Concilio de kages

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¿Existía una palabra para describir todo lo que estaba pasando? La única que se le ocurría era: mierda. El día que Gaara describió la situación en Konoha diciendo que habían destapado la caja de los demonios se había quedado corto, les había tomado casi dos semanas más en el país del fuego idear un plan con Tsunade antes de solicitar la reunión de los cinco kages y un tiempo más que las respuestas llegaran hasta conseguir una fecha que se ajustara a todos, por lo que finalmente ese día de mediados de febrero ella junto a su hermano entraron al enorme edificio en el que se llevaría a cabo la cita y que tenía las habitaciones dispuestas para los líderes y máximo dos delegados por cada uno, el resto de shinobis que componían el cuerpo de seguridad de la comitiva tendrían que acampar en las cercanías o tomar una habitación en una posada.

Pero bueno, ella y Baki eran los delegados, el último como parte del consejo y en remplazo de Kankuro que no había regresado a tiempo de otra misión que tenía en una aldea lejana. Fueron los primeros en llegar y se reunieron de una vez para ayudar a Gaara a preparar su discurso, los delegados no tenían permitido hablar a menos que fuera estrictamente necesario o les hicieran alguna pregunta directa, estaban allí básicamente para tomar notas y siendo sinceros, para pelear en caso que una pelea se desatara. Habían revisado una y otra vez el discurso, el plan de acción y todo seguía siendo caótico, especialmente porque no tenían ninguna certeza de la forma en que los otros líderes reaccionarían y sabían que estaban inquietos por la solicitud de la reunión sin ninguna amenaza de guerra en el horizonte.

Estaba estresada y la maldita reunión todavía no empezaba, Tsunade estuvo con ellos poco un rato, el Raikage llegó en la tarde después del Tsuchikage lo cual era un alivio pues implicaba que no habían hablado antes, los cuatro kages estaban tensos, cada uno en una esquina esperando que la condenada Mizukage apareciera, y luego la quisquillosa mujer tenía el descaro de preguntar porque no era tan apreciada como la Sannin. Para la hora que apareció todos estaban ya fastidiados por su tardanza, lo único que relajó un poco el ambiente es que a pesar que Killer B estaba entre los delegados de Kumo, no se iba a quedar en la reunión, era imposible para alguien como él quedarse callado tanto tiempo, por lo cual justo cuando el sol empezaba a ocultarse por fin su hermano se puso de pie y comenzó su discurso.

Podía ver a los otros delegados tomar notas y susurrar entre ellos datos o cosas parecidas a medida que las palabras seguían sonando. Cuando el pelirrojo por fin terminó de hablar era evidente que exceptuando a Tsunade todos estaban en shock por la información recibida y necesitaban ponerse al día de inmediato en cómo estaban sus respectivas aldeas ante esos números. Una parte de ella consideraba a los otros delegados una partida de inútiles así como a sus consejos, es decir que si en Suna nunca hubieran decidido hacer tal revisión a los tratados militares ¿cuántos años más iba a seguir la situación así? ¿qué clase de incompetencia era esa?

- Chica - respiró profundo intentando no molestarse porque le dijera así, ella era la única delegada por lo cual era obvio que la mujer de cabello castaño que dirigía Kiri le estaba hablando a ella - ¿tú revisaste el acuerdo militar hecho por los primeros kages?

- Así es Mei-sama

- ¿Cuánto tiempo te tomó?

- Eso no es relevante - fue Baki quien intervino

- Claro que lo es - replicó molesta la mujer de largo cabello castaño por la intromisión del hombre sin que le hablara - nos están diciendo que piensan aumentar un porcentaje importante la población shinobi activa porque han estado sabrá kami cuánto tiempo revisando esta información y pretenden que todos aceptemos sin más. Estamos en desigualdad de condiciones

- La propuesta es para aumentar todos de forma equitativa nuestras fuerzas - ahora era Tsunade - no solamente beneficiar a una u otra aldea

- Esto es un absurdo - ni siquiera podía asegurar quien dijo eso ¿o acaso fue ella misma?

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