Cuarenta y cuatro

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XLIV. El tiempo en mi tierra.

Los humanos no conocían el tiempo, sólo sabían que el sol se escondía y volvía después de la larga noche. Pero pasaron muchas de esas noches, en las que silenciosos observaban cosas en la oscuridad, y comprendieron que algo había pasado y era precisamente el tiempo. Níniel lo supo cuando ya no podía recordar cada día con exactitud, porque habían sido muchos, llenos de cosas diferentes. Los primeros los recordaba bien, pues todo era nuevo y emocionante, pero pronto se comenzó a fusionar con aquella vida hogareña de Nilah y ya la sentía tan vital como respirar, parte de sí misma.

Primero aprendió cosas simples, pero que despertaban su curiosidad, al ser el licántropo quien las practicaba. Después de toda una noche dormitando bajo el atento escrutinio de la humana, el lobo negro despertaba con una sonrisa y le otorgaba alguna caricia o detalle —como arroparla bien— antes de levantarse. Ella solía seguirlo durante sus primeras semanas de estadía, insegura sobre qué hacer. Ya podría dormir después. Así, le pisaba los talones cuando se dirigía al baño, hasta que él gentilmente le cerraba la puerta en las narices. No muchos días después, ella le alegó preguntando qué tanto hacía ahí dentro y Nilah tuvo que explicarle sobre el uso de este lugar para saciar las necesidades básicas. Níniel sorprendida recibió la información, pues ella siempre se iba al bosque cuando la naturaleza le urgía. Desde esa vez comenzó a usar el servicio y todas sus posibilidades, pero como no le gustaba nada la sensación de soledad que la embargaba cuando el Velkan tomaba aquellos largos baños de tina, no tardó mucho en meterse junto a él. El jabón, el agua caliente y el vapor eran cosas que disfrutaba mucho y más en compañía de su amado.

Se hizo costumbre que ellos dos colaborasen para sostener el hogar. Nilah no tenía ocupación determinada y la Alma Mater estricta ya no existía, por lo que podía vivir un poco más a su antojo. Se dedicaba a ordenar sus libros e intercambiar productos con los jóvenes de la manada, lo suficiente para poder vivir con tranquilidad y sin urgencias, aunque siempre recordando la sutil amenaza que hizo Aberración aquel día. A veces, él se afanaba cortando precisos trozos de leña que podría cambiar por queso o leche después y, al pasar los días, pillaba a Níniel tomándole el peso al hacha, queriendo imitarle. Nilah la dejaba hacer, complacido por sus ansias de aprender. En otras ocasiones, se le rasgó alguna prenda y él usó su costurero para remendarla, entonces no pasaba mucho hasta que, con sus ojos de águila, lograba divisar en los dedos de ella múltiples piquetes de aguja. El hombre admitía para sí mismo que hallaba cierto deleite en ser testigo de todas esas acciones, pues dejaban implícita la forma de ser de su amada y su presencia impregnada en cada rincón de la casa.

Aunque hubo algo que sí se propuso enseñarle y fue la jardinería. Níniel sin darse cuenta amaba la naturaleza y estaba seguro de que conservarla hermosa alrededor de su hogar sería algo que le gustaría. Además de eso, sentía cierta urgencia obsesiva que nunca lo dejaba cien por ciento tranquilo, sobre todo después de la masacre ejecutada por Aberración, que había teñido con sangre la tierra donde descansaba su madre. Así, Níniel comenzó a darle otro uso a las semillas y lentamente vio crecer plantas y flores que tenían múltiples propósitos, ya sea medicinales, chamánicos o simplemente ornamentales. Arrancó las malas hierbas y quitó estorbosas piedras y, aunque todo su actuar mantenía a su compañero contento, ella aún creía sentir lo que él; y Nilah no lograba perder cierta angustia silenciosa que lo corroía. Por lo que en una ocasión se atrevió a preguntarle.

—¿Hay algo que estoy haciendo mal o deseas otra cosa diferente?

Nilah abrió mucho sus ojos ante la absurda pregunta. Él era muy poco objetivo en cuanto a ella, por lo que nunca hallaría nada mal hecho por las manos de la humana, pero Níniel había notado su inquietud y le alegraba de cierto modo que aún lo hiciera.

En plata renacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora