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Taehyung nunca creyó sentirse de esa manera, mucho menos estando enamorado de una persona tan pura como Jimin pero en ese momento no es algo que pueda evitar, aquel sentimiento de traición le carcomía el pecho y lo único que podía desear era llevarse a Jimin, llevárselo lejos donde nadie pudiera tomarlo de nuevo, donde nade pudiera quitárselo. Jamás pensó que llegaría a ser un hombre tan egoísta como su padre, incluso había detestado el simple pensamiento pero ahora era la viva imagen de Kim Taeyang. 

Le dio nauseas ver como aquel Rey cargaba al niño como si realmente fuera algo suyo y posaba una de sus manos en la espalda de Jimin. Kim pensó que desde donde se encontraba podía fácilmente asesinar a Min, solo necesitaba buen arco, flechas duras y que Park se alejará lo suficiente del hombre. 

Respiró hondo, calmándose un poco y dio una última vista a todas las hermosas luces en el cielo antes de volver al palacio. Sabía que si quería acabar con Min Yoongi tendría que pensarlo más detenidamente, un sólo error y estaría muerto o aun peor Jimin podría morir. 

[...]

Dos días después por fin se estaban preparando para regresar al reino Min y Jimin no podía creer que estuviera tan impaciente por irse, incluso Yoongi lo había notado y por eso mismo le dijo al Rey Taeyang que debía volver de inmediato a su reino porque tenía algo muy importante que hacer. Jihyun también estaba inquieto por volver. 

Los últimos días Park paso mucho tiempo con sus padres, le dio gusto que al final su madre se mostró menos reacia sobre tener contacto con Jihyun. También había hecho una visita rápida a las personas con las que convivió cuando era un sirviente, personas que estuvieron con él durante la mitad de su todavía corta vida y finalmente se encontró con Tae en el jardín del reino, justo donde Min Yoongi le dirigió la palabra por primera vez. No es que lo hubiera preparado con antelación pero era su punto desde que eran niños y necesitaban hablar.

—Escuché que te vas esta tarde.— Murmuró el castaño a un escaso metro de distancia. 

Park se dio cuenta que no le había puesto la suficiente atención al Príncipe. Su cabello estaba largo y oscuro, su rostro parecía más maduro y sus hombros definitivamente estaban más anchos, también había algo extraño en la forma que lo miraba que no podía descifrar, sólo sabía que el Kim Taehyung que dejó aquí meses atrás no lo habría mirado de esa manera, casi hostil.

Jimin asintió, un tanto incómodo.—Si, es hora de volver.

—No tienes que irte, buscaré la manera de...

—Tienes que parar, Tae.— Decir tales palabras fue difícil para el pelinegro pero de verdad estaba anhelando tener una vida sin tanta mierda que cubrir, quería ser feliz el tiempo que durará, quería que su deseo se cumpliese y ahora que sus sentimientos eran claros podía decir fácilmente que ya no sentía lo mismo por Taehyung, que estaba dispuesto a dejarlo libre de cualquier cosa que lo atará a el. 

—¿Por qué? 

—No puedo con esto.—  Contestó el mas bajo, mirándolo a los ojos, sincerándose para que no lo hiciera hablar más. 

Taehyung mostró una sonrisa torcida, era casi escalofriante, desvió la vista e hizo un recorrido con sus dedos sobre su mentón, Jimin había olvidado ese habito suyo. Unos minutos después con la voz un poco más pacifica de lo que estaba su cuerpo y tentando demasiado a la falsedad, Tae dijo.—Ese maldito te ha jodido la cabeza y aún quieres seguir a su lado cuando simplemente puedes dejarlo todo y venir conmigo, a donde quieras, a donde sea, sólo nosotros.

The king of the north; yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora