capítulo 8.

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Capítulo 8:

Siguió corriendo sin descanso tras la niña. Su mente le decía que se detuviera, se sentía como los protagonistas de las películas de terror siempre había criticado, que a pesar de saber que había algo que los podía matar en cualquier momento se empeñaban en averiguar que era a toda costa y exterminar el mal.

Sentía que iba hacia una trampa.

Su cuerpo por otro lado no parecía tener intenciones de detenerse, no tenía control sobre sí.

Sin saber cómo, llegó hasta un pequeño bosque, no sabía cuantos kilómetros recorrió, ni en qué momento perdió a la chiquilla de vista.

Un escalofrío la recorrió entera al momento de escuchar su voz, le generaba temor y desconfianza, pero sus palabras la afectaban de sobremanera:

-"veo que sigues siendo la misma niña débil de siempre ka-go-me-chan. Tanto que decías amarlo y ahora lo has olvidado por completo. -La voz burlona la sacaba de quicio sin saber bien porqué.- ¡¡Estas viviendo una maldita mentira!! -La voz soltó una fuerte carcajada que la hizo estremecer. -Eres tan ingenua- Esa maldita voz la conocía, no sabía de donde ni de quién era pero la conocía, ese tono grave y repulsivo le era muy familiar.- ¿sabes? Hace siglos yo hubiese estado muy feliz con eso... pero ahora no, tengo mucha lástima por ti... siempre te toca arreglar los desastres de los demás, primero Kikyo y ahora esto...recuerdalo Miko todo es un mentira, no te dejes engañar por el...ha perdido el juicio- Su voz fue disminuyendo hasta quedar en un ligero susurro ¿Kikyo? ¿Quien diablos era Kikyo? ¿Porqué diablos la llamó miko? Ella no era una miko.¿ A quién decía amar? ¿Que tenía que arreglar? Eran muchas preguntas y pocas respuestas.

Una punzada en su cabeza la hizo caer al suelo hincada, el dolor era insoportable, la vista se le nublaba de a poco, lo último que alcanzó a ver fueron los pequeños zapatos negros de la niña antes de caer en la inconsciencia.

...

-"¡¡Inuyasha!! ¡¡Inu!!! ¡¡Ven!!- No sabia porque estaba tan feliz, era ella pero el sentimiento se sentía tan ajeno que la incomodaba era como estar encerrada en su propio cuerpo como si lo que estaba viviendo fuese una serie de televisión, sin poder actuar o hablar por sí misma, y a pesar de escuchar claramente el nombre que había gritado tan efusivamente no podía recordarlo era como si su memoria no pudiese captarlo pero si logro distinguir nuevamente al chico de vestimentas rojas y rostro difuso, se apresuró a llegar a él.

-¡¡Kagome!! ¿Estas bien? ¡¿Que te dijo la anciana Kaede?! ¡¿Es algo grave?!- Estaba histérico a pesar de no poder ver sus facciones el tono de su voz lo delataba. Sentía una gran opresión en su pecho al escucharlo.

-Mmmm ¡nop! No es nada grave.- Le aclaró regalándole una de sus mejores sonrisas.

- Que bueno.- el suspiro de alivio por parte del chico llegó a sus oídos y una oleada de tristeza la inundó, no sabia el porqué de sus sentimientos y poco le importaba.- Pero entonces ¿qué es lo que tienes?- La mano del chico se posó en su hombro en forma de apoyo.

-Mmmm pues... resulta que alguien me ha estado robando mi energía.- dijo nerviosa jugando con el moño de su traje de sacerdotisa.

-¡¿Que?! ¡¿Quien fue?! Dime de quién se trata ¡iré a matarlo! ¡No volverá a acercarse a ti!- gritaba fuera de sí con una enorme espada entre sus manos.

-¡¡Pero eso es imposible Inu!!- dijo aguantandose la risa e intentando sonar preocupada.

-¡khe! ¡¿Acaso me crees tan débil?! - Una sonrisa se coló entre sus labios al escuchar el berrinche del chico, ¡parecía un niño atrapado en el cuerpo de un adulto! Era sumamente adorable.

- No es eso Inu, lo que pasa es que no puedes hacerle daño a nuestro hijo.- dijo más sonriente que nunca.

-¡¿cómo que no puedo hacerle daño a nuestro...?! espera...¿que?- el chico no era el único que se encontraba en shock ¿un hijo? ¡¿Que rayos pasaba en ese sueño, recuerdo o lo que sea?! ¡¿como qué un hijo?!.

-Inuyasha ¡¡seremos padres!!- Sin pensarlo dos veces saltó hacia él mientras le daba un tierno abrazo se separaron al escuchar pequeños sollozos, él la miró y a pesar de no poder verlo bien algo le decía que estaba sonriendo.

-Kagome gracias, ¡¡gracias!! Yo no te merezco pero haré lo que sea para merecerte, a los dos. - Dijo mientras se arrodillaba y posaba una de sus orejitas de perro para escuchar algo. Alto ¿orejas de perro? ¿Estaría drogada o algo así? Que sueño más raro. - Me has dado el mejor regalo del mundo, los protejere siempre...-La palabras del chico la sacaron de sus cavilaciones y recordó las palabras que su madre le dijo una vez "Nunca hagas promesas que no puedes cumplir" Algo le decía que esa promesa es una como las que le dijo du madre.

Una que no se puede cumplir.

La imagen se fue diluyendo hasta quedar en un vacío totalmente negro, lágrimas resbalaban por sus mejillas e inconscientemente llevó una mano hasta su vientre aunque muy en el fondo sabía que no había nada... ya no.

...

Despertó en su cama con vestigios de su llanto...esperen ¿en su cama? ¿Como rayos llego ahí? ¿Acaso lo de la muñeca y la niña también fue parte del sueño?... No, imposible.

Se levantó dispuesta para ir a la universidad de nuevo, revisaría su casillero e intentaría negociar con los guardias para ver si le permitían revisar las cámaras de seguridad.

Al momento de poner sus pies en el suelo se percato de su estado, ¡¿quién le había hecho todo eso?!, su cuerpo estaba lleno de rasguños, moretones y mordidas de algún animal según ella ya que parecía ser la marca de dos colmillos. Se veía deplorable ¿habría sido la niña? ¿O tal vez ella misma mientras aún estaba inconsciente? No sabia la respuesta lo único que sabía era que le dolía todo el cuerpo.
...

Entro cautelosa al área de los casilleros para verificar si la muñeca seguía ahí... pero no encontró nada, absolutamente nada, su casillero estaba cerrado a diferencia de como lo había dejado al ir tras la niña, al abrirlo tampoco encontró nada, ni la carta, ni los chocolates, ni la muñeca, ¿de verdad había sido solo un sueño?

Todo era tan extraño.

Recordaba como un "sueño" lo su supuesto embarazo con el chico de vestimentas Rojas del cual no podía ver sus facciones o recordar su nombre porque cada vez que lo intentaba un fuerte dolor de cabeza la invadía, era como si algo o alguien no quisiese que recordara.

Aún confundida se dirigió a paso lento hacia su casa.

Que lástima que no fue muy observadora, aunque tal vez era mejor así, a unos cuantos metros de distancia se encontraba una cesta de la basura en donde poco a poco se iban quemando, la carta, los chocolates y por último, la muñeca de atrayentes ojos azules, quien giró su rostro de trapo para verla marcharse, esta vez los sentimientos que expresaban las dos piedritas azules eran concretos.

Ira.

Dolor.

Y deseos de venganza.

...

Holiwis pollitos!!
¿les está gustando la historia?

Recuerden que si ven alguna falta de ortografía por ahí avísenme para corregirla ¿oki?
Las quiero muchooo ❤❤❤

Enamorada de un psicópata /Sesshome/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora