozó su pecho desnudo. No comprendía que le estaba sucediendo, eso era completamente inmoral y reprobable. No. Debía estar loco. El es un chico. 

Sabía que los nobles sádicos, podían cometer sodomía con chicos. Pero él no era así. Él era un hombre honorable. Así que intentó alejarse un poco mientras el chico continuaba amarrando sus manos. 

...

A Eleanor le temblaban las manos cuando terminó de sujetar al conde a la cama, así que se alejó rápidamente hacia el porche. No entendía que era lo que había sentido, estaba muy confundida por las sensaciones que sintió cuando casi resbala y cae sobre el conde mientras amarraba sus manos a los postes de la cama.  Fue involuntario. Ella nunca quiso tocarlo (mentirosa-le decía su voz interna.) desde que vió al conde al asaltarlo, él se había colado en sus pensamientos. 

Seguía en sus cavilaciones cuando sintió acercarse a George a sus espaldas.

-¿Esta todo bien? -preguntó con un toque de preocupación.

-Si, él esta bien. He conseguido que no diga nada de la posada y ahora estará callado.

-¿Y si está mintiendo?

-No nos queda otra más que confiar en que haya dicho la verdad.

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Después de hablar un rato. George se marchó. No antes de sermonearle sobre que no era bueno tener al conde allí.

Eleanor entró a la cabaña y miró hacia donde estaba el conde, él estaba dormido. Entonces Eleanor aprovechó para lavarse en la pequeña bodega que estaba al lado del cuarto.

Mientras lo hacía, se restregaba con un lienzo el cuerpo, enojándose consigo misma haber sentido eso por el marido de su hermana. No era correcto por tantas razones como las estrellas.

Él fue el marido de Anne,  él podía fácilmente mandarla a ella y a sus amigos a la horca, por si eso fuera poco, él era noble, lo que ella siempre había odiado. Pensando en eso acabó su baño dándose cuenta que no tenía ropa para dormir con ella.

Muy despacio, con un viejo camisón largo y mojado se acercó lentamente al baúl donde estaba su ropa. De todas formas, debía aprovechar que el conde estaba dormido. Y ella no era como esas chicas nobles que se ruborizan y se hacen las pudorosas. Cuando lentamente cerraba el baúl con una mano, oyó una voz muy ronca que provenía de la cama.:

-Eres una mujer... -La voz confundida con un toque ronco de Maximilien se oyó en el silencio de el cuarto. Eleanor sin como ocultarlo pues la forma de su cuerpo lo revelaba se volteó lentamente con las ropas que había sacado entre sus manos.


LA LOBA VINTERIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora