Sesshomaru miro a su pequeño cachorro que reposaba en una cuna al lado de la camilla de su madre, Inumaru no había llorado al momento del parto, nunca lo hacía. Se quedó observándo sus rasgos un momento. Cabellos plateados, dos franjas rojas que descendían desde su párpado inferior hasta un poco más arriba de su boca, la distintiva luna menguante color violeta en su frente y sus bellos ojos azules, tan iguales y al mismo tiempo tan diferentes a los de su hermosa madre. Inumaru poseía el color azul en sus ojos sin embargo la mirada fría y calculadora solo pudo haber sido herencia de su padre. Sesshomaru se fijo en la cabeza de su cachorro.
Había algo diferente.
Dos pequeñas orejitas ardonaban su cabeza ¿porqué rayos tenía las orejas de Inuyasha? Sesshomaru frunció el ceño y se dedicó a olfatearlo. Definitivamente tenía su olor, y además portaba las marcas de su casta ¡¿entonces porque tenía esa orejas ahí?! ¡Se supone que debían ser como las de su madre!. Visualizo la sonrisa victoriosa en la cara de su cachorro y ahí lo supo todo. El chandoso ese lo había hecho a propósito, aunque admitía que le impresionaba su poder para cambiar algo así. Ambos se detallaban en silencio. Sesshomaru utilizo su Yoki para suprimir los rasgos demoníacos de su rebelde cachorro quién oponía resistencia, tendría que usar más yoki del previsto para ocultar esas molestas orejas. Su cachorro era inteligente, astuto y poderoso. Eso lo sabía muy bien. Sin embargo no podía hacer mucho estando tan pequeño.
Solo era cuestión de crecimiento para que le dejara ver al pequeño demonio fastidioso de siempre.
A él no le hacía caso y lo miraba serio y estoico, pero Sesshomaru sabía perfectamente que esa mirada y esa actitud cambiaba totalmente cuando estaba con su madre. Frente a ella era un angelito que no rompía un plato y constantemente peleaban por el amor de Kagome. Le gustaba mucho ver a Kagome con su pancita de embarazada pero cuando nacían era otra cosa.
Sesshomaru lo miró con disgusto y este le devolvió el gesto, era un bebé, sí, pero no uno cualquiera, era un Hanyo y además, hijo del demonio más poderoso de todas las eras. Su inteligencia y maneras de comprender superaban las de cualquier niño normal. Además de tantas veces que había pasado por eso ya se lo sabía de memoria y estaba acostumbrado.
Sesshomaru no lo mataba solo porque era el fruto del amor que le tenía a Kagome y porque sabía que ella sufriría si lo hacía. Aunque eso no evitaba que lo hiciera sufrir un poco. Sería tan desafortunado que se cayera "accidentalmente " de la cuna...
- Sessh... el bebé.- Y... sus planes se fueron a la mierda.
Kagome había despertado.
Inumaru sonrió ligeramente, Sesshomaru no sabía si había sido por la voz de su madre o que simplemente se estaba burlando de él. Le sonrió macabro y empujó disimuladamente la cuna alejandolo aún más de la camilla.
-Saiai...despertaste.- Sesshomaru se giró y se acercó a la camilla. Besó a su llorosa esposa con calma y satisfacción procurando que el beso sonara y su cachorro escuchara perfectamente. Lo cual sucedió porque empezó a llorar y lanzar pequeños balbuceos llamando la atención de Kagome y haciendo que Sesshomaru soltara un pequeño gruñido.
-¡Sessh! ¡¿Es mi bebé?! ¡¿Es nuestro hijo?! ¡¿Esta bien?!- Si no fuera tan impropio de él, Sesshomaru hubiese rodado los ojos ante el escándalo que había provocado el chandoso ¡digo! su cachorro.
-Sí, es el cachorro.- Sesshomaru lo dijo con molestia y algo de pesar sin embargo Kagome ni lo noto. Estaba feliz de que su hijo estuviera bien. Al no escuchar su llanto pensó lo peor.
-¡Pásamelo quiero verlo!- Sesshomaru se paro resignado y se dirigió a la cuna de un muy triunfante Inumaru. Lo cargo con molestia y se lo entrego a Kagome quien lo veía embelesada. ¡Era la cosita más divina del mundo! Inumaru sonrió en los brazos de su madre y Kagome se derritió. Definitivamente había valido la pena el dolor del parto para poder tener a su hijo.
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Enamorada de un psicópata /Sesshome/
FanficKagome Higurashi una estudiante de medicina de 19 años empieza a ser acosada constantemente por un desconocido quien comete actos atroces debido a su obsesión. Depues de mucho tiempo logrará hacer que nuestra pequeña niña caiga en sus garras haciénd...