capítulo 25.

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Ambos llegaron al primer piso, todos se encontraban allí, Kagome se sorprendió de ver a Inuyasha y Tsukiyomi con maletas.

-¡Hasta que por fin se dignaron a bajar! Ya estábamos por irnos sin despedirnos.- Inuyasha hablo altanero recibiendo un golpe en la cabeza por parte de Tsukiyomi.

-¿A donde van?- Preguntó Kagome algo confundida.

-Oh nuestro permiso en la universidad terminó, habíamos pedido unos días para asistir a la boda de ustedes pero con todo lo que sucedió imagino que la van a posponer, nosotros debemos volver a la universidad.- Kagome asintió un poco apenada ante las palabras de Tsukiyomi, sentía que el esfuerzo que todos habían hecho para su boda se había ido al caño por su culpa.

-¡Khe! No pongas esa cara, llámenme para comunicarme la nueva fecha de la boda  y así poder venir con tiempo.- Sesshomaru respondió con su típico "Hmp" y después de muchos abrazos de despedidas ambos muchachos partieron hacia el aeropuerto.

Sango e Irazue se secuestraron a Kagome, la llevaron a conocer lugares icónicos de Corea, y respondían las preguntas de Kagome, una que otra anécdota vergonzosa de Sesshomaru salió de los labios de Irazue, haciendo reír a las dos jovencitas con sus ocurrencias. Kagome estaba impresionada ya que Sango parecía conocer perfectamente cada uno de sus gustos, ¡vaya que era su mejor amiga! Se enteró que Sango sería quien les daría clases de coreano a ella y a Rin, estaba feliz por eso, Sango manejaba muy bien el idioma y era alguien a quien conocía.

Llegaron casi entrada la noche a la casa, Rin recibió a Kagome con un gran abrazo, también pudo conocer a Shippo, un lindo niño de ojos verdes y cabellos rojizos, y a su abuela Kaede, que la trataba como a una niña eso la hizo sentir, aunque apenada, muy querida.

Cenaron entre risas y bromas, Kagome estaba feliz de estar ahí, todos la trataban con mucho amor y cariño. Toga era un comediante en potencia, todos reían con sus ocurrencias, Kagome se fascinaba al ver reír a su pequeña hija, era tan linda. Pero había algo raro, por momentos era como si la alegría que emanaban no la estuvieran sintiendo en realidad, había momentos en que Kagome pensó que aquellas sonrisas eran vacías, pero eran tan efímeros que prefirió no prestarle atención, disfrutaria de su familia y ya.

Admitía que le gustaría mucho poder recordarlos...o bueno, recordar la realidad que le habían pintado, si supiera la verdad probablemente no pensaría igual.

Sango y Miroku se fueron después de la cena, ya era hora de dormir y Kagome se encontraba muy nerviosa. Dormiría con Sesshomaru, era algo lógico al ser esposos, y aunque ciertamente ya lo había visto desnudo y el a ella, no podía evitar el nerviosismo que la embargaba.

Sesshomaru le abrió la puerta galantemente y le permitió el paso, el entro después cerrando la puerta tras de sí.

-Saiai.- Kagome se sobresaltó al oírlo hablar ¿porque diablos tenia que tener una voz tan malditamente  sexy?.

-¿Sí? - Se sintió aliviada de que su voz no la traicionara.

-Quiero darte algo.- Kagome lo vio caminar por la habitación hasta dar con una cajita que reposaba en el tocador.

-Se supone que te lo daría el día de la boda pero, bueno, ya sabes que paso, por eso te lo quiero dar ahora.- Se acercó a ella y le entregó  la caja, ella la abrió  lentamente, no pudo contener la sorpresa al ver su interior. Había un hermoso collar adentro de esta.

(Imaginenlo un poco más pequeño el dije y las perlitas, el color de la piedra es rosa, mejor dicho imaginenlo en una versión más moderna y con la piedra color rosa pálido 😅 ya después entenderán el porqué)

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(Imaginenlo un poco más pequeño el dije y las perlitas, el color de la piedra es rosa, mejor dicho imaginenlo en una versión más moderna y con la piedra color rosa pálido 😅 ya después entenderán el porqué)

-Este collar ha pasado por mi familia de generación en generación, mi padre se lo dio a mi madre y ahora yo te lo doy a ti, mon étoile, quiero que lo lleves puesto siempre.- Las lágrimas resbalaban por el rostro de Kagome, ese hombre era increíble.

-Sessh yo no... no puedo aceptarlo...no lo merezco.- Kagome hablaba como podía entre sollozo y sollozo. Sesshomaru tomo su rostro en sus manos y la besó con amor, como amaba a esa mujer, haría lo que fuera por mantenerla a su lado, incluso si eso significaba matar a cada ser vivo en el planeta.

-Kagome, tu te mereces esto y más, me harías el hombre mas feliz de la tierra si llevaras esto contigo a todos lados, por favor, hazlo por mí.- Kagome asintió lentamente con una sonrisa, se dirigió hacia el espejo del tocador y se puso el collar, le quedaba muy bien.

-Nunca te lo quites Saiai, ese collar es el símbolo de mi amor por ti.- Kagome asintió feliz mientras que Sesshomaru la abrazaba por la espalda y le daba pequeños besos en la mejilla.

Ambos se colocaron ropa para dormir y durmieron abrazados el uno de otro, Kagome nunca se sintió tan segura como se sentía en ese momento, tal vez aún no lo amaba, pero los sentimientos estaban floreciendo poco a poco dentro de ella. Se quedó dormida antes de ver como los bellos soles dorados cambiaban a un intenso carmesí, Yako, como de costumbre, haría guardia en la noche cuidando el sueño de su preciosa hembra. Su felicidad aún no estaba asegurada, no mientras ese maldito existiera.

Y fue como si lo hubies llamado con el pensamiento porque vino a perturbar su preciosa noche. Salio al jardín no sin antes poner una barrera de Youki para no perturbar el sueño de los habitantes de la casa o más específico, el su amada ojiazul.

Llevaba consigo a bakusaiga dispuesto a matarlo de una vez por todas.

-Eres muy astuto lord Sesshomaru.- Ambos seres empezaron un lucha sin tregua pero con una clara ventaja marcada. Un no muy certero ataque de Bakusaiga logró arrancarle un brazo a su oponente, este soltó un alarido de dolor que retumbó con satisfacción en los oídos de Sesshomaru. Estaba listo para darle el golpe de gracia, pero su oponente logró escapar, maldijo un por lo bajo un par de veces, Yako exigía rastrearlo y darle caza, lo llenaba de imagenes de él destrozando a la escoria esa con sus garras. Sin embargo retuvo el impulso, no podía dejar a Kagome sola, podría ser una trampa para alejarla de él y eso era algo que no podía permitir.

Decidió regresar al cuarto con su amada, probablemente la alimaña dejaría de molestar por algún tiempo. Lo había herido de gravedad. Mientras tanto se encargaría de enamorar a su linda esposa.

Los ojos dorados daban paso al descanso mientras que los carmín cuidarían hasta la salida del sol. Dos entes con pensamientos diferentes, habían hecho un acuerdo en pro de proteger lo único que les interesaba a ambos. Su hembra.

Continuará...

Enamorada de un psicópata /Sesshome/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora