capítulo 12.

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Al levantar la vista la recibió una pintura que no era capaz de definir con palabras era tan...hermosa y espeluznante a la vez.

Era ella.

Llorando.

Desnuda.

Y en una pila de huesos humanos.

No sabía que le daba más miedo si el el hecho de que el cuerpo desnudo de la pintura era exactamente igual al de ella ( con sus lunares, cicatrices e.t.c.) o la pila de cadáveres en la que este se encontraba recostado, también habían más cosas a su alrededor, entre sus manos sostenía lo que parecía ser una pequeña esfera de color rosa pálido, en terrados a su alrededor se encontraban diferentes armas: Un arco y su carjac, un bastón de monje, algo que se asemejaba a un boomerang gigante y otras pequeñas cosas como un trompo, una caja de crayolas, y un haori rojo.

Arriba de ella habían dos espadas una era gigante, parecía un colmillo enorme y en su empuñadura llevaba una especie de pelaje o algo así, la otra era, una Katana delgada y parecía casi nueva, esta tenía un hermoso diseño en el mango y parecía destilar pequeños rayos verdes neón. Ambas espadas se encontraban cruzadas la una con la otra como si estuvieran en una lucha.

Su cuerpo a pesar de estar desnudo y revelar las partes más importantes de su intimidad, estaba recostado sobre una cosa blanca y peluda a su vista, luego de eso solo habían cadáveres y más cadáveres, Algunos en estado de descomposición y otros al puro hueso. Era horrible.

En el Marco de la pintura tenía grabado un mensaje, Kagome lo leyó una y otra vez más no le encontraba sentido "Es irónico, que un Alma tan pura lleve en sus hombros la muerte de muchos, sin embargo no me arrepiento y se que tu tampoco mon étoile" ¿Cual sería su significado?

"¿La muerte de muchos?" La frase resonó en su mente una y otra vez.

Su madre cayó sentada en el piso mientras cubría su boca con una de sus manos horrorizada por aquella vista, miró a Kagome con los ojos llorosos antes de levantarse de golpe, su madre subió de dos en dos los escalones hasta llegar a su cuarto, una vez allí empezó a guardar su ropa en una maleta de viaje. Kagome la siguió apresurada e intentó detenerla.

-¡Sueltame Kagome! Mañana mismo te vas a Osaka, hablaré con tu tía para que te reciba y pediré el traslado de tu universidad así que termina de empacar tus cosas yo iré a comprar tu boleto de avión.- Su madre estaba enfadada y triste a la vez.

-Pero mamá...- Kagome intentó razonar pero fue interrumpida.

-¡¡Pero nada!! Te vas ir y punto fin de la discusión.- Vio a su madre salir furiosa por la puerta dejándola a ella en un mar de tristeza.

-Hermana... ¿Te vas?- Su pequeño hermano se asomó tímido por la puerta.

-Así es Sota... ¿podrías prometerme algo?- Preguntó acongojada.

-¡¡Lo que sea hermana!!- Contestó seguro de si mismo.

-Si algo llega a pasar prométeme que me avisarás de inmediato ¿okey? Cualquier cosa extraña me la comunicas.- Kagome no era tonta sabía que en caso tal de que siguieran enviando cosas o algo peor, su madre nunca le diría nada y su abuelo menos. Solo le quedaba confiar en su hermano menor.

-Lo haré hermana ¡no te preocupes!- Como iba a extrañarlos, le gustaba mucho Osaka y su tía Midoriko siempre fue una gran persona e incluso su ejemplo a seguir, pero nada de eso era tan bueno como un abrazo de su madre, como las sonrisas y travesuras de su pequeño hermano, y como las ocurrencias de su querido abuelo. Los iba a extrañar demasiado.

...

A la mañana siguiente Kagome ya se encontraba en el aeropuerto junto con su familia.

La noche anterior no había podido dormir nada, tuvo que despertar a Sango a las tres de la madrugada para contarle todo y que no se preocupara, por supuesto su amiga pegó el grito en el cielo, y no le importo correr en pijama a oscuras por toda la cuadra hasta llegar a su casa y montar todo un drama en plena madrugada.

Había llorado y hecho pataleta, incluso trató de meterse en una de sus maletas.

Inconscientemente alegro a Kagome. También extrañaría muchísimo las locuras de su amiga, después de que esta se calmara, hicieron unos bocadillos y se quedaron hablando hasta el amanecer. Ella no pudo acompañarla al aeropuerto ya que tenía que ir a la universidad por lo que tuvieron que despedirse en su casa. Como odiaba las despedidas.

...

Ya se encontraba acomodada en su asiento, Pensó que irse por un tiempo no sería tan malo, después de todo el tipos la quería a ella. Con eso en mente se tranquilizó un poco.

Lastimosamente le había tocado el asiento de pasillo, ya que los de la ventana estaban todos vendidos, miró desde lo lejos la ventana y por un momento le pareció ver a Koga y Ayame mirarla desde lejos con una expresión sombría, el pasajero de la ventana le quitó la visibilidad y cuando pudo volver a ver ya no había nadie.

Tal vez estaba alucinando de nuevo, o se debía a que no había dormido en toda la noche, aprovecharía el vuelo para tomarse una siesta.

El vuelo duraría aproximadamente una hora con cinco minutos, suficiente para llegar un poco más descansada a casa de su tía, solo esperaba no tener pesadillas.

...

Su tía Midoriko la había recibido con mucho amor y muchos mimos, ella no podía tener hijos por lo que los malcriaba a ella y a Sota cada vez que podía.

Pronto su vida se empezó a normalizar, era casi un sueño, había retomado sus estudios en una nueva universidad, tenía nuevos amigos, y según le había dicho su hermano no había vuelto a pasar nada malo en Tokio.

Al principio fue difícil adaptarse, vivía paranoica todo el tiempo, e incluso fue a unas cuantas sesiones con una psicóloga, tenía miedo de que su acosador la hubiese seguido hasta Osaka, pero con la ayuda de su tía y sus nuevos amigos poco a poco se fue recuperando, Sango la llamaba casi a diario para saber como estaba, al igual que su madre, Su salud había mejorado notoriamente, y ya no tenía pesadillas, su cabello a pesar de que seguía corto ya le llegaba a los hombros. Pero a pesar de toda esa calma, aún no podía quitarse esa sensación de sentirse observada todo el tiempo, aunque la psicóloga le había dicho que probablemente serían efectos colaterales que había creado su mante al haber pasado por aquella situación. Aprendió a vivir con ello.

Habían transcurrido varios meses desde que se fue, en unos tres meses más  sería su cumpleaños número 19 por lo que tenía pensado volver unos días a Japón para celebrarlo con su familia, aunque la sola idea de regresar a Japón la aterraba.

Tal vez podría convencer a su familia de que fueran ellos quienes viajaran.

Escuchar su apellido a lo lejos la sacó de sus pensamientos, había acabado de salir de la universidad e iba de regreso a casa de su tía, quedaba cerca a la universidad por lo que normalmente se iba caminando.

-¡Higurashi!-

Continuará...

Enamorada de un psicópata /Sesshome/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora