Capítulo 1

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- ¡Aerilyn!

Saqué la cabeza de debajo del agua y mire a uno de los guardias que conozco desde que tengo memoria. Repose los brazos en el borde de la piscina y mire al hombre.

- Tu mentor te llama.

Asentí y nadé hasta la parte más baja de la pequeña piscina y empecé a subir las escaleras. Las gotas de agua caían por mi cuerpo desnudo con calma y me acerque al hombre que me extienda una toalla con la cual rodeé mi cuerpo.

- Felicidades por tus dieciocho.

Le agradecí al guardia y salí de allí, mis pies descalzos deslizándose por los pasillos hasta llegar a mi habitación. Me vestí con un delicado vestido blanco que me regalo Abu hace unos días para este día tan especial.

Mis pensamientos se sumergen en todos los momentos que he vivido en estos dieciocho años de vida, todos los entrenamientos con Abu, los días que estuve castigada sin comer o ducharme, los días que Abu me dio su cariño y protección. Abu llevaba preparándome desde que nací para este momento, me había prometido contarme cual era ese destino que tanto me recitaba. Deseaba salir de los 4 muros, como lo había apodado desde pequeña, nunca había salido de este lugar, nunca había visto a personas que no fueran el Abu o los guardias, pero no necesitaba nada de eso porque Abu siempre me cuidaría había sido como una figura paterna de alguna manera.

Un guardia toco a la puerta y me calcé las sandalias rápidamente y salí de la habitación. El guardia me llevó por los pasillos hacia la sala donde trabajaba y se pasaba las horas Abu. Cuando entré vi el escritorio de madera delante mía y en la silla a Abu con la cabeza gacha, rumiando sobre algo. Abu era un hombre mayor ya, su pelo canoso necesitaba una repasada con las tijeras y su barba blanca estaba empezando a volver a salir. Sus ojos se levantaron y por ellos paso una felicidad extraña, se levantó rápidamente y vino hacia mí.

- Mi niña- sus manos se posaron en mis mejillas.

- Abu- le dije con cariño, robándole una sonrisa.

- ¡Felicidades!

Antes de que pudiera decir algo, me abrazo con fuerza y yo hice lo mismo.

- Debes conocerlos- su mirada cambio a una fuerza extraordinaria como si hace unos segundos no pudiera haberse desmoronado delante de mí.

- ¿A quiénes? - pregunté desconcertada.

- A ellos, os los contaré todo, lo prometo. Ahora vayamos- me respondió, saliendo de la sala.

Lo seguí desconfiada. ¿De que hablaba? ¿Estaba delirando? ¿Se encontraría mal? ¿O se estaría haciendo ya muy mayor? Esa última idea volvió mi piel de gallina. Claro que no, ¿Cuántos años tendría? No muchos, ¿no?

Aparté esos pensamientos en cuanto salimos al patio exterior, todo era hermoso, el verde era el principal color allí, el césped acarició mis pies descubiertos por los lados haciéndolos cosquillear. Este lugar era el mejor de los 4 muros, pero pocas veces Abu me había dejado salir.

Giramos por un lado del patio, él iba mucho más adelante, su cuerpo estaba tenso a la vez que sus dedos se movían en su mano con nerviosismo, yo mucho más atrás lo vi parar y me levanté el vestido para correr hacia su lado. Mis ojos se abrieron al ver a muchos guardias a los lados y a cinco chicos de mí misma edad al final de los guardias sentados cada uno en una silla o banco mientras se miraban con desafío.

Mis manos empezaron a temblar, nunca había hablado o estado con gente de mi edad y mucho menos gente que no fuera mi Abu u otro que otro guardia. Los chicos levantaron la mirada cuando se dieron cuenta de nuestra presencia.

- ¿Abu? - pregunté con voz temblorosa.

Él me extendió su mano en apoyo y yo la cogí temblorosa y tiró de nosotros hacia el lugar en el que estaban ellos.

Había dos chicas y tres chicos cada uno más separado que el otro, se miraban con desconfianza, pero todos dejaron de mirarse mal para mirarme mal a mí. Tragué nerviosa.

Una de las chicas se levantó rápidamente cuando ya estábamos ahí.

- ¿Qué es todo esto Abu?

¿Abu? ¿Perdona? ¿Quién era ella?

Me separé de él y me alejé hasta reposar mi espalda en un muro mientras los chicos rodeaban a Abu ¿o tenía que decir a nuestro Abu? ¿Quiénes eran ellos? Él nunca había salido de los muros, no podía haberlos conocido en otro lugar, pero eso quería decir que...

- ¿Podrías decirnos ya de una vez que está pasando? - dijo uno de los chicos con un tono poco moderado.

- Tranquilizaros todos- dijo el respirando despacio.

- No, no me da la puta gana hacerlo. ¿Entiendes? - contesto el mismo chico.

Abrí los ojos escandalizada, ¿Qué era esa manera de hablar?

- Daryl, contrólate. Ahora mismo. - le contesto Abu- Y ahora sentaros todos y os contaré, pero tranquilizaros.

Se fueron sentando unos separados más que los otros con los ojos atentos a él.

- Aerilyn, por favor.

Me separé de la pared y me acerqué a los sofás, me senté en el reposabrazos de uno, en el otro lado del sofá estaba la chica que había hablado anteriormente.

- Primero de todo os presento a vuestros futuros compañeros- una sonrisa dulce se extendió en sus labios.

Se acercó al chico de antes que estaba cruzado de brazos.

- Daryl.

El chico era el más alto de todos, era muy musculado, su cabello era rubio y largo y lo tenía en una trenza, sus ojos eran de color marrón y sus labios finos.

Abu siguió hasta ponerse al lado de la chica que se había mantenido callada.

- Dhara.

Era una chica de pelo corto por los hombros pelirrojo, ojos verdes y nariz respingona.

- Theon.

El chico estaba bastante alejado, sus dedos jugaban entre sí por los nervios, era adorable, su pelo era castaño sus mejillas estaban rodeadas de pequeñas pecas, no era muy alto y sus ojos eran de un color avellana precioso.

- Fayra.

Esa era la chica que había a mi lado. Era un chica de pelo rubio platino ondulado, sus ojos eran azules, era bajita y sus labios eran gruesos.

Abu se acercó a mí y puso su mano en mi hombro.

- Aerilyn.

Yo era una chica alta pero no tanto como Dhara, mi cabello negro y liso caía como una cascada  por mis hombros este era tan largo que me llegaba por la cintura y mis ojos eran de un color marrón fuerte.

Por último, se acercó a un chico que estaba sentado en un taburete, cuando Abu le puso la mano en el hombro para presentarlo, él levanto la cabeza y lo miré detenidamente.

Su cabello oscuro estaba despeinado, sus ojos eran azules y sus labios tenían un tono rojizo.

- Y por último Calix.

Entonces, un recuerdo me vino a la mente como una oleada de dolor.

- Calix, por favor contesta.

Era yo de pequeña mientras sollozaba y lloraba sin control.

- Contesta por favor.

Él no contestaba, llevaba mucho tiempo sin contestar. Y a medida que pasaban los días, las semanas, y los meses, su gran temor era que todo hubiese sido producto de su imaginación. Que de verdad no hubiese existido Calix.

Un dolor punzante estrecho mi corazón.

Me dolía aquel recuerdo, que no había recordado hasta ahora.

Cuando Calix me miro fijamente, por sus ojos paso una oleada de reconocimiento, pero simplemente fueron segundos antes de que una máscara de frialdad lo envolviera.

La Última de las MelodíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora