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HOSEOK (13años)

Kim Taehyung era hermoso. Se veía alto para lo enjuto que era. La camisa que usaba hacía que sus hombros parecieran imposiblemente amplios porque la ropa se estiraba con fuerza sobre su mitad superior mientras permanecía holgada en su mitad inferior. Su cabello color chocolate tenía un aspecto enmarañado, más corto en la parte de atrás y largo en el frente, por lo que su flequillo colgaba sobre sus ojos,  ocultando de qué color eran. Cara angosta, barbilla puntiaguda, boca y nariz más hacia lo delgado, sus rasgos se encontraban demasiado bien proporcionados, solo compensados por su ojo morado y una sola peca, lunar, hermosa marca apretada al costado de su nariz.  Me recordaba a jackie chan en sus tiempos de juventud. Las oscuras rayas de sus cejas eran expresivas mientras estudiaba la colmena de estudiantes hormigueando junto a él con recelosa sospecha. Al parecer no le gustaba en absoluto lo que veía. No parecía querer unirse a la marea. Lo observé cinco segundos, incluso desde que salió de la oficina y lanzó su harapienta mochila verde militar sobre su hombro antes de verme. Mientras me asimilaba, cada músculo en mi estómago se tensó. Contuve la respiración, esperando a que el reconocimiento iluminara su mirada. No esperaba que fuera tan lindo. Tan alto. Tan… varonil. Verlo en la vida real era muy diferente de una fotito granulada en una pantalla. Su perfecta belleza hizo que los primeros rastros de inseguridad se agitaran en mi estómago. De pronto me di cuenta de lo estúpido e ingenuo que fui al pensar que podíamos ser amigos. En mi cabeza, lo construí como del tipo nerd,  un chico solitario e incómodo al que le
patearon bastante el trasero y necesitaba un amigo tanto como yo. Este rudo bombón con esa aura de no-podría-importarme-menos envuelta a su alrededor no era para nada lo que esperaba y se hallaba tan fuera de mi liga que probablemente no debería ni siquiera mirarlo. Diablos. Y fue increíble hablar con él. Derramó la historia completa de su vida conmigo en los últimos días. Por el resto del fin de semana, nos escribimos constantemente, al menos una vez con cada hora que pasaba. Me dijo que era divertido e inteligente, y que brillaba por dentro. Expresó sus sentimientos acerca de su vida, y se sintió asombroso escucharlo confiarme su corazón. Las personas nunca me contaban sus problemas. Nunca. Leer todas sus
preocupaciones y problemas me hizo sentir normal. Me hizo sentir especial. Y no la clase de especial de necesidades especiales, como todos los demás piensan de mí, sino especial especial. Ya que le juré que esperaría fuera de la oficina a primera hora del lunes para mostrarle los alrededores de su nueva escuela, aquí estaba. Pero mientras miraba apenas mi silla de ruedas y luego apartaba la mirada, me di cuenta de un hecho sorprendente.

No lo sabía. Nadie le contó sobre mí. No me estuvo escribiendo sus secretos los últimos días ni tratándome como  a un chico normal y ordinaria por pura bondad. Lo hizo porque en realidad pensó que era un chico normal y ordinario. Tragué, y los músculos en mi estómago no solo se tensaron esta vez, sino que se lesionaron al hacerse pequeños nudos serpenteantes. Como los nudos de botón chinos. Me sentía como un tramposo, como si lo hubiera engañado para ser mi amigo al no decirle sobre mi condición. Pero honestamente, ni siquiera se me ocurrió. Todo el mundo siempre estuvo tan ansioso de decirle a los recién llegados sobre mí que yo nunca tuve que explicárselo a nadie por mi cuenta. Así que  naturalmente, asumí que su hermano o alguien ya lo había informado sobre la parálisis cerebral, la silla de ruedas, convulsiones y la cosa del impedimento del habla. Iba a estar tan molesto cuando conociera la verdad. Nadie aquí quiere ser amigo del chico con parálisis cerebral. ¿Qué pensé para siquiera esperar que Kim Taehyung quisiera? Me encontraba a punto de alejarme rodando y escapar por el pasillo cuando lo vi morderse el labio inferior y mirar a su alrededor de nuevo, como si estuviera buscando algo. Y me di cuenta que así era. Me buscaba a mí porque le prometí encontrarlo.

Un debate de diez segundos tomó residencia en mi cabeza. Acercarme a él como planeaba hacerlo antes de verlo salir de la oficina, o correr como el cobarde que era. Tenía muchas —muchas— ganas de escapar. Odiaba ver la repulsión en los rostros de las personas cuando me miraban, y tenía la sensación de que una expresión de asco viniendo de él me rompería. Toda mi vida, me consideré alguna clase de forma de vida inferior. Mi madre me trataba como si fuera un idiota. Probablemente no tenía idea de que en
verdad podía tener pensamientos racionales y sentimientos por mi cuenta. Y Sehun… amaba a mi hermano mayor hasta la muerte, pero se encontraba muy preocupado por ser protector y asegurarse de que todos me trataran con respeto para darse cuenta de lo atrapado que estaba en mi propia piel. No fue hasta que llegó Rose y me vio dentro del caparazón de mi cuerpo que comencé a darme cuenta de que no debía dejar que mis limitaciones en verdad me limitaran. Tenía tanto derecho de estar vivo como cualquier otra persona en la tierra. No tenía que sentirme avergonzado de… bueno, de mí mismo. Pero entonces, solo había conocido a Rose por un poco más de ocho meses, no demasiado tiempo para que fortaleciera mi ego. Así que cuando me encontraba en una situación que no sabía con seguridad cómo manejar, volvía a ser el Hoseok lastimero de mi antiguo ser, sintiéndome indigno comparado con cualquier otro humano del planeta.

Impagable  (VHOPE) Historia 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora