capítulo 39.

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Kagome se despertaba como de costumbre en los brazos de su marido, después de unos mimos por parte de Sesshomaru ella se arregló para ir a trabajar. Su vida se había vuelto algo monótona, pero no se quejaba, le gustaba así.

-Sessh ¿podrías llevar a los niños a la escuela? Ya voy tarde al hospital.- Sesshomaru asintió y se despidió de ella con un casto beso en los labios. Kagome iría al hospital y de regreso planeaba comprar algunos dulces. Quería hablar con Rin y que le dijera que estaba sucediendo, tal vez los dulces ayudarían un poco.

Sesshomaru llevo a los dos niños a la escuela, dándole una mirada de advertencia a Rin y una de frialdad a Inumaru.

Él sabía perfectamente que el esbirro de Naraku estaba luchando por devolverle los recuerdos a Rin, y lo había logrado pero no en su mayoría, muchos de los recuerdos de Rin seguían sellados, confiaba en que Inumaru se haría cargo del asunto.

Tomó rumbo a la empresa con fastidio pero luego se resignó, estar rodeado de humanos era un precio factible por el amor de su amada, su padre y el monje ya deberían estar allí.

Kagome se encontraba en el hospital, amaba su trabajo, los niños siempre la hacían feliz, Ayame también estaba allí solo que en el área de enfermería. Risas, llantos y uno que otro travieso paciente era los que se veía en el área de pediatría. Una pequeña niña lloraba en la sala de vacunación. Kagome no pudo evitar recordar a Inumaru, su hijo nunca lloro con ninguna inyección, de hecho casi nunca lo hacía. Contadas fueron las veces que lo vio llorar, y normalmente lo hacía cuando estaba cariñosa con Sesshomaru o por algún regaño de su parte puesto que los de Sesshomaru poco le importaban. Rió al recordar a esos dos.

Eran igualitos, por eso no se soportaban.

Ambas terminaron su turno y Ayame llevó a Kagome a su casa, con tanto ajetreo se le había olvidado comprar los dulces. Aún era temprano por lo que decidió ir rápidamente a comprarlos salio junto a Irazue, Kaede y Shippo, ellos irían al centro comercial puesto que el ya adolescente Shippo necesitaba ropa nueva y pues...Irazue aprovecharía la salida. Jaken los llevaría en auto.

Ella iría caminando a la dulcería, llevo varias cajas de bombones, eran los favoritos de Rin, también llevo unas gomitas para Inumaru ¡le encantaban! Sonrio enternecida ante el recuerdo de sus dos bellos hijos.

Regreso a casa sola, todo estaba en silencio, era raro ya que normalmente había ruido. Sabía que Koga se encontraba en las afueras de la casa custodiando pero sin la familia en casa todo era muy silencioso. 

Sacó las compras y se dispuso a  quitarse la bufanda que llevaba puesta siendo ayudada por alguien en el acto, sonrió un poco pensado que era Sesshomaru sin embargo al voltearse una cara desconocida pero familiar se hizo presente. Era un hombre alto de cabello negro y ojos rojizos, estaba enfundado en un traje negro con algunos raspones y rastros de lo que parecía ser...sangre, también le faltaba uno de sus brazos. Kagome estaba en shock. No podía articular ninguna palabra.

-El lobo tiene bastante fuerza, pero eso no le quita lo inútil. -Kagome no entendió las palabras que dijo ese hombre ¿lobo? Finalmente se obligó a hablar.

-Qui- ¿Quien es usted?- Kagome se maldijo internamente por su tartamudeo sin embargo lo miró firme.

-Oh querida Kagome ¿no me recuerdas? Ah verdad...en realidad no me recuerdas.- Kagome frunció el ceño ante la burla tan estúpida.

-Soy Naraku.- Ese nombre resonó en la mente de Kagome y una alarma de peligro resono en su ser.

-Oh no te asustes querida, yo ya no soy tu enemigo, estoy aquí para ayudarte. ¿Sabes? A veces me pregunto que clase de pócima habrá utilizado lord Sesshomaru para borrarte la memoria por tanto tiempo. Es muy efectiva, has estado viviendo una mentira. - La mirada de aquel hombre se clavó directamente en el collar que llevaba Kagome en su cuello, soltó un Sonora carcajada que le heló la sangre a Kagome, era la misma voz y la misma risa del hombre que la había llamado hace años, el día que Sesshomaru rompió su teléfono.

Enamorada de un psicópata /Sesshome/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora