capitulo 33.

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Irazue y Sango empezaron a prepararla para la boda. Otra vez las náuseas y el vómito la invadieron, le comentó a ambas mujeres sobre sus sospechas y estas le aconsejaron hacerse la prueba lo más pronto posible además de estar felices con la noticia aún no confirmada. Dejando eso de lado se volvieron a concentrar en prepararla. No sería una boda tan apegada a la tradición japonesa por diferentes razones. La primera era que no se encontraban en su país de origen y la segunda era porque la bodas japonesas tradicionales llevaban mucho protocolo y a Kagome no le apetecía el hecho de estarse cambiando de Kimono a cada rato. Por lo que solo se podría el Kimono blanco utilizado en la ceremonia y Sesshomaru se pondría el negro. Depues de eso seguiría la celebración. Así que prácticamente de tradicional solo tenía las vestimentas y la ceremonia.(los trajes son los de la imagen de arriba)

Kagome lloró de la risa al descubrir que el monje encargado de la ceremonia sería Miroku, ya que este tenía entrenamiento en esto y descendía de una familia de sagrados. Un monje pervertido ¿Quien lo diría? Irazue tampoco estaba muy de acuerdo al principio, pero al estar en Corea era un poco más difícil conseguir monjes que conocieran la ceremonia Japonesa antigua.

Kagome ya vestía su pulcro traje blanco. Sango la estaba maquillando. Al rato llegó Ayame y Kaede para ayudarla con su cabello. Kagome se veía hermosa. Irazue, Ayame, Kaede y Sango la dejaron sola en el cuarto, ellas también tenían que ir a ponerse sus kimonos. Al rato entró su pequeña Rin, tenía problemas para atar el obi de su Kimono rosa. Kagome le ayudo y peino el cabello de su hija con delicadeza. Rin era su pequeña princesa.

-¿Me veo linda mami?- pregunto con su dulce y tierna voz.

-Te vez divina mi cielo, Eres hermosa de todas las maneras posibles, nunca olvides eso cariño.- Kagome tenia unas horribles ganas de llorar en ese momento pero sabía que si lo hacía  Sango la mataría por arruinar su maquillaje o como ella le decía, su obra de arte.

Irazue, Ayame, Kaede y Sango entraron con sus kimonos ya puestos. Las cuatro se veían radiantes. Sin embargo, Kagome noto que alguien faltaba.

-¿Donde esta Tsukiyomi? Ya debería haber llegado junto a Inuyasha ¿no?- Pregunto algo desconcertada al no ver a la castaña.

-Perdieron su vuelo y no van a poder asistir a la boda.- Miroku, quien acababa de entrar, fue el encargado de dar la "noticia".

-Oh ya veo, que lastima que no puedan asistir.- Miroku asintió en comprensión.

-Bueno bueno, eso no importa, lo importante aquí es la boda. Vamos ya todo está listo en el jardín.- Irazue apuró a todos a salir de la habitación. Kagome estaba temblando, probablemente Sesshomaru ya la estuviese esperando afuera.

Y afectivamente así era. Irazue había mandado a hacer un pequeño altar de flores donde se realizaría la ceremonia. Kagome casi se derrite al ver a Sesshomaru en su traje, ni siquiera sabía de donde sacó fuerzas para caminar hasta él. Miroku empezó a hacer oraciones hacia los kamis, luego los purificó y les pidió hacerse oraciones al otro. Fue algo relativamente rápido. Para finalizar ambos tomaros tres copas de Sake. Sellando así, su unión ante los kamis.

Después de la ceremonia, Irazue y Sango los secuestraron a una sesión de fotos que a ambos les pareció interminable, cuando por fin los liberaron todos se dirigieron al interior de la casa. Había mucha comida y postres. A Kagome se le hizo agua la boca cuando visualizo una fuente de chocolate con fresas a su alrededor. Ignoro a todos y fue directo a donde estaba su manjar, ya casi llegaba cuando...

-¡Kagome Taisho! ¡llegas a ensuciar ese kimono y te mato! - La cara de horror de Kagome no tenía precio, pero tenía todo el derecho de estarlo una Sango enojada era algo que te podría dejar con pesadillas por meses.

Enamorada de un psicópata /Sesshome/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora