XVIII. Corazones cálidos.Dejó pasar seis días, los peores de su vida. Bueno, tal vez exageraba un poco, pues había tenido bastantes días malos a lo largo de su existencia, pero vivir estos se sintió como un suplicio en diferentes sentidos.
Finalmente, los ayudantes de la señora Agda habían logrado desinfectar su casa de cualquier rastro de acónito, por lo que pudo volver a su hogar después de semanas siendo un allegado. Apenas entró inhaló hondamente, percibiendo lo que era el dulce aroma de su cabaña. Él era muy hogareño en ese aspecto, amaba con su corazón aquella casita, por lo que de inmediato se puso a ordenar y limpiar, dejando todo como correspondía. Después de eso se dio un prologando baño, comió algunos manjares, los cuales guardaba celosamente y se acostó feliz en su cama, listo para descansar.
Lástima que ahí comenzó su martirio.
Estar solo ya no era tan sencillo como antes, sobre todo después de haberse reencontrado con Níniel y pasado tiempo con ella. Si bien no era una mujer muy ruidosa o conversadora, su presencia le hacía falta. Se dio cuenta de que, a pesar del férreo deseo de tenerla siempre cerca —lo que era por su mero vínculo—, extrañaba su semblante tranquilo y su personalidad apacible. Le gustaba su forma de ser y eso no lo podía decir cualquier licántropo. Él tuvo muchos amigos en el pasado que encontraban a sus compañeros y, aunque el deseo de estar juntos era mutuo, la mayoría del tiempo no se soportaban. Darse cuenta de que no sólo la extrañaba por el hecho de ser su otra mitad, sino porque realmente comenzaba a conocer cómo era y a amar aquello, le hizo sentirse especial. Estaba convencido de que, si bien al principio no fue necesariamente amor, sus sentimientos eran reales y con el avance de su relación irían creciendo, porque él tenía todas las ganas de amarla. Si es que ya no lo hacía.
Para su sorpresa, Misha no pasó por su casa ninguno de esos días, aunque logró entender el porqué. Cuando estuvo con Níniel la noche de luna llena, su amigo los vio y se marchó sin pronunciarse. Nilah lo sabía pues percibió de inmediato su presencia. Probablemente estaría enfadado con él, pues ese mismo día le aseguró que no buscaría más a su compañera y horas después los halló juntos, ob. No podía culparlo si se molestaba, sobre todo después de lo que Níniel les hizo. Misha definitivamente la detestaba y seguro pensaba que él rompía con todos sus principios por culpa de ella, algo imperdonable para alguien que admiraba tanto su carácter. Decidió darle espacio para que se aclarara en soledad, lo que menos quería era darle excusas insulsas, pues él jamás se las pediría. Misha era respetuoso y por eso eran amigos, porque lograban comprenderse y apoyarse incluso con la ausencia de palabras.
Esos pensamientos lograron reprimir el férreo ímpetu de correr con Níniel, pues él también deseaba respetarse a sí mismo y a sus decisiones. Lidiar con la parte animal instintiva de él siempre había sido algo sencillo, pero en ese caso era especialmente difícil, ya que su razón no siempre equiparaba la fuerza de voluntad de un lobo. Le ardía pensar que nadie más había pasado por su situación antes, que debía ser paciente, pero le reconfortaba la idea de convertirse en alguien más humano gracias a eso. Estaría orgulloso si lograba anteponerse a sus deseos más salvajes para construir un firme puente hacia ella. Estaba convencido de que obtendría lo que le correspondía, por todos los años de dolor y espera.
Aunque su voluntad no podía influenciar a su cuerpo. Al quinto día de soledad, perdió cualquier rastro de vigor y cayó rendido en su cama, sin energías para mantenerse en pie. Aunque amaba el Norte con todo su ser, sabía que no era amable en cuanto a clima, pues sin su usual estado saludable de licántropo, logró conocer el frío mordaz que amenazaba con congelar todo. Afuera nevaba incansablemente y él atinó a envolverse en un montón de pieles y cobijas antes de atrincherarse en su lecho. Durmió un sueño ligero durante ese día entero y hasta la mitad del siguiente, tiritando como condenado y anhelando la sola presencia de la que era su hogar y único alivio ante el crudo invierno.
ESTÁS LEYENDO
En plata renacer
Werewolf«Ella siempre vivió atemorizada por él; la calamidad, mas nunca entendió por qué.» Hace tiempo el destino fue truncado y es tiempo de retomar la senda que él diseñó. Es tierra de monstruos y los humanos deben esconderse si desean no perecer. Mientra...