삼십 삼

1.1K 191 9
                                    

TAEHYUNG

Iba a hacer algo estúpido. Emborracharme hasta perder el sentido sonaba como el plan del siglo. ¿No era una afortunada coincidencia que trabajara en un bar?. Tan pronto como dieron el último aviso de cierre, boté a los pocos rezagados persistentes y cerré las puertas delanteras de Forbidden, saqué una vieja botella del bourbon más barato que pude encontrar en el fondo de la reserva -algo que Jong no notaría que faltaba- y la abrí antes de servirme una buena cantidad en un vaso alto. Bebí de un solo trago toda la cosa, siseé por las lenguas de fuego que me lamieron el interior de la garganta y rechiné los dientes mientras mis ojos se humedecían. Dios, esta mierda era fuerte. Me serví otro vaso. Me lo tomé y vagamente me di cuenta que quizá debería importarme no ayudar a los demás con la limpieza, pero lamentablemente, era incapaz de que me importara una mierda.

—Bueno, esa no es una mezcla muy original —dijo una voz familiar detrás
de mí, haciéndome saltar. Me giré e hice una mueca cuando me topé cara a cara con Hanna.

—¿Qué? —Se hizo hacia atrás cuando me miró a los ojos. Luego con un suspiro triste y decepcionado, me agarró el brazo.

—Vamos —dijo, jalándome desde detrás del mostrador hacia el pasillo a la parte trasera. Mierda. Esto iba a ser malo. Creo que básicamente la ignoré toda la noche. No lo tenía claro. Mi cabeza era un jodido lío estos días. Pero se veía molesta. Decidiendo que esto solo podía tener una razón, dije.

— Mira. —Mientras se metía al cuarto de descanso y cerraba la puerta. Levanté las manos— Sé que nunca reprogramé nuestra cita, y lo siento. Yo...

—Oh, cariño —me interrumpió, soltándome el brazo para poder cruzar los suyos sobre el pecho y ladear la cadera en esa manera irritante y femenina— Ni siquiera te preocupes por eso. Ese barco zarpó hace tiempo. —Levanté las cejas, sorprendido.

—¿Lo hizo? —Gracias a Dios. Entonces, no íbamos tener esa conversación.

—Sí. Ahora, habla —ordenó. ¿Hablar? Mi frente se frunció mientras parpadeaba. ¿De qué demonios se supone que hable si ya no teníamos un problema? Hanna soltó otro suspiro, decepcionada. Dejó caer los brazos, exponiendo su pecho, mostrando lo ajustada y corta que era su camiseta. Por alguna razón, me centré en esa porción de piel oscura mostrándose abajo, donde la camiseta no terminaba de encontrarse con sus pantalones, y el pánico encendió mis huesos. Me hizo pensar en Hoseok. Visitar a mi chico todos los días me mataba lentamente; eran agonizantes pequeñas muertes con cada aliento que tomaba. La urgencia de besarlo, de tocarle el brazo, de oler su cabeza se hallaba presente cada segundo. Hasta ahora, había resistido, siendo el amigo bueno y honorable que me encontraba determinado a ser.

Pero entonces fue dado de alta del hospital hoy más temprano, y en el momento que puse un pie en su habitación cuando lo llevamos a su casa, fui bombardeado con recuerdos de estar en su interior, de probarlo, verlo venirse. Y luego lo veía convulsionar sin control. Sudor frío se escabulló por mi nuca. Hoseok seguía débil y recuperándose, así que no era como si hubiese podido saltar a sus huesos, incluso si no hubiera hecho un pacto conmigo mismo para nunca follarlo de nuevo. Pero saber que no podría -nunca- me afectaba. Y mientras más me afectaba, más culpable me sentía por siquiera desearlo. Necesitaba algo para probarme que podía volver las cosas como eran antes, cuando tenía dieciséis y amaba a Hoseok en secreto mientras tenía breves aventuras sin sentido con mujeres y hombres que no importaban. Volvería a ser nada más que su amigo. ¡Lo haría! Y si la única manera de convencerme que podía hacerlo era estar con otras mujeres, entonces lo haría. Excepto que mientras Hanna se hallaba de pie justo enfrente de mí, hermosa y disponible, yo solo quería correr.

—¿Qué pasa contigo, Taehyung? —Se acercó y me tocó el codo— Has estado
raro toda la noche. Toda la semana, en realidad. —Sus dedos eran cálidos y ligeros. Olía bien. Sería tan fácil bajar el rostro, acercarla, enterrar la nariz en su cuello y dejar que me consuele. Retrocedí avergonzado, tragando saliva.

Impagable  (VHOPE) Historia 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora