capítulo 17.

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Kagome sentía los párpados pesados, además de un fuerte dolor de cabeza,  no podía abrir los ojos, no recordaba bien que había pasado, intentó forzar su memoria y como balas uno a uno fueron apareciendo sus recuerdos.

La mano de la mujer, el psicópata, y... su secuestro.

Forzó a sus ojos a abrirse siendo cegados rápidamente por la luz que se colaba en...en donde sea que estuviese.

Volvió a abrirlos con más calma adaptándose mejor a la luz de lo que ahora sabía, era una lujosa habitación.

Kagome no entendía nada, ¿no se supone que debería estar en algún sótano amarrada o algo? No era que se quejara del lugar en donde estaba pero...todo era muy extraño.

La habitación en la que se encontraba era bellísima, tenía un gran ventanal que conectaba con un pequeño balcón, los detalles en la habitación eras preciosos todo en tonos blancos, dorados, rojos y unos cuantos en violeta, había una chimenea frente a la cama y encima de esta un televisor, la cama en la que estaba era inmensa, toda su familia incluyendo a Sango cabrían sin problema en aquella cama.

Fue hasta ese momento en que reparó que ya no llevaba su ropa sino una fina bata para dormir, se asustó de inmediato y empezó a revisar su cuerpo, no tenía ningún dolor además que el de su cabeza, por lo que dudaba que hubiesen abusado de ella mientras estaba inconsciente, se levanto de la cama para confirmarlo, no sentía ningún dolor post coital, se dedicó a observar mejor su entorno, el balcón que había visto anteriormente daba vista a un precioso jardín, el cual no pudo apreciar bien debido a las múltiples preguntas que se asomaban en su cabeza. ¿qué hacia allí? ¿porque estaba sola?¿no se supone que debería haber alguien vigilándola por lo menos? De todas las escenas de secuestro que Kagome había imaginado alguna vez en su vida ninguna se asemejaba a eso.

El sonido de pasos acercándose la alertaron, visualizó una puerta de lo que parecía ser el baño y corrió hasta ella, pero antes de que llegara la hermosa figura de una mujer madura se hizo presente en la puerta de la entrada.

-¡Querida! ¡Que bueno que despiertas!- Era alta, delgada, cabello plateado, ojos dorados, unas curvas y atributos de infarto sumándole una voz suave y refinada.

Era idéntica a su acosador, si no estuviese consciente de que transformarse en mujer de un momento a otro era imposible podría jurar que esa mujer ante ella era el mismo hombre que la había secuestrado.

-¡¿Quién es usted?!- preguntó a la defensiva, pegándose a la pared más cercana e intentando visualizar algún objeto para defenderse en caso tal de que la mujer  decidiera atacarla.

-¡Oh! Pero que modales los míos. Mi nombre es Irazue querida.- La mujer frente a ella la miraba con una sonrisa maternal, esto desconcertó a Kagome ¿quién rayos era esa mujer?. La miro silenciosa esperando una explicación más detallada por parte de la mujer. Esta pareció comprender la silenciosa pregunta.

-Yo soy tu suegra cariño, ¡soy la madre de Sesshomaru!- exclamo efusiva mientras se acercaba rápidamente para abrazarla. ¿Su qué?. Kagome estaba atónita.

-Señora, con todo respeto creo que se equivoca, su...hijo creo...me secuestro, estoy aquí en contra de mi voluntad.- ni siquiera sabia porque debía explicar algo como eso.

-Ay querida muy pronto te acostumbrarás, ahora vamos a arreglarte ¡te presentaré al resto de la familia!- "Okey la señora estaba igual de loca a su hijo ¡genial estoy en una casa llena de gente loca!"  Kagome no sabía si reír o llorar con aquel pensamiento.

La bella peliplata se dirigió a otra puerta que Kagome no había notado antes, cuando la abrió casi se le cae la mandíbula de no ser porque estaba pegada a su cara.

Enamorada de un psicópata /Sesshome/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora